Dólar, sequía y acuerdos comerciales: qué dijo Mattos en la primera edición de Forbes Agro Summit
Marcela Dobal Directora de Forbes Uruguay
Marcela Dobal Directora de Forbes Uruguay
Además de ser ingeniero agrónomo y productor ganadero, Fernando Mattos siempre se interesó en la política, lo que lo llevó a acompañar las campañas de Pedro Bordaberry y de Ernesto Talvi por el Partido Colorado. Desde su nombramiento como ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca en junio de 2021, enfrentó las restricciones por la pandemia de covid, la baja del dólar y la última sequía, que generó pérdidas millonarias. Sobre estos temas y la proyección internacional de Uruguay, conversó en el marco de la primera edición local de Forbes Uruguay.
¿Qué fue lo más difícil de pasar de ser empresario a tener un puesto en el gobierno?
Siempre se dice que uno pasa al otro lado del mostrador, cuando no debería ser así. Yo tengo una trayectoria extensa en la actividad gremial, que es muy sacrificada pero enormemente importante desde el punto de vista de la construcción de una actividad honoraria que intenta defender los intereses corporativos y sectoriales.
Después uno dice: “¿Dónde puedo generar las transformaciones que entiendo que debe tener el sector rural y agropecuario?”. En un país democrático y republicano eso es dentro de los partidos políticos. Nunca me imaginé estar en este rol de ministro, pero las cosas así se dieron. También es cierto que todo lo que uno piensa y sueña para la generación de las políticas públicas, después se choca con la realidad, que es muy distinta.
El sector ganadero se vio muy afectado por la caída de la demanda internacional, en especial de China. ¿Lo peor ya pasó?
China tiene un peso relativo en la demanda internacional de muchos productos y todos tenían la expectativa de que pudiera generar la recuperación económica, pero ahora el mundo está mucho más lento. El poscovid y la decisión de los bancos centrales del mundo de elevar la tasa de interés generó una caída de la actividad económica.
A partir de eso estamos mucho mejor desde el punto de vista de la inflación, pero tenemos un mundo lento. China el año pasado creció el 3%, se prevé que este año crezca el 5%, pero venía creciendo a tasas de entre 7% y 10%. La recuperación es mucho más lenta de lo previsto. Tenemos el problema con la lana, con la celulosa, con los lácteos. En casi todos los rubros hay un enorme volumen de sobrestock interno en China.
Este año el presidente viajará a China, ¿cuáles son los temas en agenda?
Sí, el secretario de la Presidencia (Álvaro Delgado) viajará en octubre acompañado por algún ministro y 20 días después irá el presidente. Siempre es una oportunidad para que se concreten los acuerdos que se han planteado, desde la pesca hasta los productos agrícolas y los de origen animal. Somos muy complementarios, ellos requieren y consideran la seguridad alimentaria como un aspecto absolutamente estratégico.
Tenemos muchas expectativas de que el viaje del presidente pueda arrojar buenos resultados. Uruguay no abandonó la idea del TLC con China, entiende que puede y debe hacerlo. Va a insistir con esa posición.
¿Ve factible que la incorporación de Uruguay al Acuerdo Transpacífico se concrete antes de que termine el gobierno?
Bueno, esa es la expectativa. En realidad, no hay mucho para negociar. El Acuerdo Transpacífico es un paquete cerrado: se acepta, se toma o se deja. Reino Unido fue el último adherente y le llevó un año y medio. Nosotros no estamos cumpliendo ni un año de la carta de adhesión. Tenemos la expectativa de que el próximo año tengamos esa muy buena noticia. Estará el subsecretario de Relaciones Exteriores, Nicolás Albertoni, haciendo algunas gestiones. Recordemos que son 12 integrantes, todos tienen que votar favorablemente y Uruguay está primero en la lista.
Sería algo muy positivo, porque incorporaríamos países de enorme importancia en carácter de comercio internacional. Además, los TLC generan también de oportunidades de inversión, porque pasamos a estar en una vitrina. Es una señal al mundo empresarial de que acá hay un país que cumple determinadas reglas, es confiable y estable.
