Marcos Taranto: "La infraestructura es el motor de la economía nacional"
El presidente ejecutivo de Stiler y Grupo Avax analizó el sector de la infraestructura y el real estate en Uruguay y habló de los proyectos que desarrolla en el país y en la región.

Desde niño, Marcos Taranto "respiraba construcción" en su hogar. Hoy, como presidente de Stiler —una de las principales constructoras del país, fundada por su padre e integrada al Grupo Avax—, impulsa la diversificación e internacionalización de la empresa. A esta vocación que lo acompañó siempre, se sumó "el sabor del real estate", una pasión que comparte con su esposa, Beatriz Carámbula, presidenta de la Cámara Inmobiliaria. 

Durante la segunda edición del Forbes Real Estate Summit en Punta del Este, Taranto analizó la relación entre infraestructura y real estate, el impacto de la gestión de permisos en Montevideo para desarrollar y la inversión de US$ 500 M en el tren tram para transformar la capital. Extractos de su conversación con Marcela Dobal, directora de Forbes Uruguay.

El Grupo Avax tiene una dimensión en la construcción, con Stiler, y otra en el real estate, con Taranto Desarrollo Inmobiliario.  ¿Cómo se relacionan infraestructura y real estate?

Son dos caras de la misma moneda. La infraestructura es el motor de la economía nacional. Nosotros nacimos en este sector hace dos generaciones y, con el tiempo, nos fuimos enamorando del desarrollo inmobiliario. Descubrimos que, donde aparece infraestructura, llega la inversión privada. Uruguay está inserto en este ciclo propositivo. Pero la infraestructura no es solo calles, pasos a desnivel o urbanismo en general. También tiene que ver con la movilidad; lo que llamamos "ciudad de los 15 minutos". Hoy, el verdadero lujo no es el dinero, sino el tiempo. Para que la gente gane tiempo, la clave es la cercanía.

En este sentido, estamos impulsando el tren tram junto a una empresa local y otra europea. Si se concreta, será una infraestructura que atraerá una inversión estimada de US$ 500 M. Se trata de un eje de 32 kilómetros sobre avenida Italia y de prosperar mejorará la calidad de vida de los montevideanos y de la Zona Metropolitana.

Tienen inversiones y obras por US$ 800 M en los últimos años. ¿Qué debe tener un proyecto para entusiasmarte?

Los proyectos en real estate que enamoran hoy brindan experiencias. No basta vender metros cuadrados. Acabamos de terminar una torre de 28 pisos que ofrece desde que te laven el auto hasta atención a mascotas.

¿Qué le falta a Montevideo para ser una ciudad de vanguardia?

Voy a ser crítico. Montevideo quedó atrapado en edificios bajos sin aspiracional, mientras Canelones rompió el paradigma. Nos deslumbra Nueva York, San Pablo o Santiago de Chile, pero aquí rechazamos las torres. Joy Montevideo nos llevó seis años aprobarlo. Esto no pasa en Canelones ni en Punta del Este. La ciudad debe modernizarse. Esto es un desafío porque no es solo por la tipología, sino por la demanda. Esto no es menor por la escala del país: debemos ser disruptivos al proponer y serios al avanzar.

¿Esta limitación viene por parte de los gobiernos o de los empresarios?

Montevideo quedó presa por las restricciones autoimpuestas. Y Canelones le pasó el trapito porque la permisología que propone es totalmente distinta a la de Montevideo. Hay terrenos desaprovechados y zonas sin desarrollar, como Parque Batlle. Con una normativa adecuada, en cinco años podría cambiar radicalmente, por ejemplo.

Ahora que el exintendente de Canelones Yamandú Orsi asumirá como presidente de la República, ¿podría promover cambios normativos?

Se han dado pasos, pero la diferencia entre Montevideo y Canelones sigue siendo notoria a nivel de innovación. La clave no es la altura, sino una tipología urbana abierta, con verde y oxigenación, como en Santiago.

¿El real estate está atento al desafío demográfico de Uruguay?

Esto no solo le debería preocupar al real estate, sino a toda la economía; es algo que le he planteado a todos los partidos políticos. Uruguay necesita un plan de inmigración calificada que quiera aportar al desarrollo del país. Hay medidas como el tax holiday y beneficios para nómades digitales, pero deben profundizarse. De todos modos, no se trata solo de traer talento de otros países, sino de facilitar la vida a la clase media. Debería haber deducciones fiscales más agresivas. 

Estás casado con Beatriz Carámbula, presidenta de la Cámara Inmobiliaria. ¿Cómo es esa dupla?

Un placer. Beatriz fue la primera presidenta mujer de la Cámara. Como dijo el operador inmobiliario argentino Armando Pepe, "hacía falta una mujer con ovarios" para aprobar la ley del operador inmobiliario que le dio transparencia al sector. En casa siempre se respiró construcción con mis padres. Nosotros le sumamos el sabor del real estate.

Han exportado negocios inmobiliarios: en Cusco están construyendo un hospital de US$ 300 M. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Hace muchos años que empezamos el proceso de internacionalización, en esto de buscar escala y de que Uruguay a veces no da todo el volumen que uno necesita. En Perú crecimos, construyendo hospitales y escuelas, a través de una asociación con el gobierno británico y el francés. En Paraguay en cambio nos dimos un revolcón. 

¿Cómo lidias con el fracaso?, ¿qué grandes lecciones te dejaron experiencias como esa?

En Uruguay somos duros con el fracaso, pero también con el éxito, se lo fustiga bastante. Parecería que hay que tener cara de tonto, traje gris y no levantar la cabeza. Aprendizajes me quedaron muchísimos. En el proceso de internacionalización ya sé que no voy solo nunca, siempre con un socio local e ir tomando los proyectos en escala progresiva.

Lograron la aprobación para la construcción del shopping en Durazno con terminal de ómnibus. ¿Qué significa este hito? 

El shopping es un ejemplo de participación público-privada. La inversión privada en un terreno concesionado por 50 años permite fusionar infraestructura y real estate, dos pasiones que guían nuestro trabajo.