¿Queremos que no haya ricos o que no haya pobres?
Tenemos que querer una sociedad sin pobres o, como dice mi amigo Maximiliano Fernández, a lo que un país tiene que aspirar es a tener a los pobres más ricos del mundo.

A lo largo de mi vida me han criticado muchas veces por haber tenido éxito. La mayoría de la gente sabe que crecí en el entorno de una familia de clase media, hijo de profesores, y que me gané mi dinero creando siete empresas de las cuales una me salió francamente mal, algunas más o menos y otras muy bien. También saben que empecé mi primera empresa escribiendo un plan de negocios, saliendo a buscar inversores, reclutando un buen equipo gestor y ejecutando una estrategia. Así que no hay muchos secretos sobre cómo gané mi dinero. 

Pero no pasa un día en el que no me "pongan a parir" por ser rico en alguna red social. Lo que yo me pregunto es si lo que esta gente que me critica quiere es una sociedad sin ricos o una sociedad sin pobres. Tenemos que querer una sociedad sin pobres o, como dice mi amigo Maximiliano Fernández, a lo que un país tiene que aspirar es a tener a los pobres más ricos del mundo. ¿Por qué? Porque si los pobres de Suiza son los más ricos del mundo, que puede que lo sean, los demás suizos estarán aún mucho mejor. Lo mismo le pasa a Suecia, otro país donde los pobres viven muy bien, pero hay fortunas, como las del fundador de Ikea, Ingvar Kamprad

Pero así y todo hay quienes me siguen preguntando: "¿Qué pasa con países como Nigeria, en el que casi todos viven en la miseria, pero algunos son millonarios?". Mi respuesta es que mi alegato en defensa de los ricos no es válido en países que viven de la explotación de recursos naturales. En esos casos sí es común que unos pocos se hagan con todo, y el argumento de que muchos son pobres porque algunos son ricos es válido. Pero en sociedades de la información, como la Unión Europea, Estados Unidos o Japón, que viven principalmente de la acumulación de conocimiento, ahí sí se da la fórmula de la que hablo: para que haya menos pobres tiene que haber muchos líderes empresariales, generalmente ricos, compitiendo por los recursos humanos, haciendo así subir los salarios. Es más, no conozco ninguna sociedad de éxito, ningún país cuyos pobres estén entre los más ricos del planeta, que no tenga también gente multimillonaria. 

Un país se empobrece cuando maltrata a sus emprendedores. Con esto no quiero decir que no haya que cobrar impuestos progresivos ni que la gente que cae en situaciones adversas no deba recibir ayudas para salir adelante y reducir las desigualdades. Pero la solución no es que haya menos ricos, sino que haya menos pobres.  

(*) Esta columna fue publicada anteriormente en Forbes Argentina y Martín Varsavsky aceptó su republicación.