Hace poco recibió una visita oficial del ministro de inversiones de Arabia Saudita. ¿Qué pasa en limpio?, ¿hay oportunidades concretas?
Arabia Saudita es un país con un enorme potencial de capital de inversión. Los países petroleros quieren sacarse la imagen de contaminantes, por lo que les interesa ir hacia una visión un poco más verde y sostenible. Sobre Uruguay tienen una visualización muy favorable en función de la región en la que se ubica, el cambio en la matriz energética y las posibilidades de inversión en hidrógeno verde.
Uruguay podría ser un gran receptor de enormes volúmenes de inversión de parte de Arabia Saudita.
Sabemos también que están explorando la posibilidad de incursionar en el mundo de los lácteos y eventualmente en el de los granos. No creo que estén para la compra de tierras, pero sí para tener participación activa en algunos negocios de aprovisionamiento de alimentos, lo que para Uruguay sería una inyección de capital importante.
Se habla de la necesidad de que haya un plan de Estado en materia de riego, ¿qué medidas concretas hay que llevar adelante?
Claramente, no estamos preparados para enfrentar circunstancias como la que vivimos. Uruguay necesita encarar de forma distinta los efectos del cambio climático. En el mejor de los casos no llegamos al 2% del área productiva bajo riego, y deberíamos tener cuatro o cinco veces más que eso. Así cambiaríamos el país, sería revolucionario desde el punto de vista de la producción. Lo que identificamos es que los factores de estímulo a la inversión (que son válidos, que son favorables), no son suficientes, porque quedan afuera un montón de pequeños productores que democráticamente tendrían que poder acceder a esta tecnología al mismo costo.
Debe mejorar la iniciativa privada, pero también hay que poner un factor de obra pública que democratice la posibilidad de disponer de agua al mismo costo para todos. Tendremos que elaborar este plan para validarlo con la sociedad, con el sector político, para en el próximo período de gobierno tengamos esto en la agenda.
Tras la presentación de la Rendición de Cuentas, el INIA pidió más recursos para sus programas de investigación ¿Hay margen para dárselos?
Primero, es clave que el INIA no tenga el menoscabo de esos recursos. En el último año recibió casi un 70% de recursos del sector privado y 30% del sector público y ese 30% a veces se retrasa. Acá estamos proyectando el presupuesto del 2024, el del 2023 está financiado porque dimos una batalla tremenda para que los legisladores no le tomaran al INIA un exceso de reservas no ejecutadas. Y lo que ocurrió poco tiempo después de la aprobación de la Rendición de Cuentas el año pasado fueron la sequía y la caída de los precios. Esas dos cuestiones determinaron que los ingresos del INIA se resintieran. Se está hablando a nivel de gobierno, no es una suma de dinero disparatada (son US$ 2,5 millones) y compromete el hecho de que los programas de investigación continúen sin que tengan una afectación mayor, pensando en el presupuesto de 2024.
Los productores reclaman por el atraso cambiario y la competitividad. ¿Qué puede hacer el gobierno para mejorar su ecuación?
Las ayudas han sido enormes desde el punto de vista de combatir la sequía. Fue un enorme esfuerzo presupuestal y administrativo. Está claro que tuvimos un impacto de la situación internacional, tuvimos una inflación importada muy importante, alcanzamos el año pasado casi el 11%. Hoy está en el nivel del 4%, por primera vez hace muchos años dentro del rango meta del BCU.
Obviamente, eso se logró con una política monetaria contractiva, de suba de las tasas de interés de referencia, que tuvo una pequeña señal de reversión, pero evidentemente lo que ocurre con el dólar hoy en materia de costos nos viene matando. Sí hay una gran inversión de infraestructura del punto de vista de las rutas, del ferrocarril, del puerto.
No miremos solo la pizarra de la casa de cambio, porque hay otros factores que hacen a la competitividad. Obviamente, lo vemos debajo de $ 36 y es como si nos dieran una puñalada, pero el gobierno está preocupado, está atento y ojalá pueda corregirlo pronto.