El ranking de las personas más ricas de Argentina que publica Forbes anualmente es una de las presentaciones más esperadas y leídas por todos. Genera interés, intriga y ganas de saber más. Todos queremos conocer a quienes más tienen, saber qué hacen, cómo viven, dónde, a qué dedican su tiempo libre y cuán distinta es su vida a la nuestra.
A muchos se les escapa un "Uy, ¡quién pudiera!" ante las millonarias cifras que manejan estas personas. A otros, desafortunadamente, les brota el resentimiento, la envidia y, en lugar de aprender de ellos, los descalifican o, peor aún, piden mayores impuestos sin advertir que el peso de cualquier impuesto "a la riqueza", recae inevitablemente en quienes menos tienen.
Ser rico en Argentina conlleva, naturalmente, grandes desafíos. Aunque quieran hacernos creer lo contrario, no es fácil generar -y menos cuidar- una fortuna en un país que constantemente ataca la riqueza, aumenta sus impuestos y carece de estabilidad en todo sentido, y especialmente a nivel político. Aún así, hay quienes están convencidos de que las personas millonarias no tienen preocupaciones.
"¿Qué les puede preocupar, si tienen salvada a tres o cuatro generaciones por delante?", es una de las preguntas más comunes entre quienes leen estos listados de millonarios. Permítanme decirles que este es, desde mi punto de vista, uno de los peores mensajes que pueden transmitirse desde el punto de vista de la generación y mantenimiento de la riqueza y la planificación patrimonial. Es un mensaje lleno de desconocimiento y de prejuicio, que busca descalificar las preocupaciones o los desafíos que son ajenos para una parte de la población.
Supongo que todos conocen la famosa "Pirámide de Maslow", que busca explicar las necesidades humanas y cómo estas se organizan a través de un orden jerárquico. Si hacemos memoria, recordaremos que en la base se encuentran las necesidades fisiológicas, luego las necesidades de seguridad, las sociales, de estima y, finalmente, las necesidades de autorrealización.
Si construyéramos una pirámide de necesidades financieras, en la base también se ubicarían las necesidades básicas y luego, a medida que vayamos subiendo, nos encontraríamos, con la seguridad financiera (fondos de emergencia, seguros), la acumulación de riqueza (construcción de portafolios de inversión, ahorros para el retiro, pago de deudas), la libertad financiera (educación de los hijos, vacaciones) y el legado (planificación sucesoria, planificación tributaria, sucesión en los negocios familiares).
Si bien las personas más ricas tienen sus "necesidades financieras básicas" resueltas, eso no hace que no haya cosas que deban afrontar y resolver y/o que les generan estrés o constituyan verdaderos desafíos. ¿Son otras? Puede ser que sí -aunque no siempre- pero son igual de válidas que cualquier otra preocupación.
De hecho, no importa el tamaño de la fortuna. Cualquiera puede quebrar si no planifica y gestiona su patrimonio correctamente. Ejemplos sobran y educación financiera falta. Y esto dejando de lado preocupaciones de otra índole, que pueden no tener que ver con lo económico, naturalmente.
Sin planificación, ninguna fortuna está completamente a salvo. Por eso, no importa cuántos ceros haya en la cuenta de banco. Siempre hay temas que atender y desafíos que afrontar.
Si me preguntan, en mi experiencia profesional he sido testigo de muchas y variadas preocupaciones en la cabeza de quienes más tienen. Los retos están a la orden del día para todos, sin excepción.
Si tuviera que elegir, estos son los cinco desafíos más comunes entre las personas ricas: 1) Discutir qué significa el dinero para ellos. 2) Determinar cuál es el propósito familiar, o de ellos mismos. 3) Establecer un protocolo para la toma de decisiones y resolución de problemas que surjan. En lo posible, involucrando a la familia. 4) Definir la manera más eficiente de transferir la riqueza de generación en generación. 5) Educar financieramente a las futuras generaciones. Problemas tenemos todos. Preocupaciones también. La diferencia, quizás, está en la forma de afrontarlos.