En la primera edición de Forbes Health in Action Summit en Uruguay, tres especialistas analizaron los desafíos que enfrenta la región frente a una población cada vez más longeva. Silvina Tocchetti, referente en Medicina Funcional y Psicología Clínica; Miriam De Paoli, CEO de No Pausa, cofundadora de LongData y expositora por Alcance Servicio de Compañía; y Adriana Rovira, doctora en Psicología, coincidieron en la necesidad de repensar el sistema de salud y las políticas públicas.
Miriam De Paoli planteó que el gran obstáculo para abordar el envejecimiento es la falta de empatía real hacia esta etapa de la vida, pero remarcó que Uruguay es un laboratorio ideal para diseñar soluciones de futuro debido a su envejecimiento acelerado y su baja tasa de natalidad. El desafío es proyectar políticas de salud y servicios que permitan llegar a la vejez con respaldo y calidad de vida.
Silvina Tocchetti, por su parte, advirtió sobre la necesidad de redefinir qué entendemos por salud. "La salud no es simplemente ausencia de enfermedad. Es vitalidad, lucidez, fortaleza, disfrute", expresó. Desde su enfoque en medicina funcional, propuso pasar de un sistema paliativo a uno que cree salud de manera activa y preventiva. Tocchetti destacó que muchos desórdenes crónicos y enfermedades neurodegenerativas pueden detectarse y abordarse años antes de su manifestación, trabajando sobre biomarcadores y el exposoma —el conjunto de factores a los que estamos expuestos—.
Adriana Rovira sumó una perspectiva estructural al debate. Señaló que, aunque América Latina logró aumentar la esperanza de vida, no consiguió acompañar ese avance con una reducción de las enfermedades crónicas ni con mejoras en las condiciones materiales de vida. "El envejecimiento en la región ocurre bajo situaciones de precarización económica y falta de redes de cuidado", advirtió. Según Rovira, el 40% de las personas mayores en América Latina envejece sin ingresos suficientes para sostener una vida digna.
Además, cuestionó la idea de que la salud sea solo responsabilidad individual. "La salud es un bien social, colectivo. No depende únicamente de las elecciones personales, sino de las condiciones estructurales que ofrece una sociedad", afirmó.
La importancia de prevenir desde temprano
Tocchetti y De Paoli coincidieron en que la prevención activa mejora la calidad de vida y reduce costos sanitarios. Tocchetti ilustró cómo pequeños cambios en el estilo de vida pueden revertir síntomas de agotamiento y desórdenes metabólicos. "Naturalizamos sentirnos mal, pero más del 80% de los desórdenes crónicos responde a factores del estilo de vida", afirmó.
De Paoli aportó un dato contundente: si existieran mecanismos efectivos para acompañar a las mujeres en el climaterio y la menopausia, solo en Estados Unidos se ahorrarían US$ 180.000 millones anuales en gastos médicos. Señaló que la falta de información provoca síntomas mal interpretados y consultas innecesarias, lo que satura el sistema de salud. También subrayó la necesidad de diseñar productos y servicios que contemplen las necesidades y las diferencias reales entre los metabolismos de 50, 70 o 90 años, puesto que el "talle único" de los productos para más de 50 años no aplica para todos.
Un cambio cultural urgente
Más allá de la medicina y la economía, las panelistas coincidieron en que abordar la longevidad requiere un cambio cultural. De Paoli advirtió que la innovación en salud y servicios sigue dominada por una visión joven que no contempla las necesidades reales de las personas mayores.
Rovira, desde la teoría del curso de vida, sostuvo que el envejecimiento no empieza en la vejez, sino que se construye a lo largo de toda la vida, atravesado por factores como la educación, el empleo y las condiciones de vivienda. "Todo lo que una sociedad hace para el buen vivir impacta en cómo envejece", concluyó.