Claudio Zuchovicki es economista, gerente del Desarrollo de Mercado de Capitales de la Bolsa de Buenos Aires, y docente, aunque prefiere que se lo mencione simplemente como analista financiero. De paso por Montevideo invitado por la Universidad Católica (UCU) para participar de una charla en el marco del lanzamiento de la Licenciatura en Finanzas, analizó junto a Forbes Uruguay los constantes cambios que marcan el rumbo de la economía en la región y el mundo.

¿Cuál es el principal cambio que vive la economía global por estos tiempos? 

Hoy el cambio más grande del contexto global es la suba de la tasa de interés en el costo del dinero. Esta suba hace que uno elija colocar un bono en el mercado americano y vivir de intereses, antes que invertir en una startup. Ese contraste nunca lo habíamos vivido. Hace 10 años que la tasa de interés en el mundo es negativa. Esta es la primera vez que la tasa en todo el mundo es positiva, o se encamina hacia ahí. 

En este contexto se ha dado ya la caída de las cripto y de algunas empresas tecnológicas, que en el proceso se dieron cuenta que también pueden perder plata. Venían de un mercado que desde el 2008 subió todos los días y ahora ven que se puede perder. Es un aprendizaje. Hasta el momento han tenido capacidad de respuesta porque, primero el ahorro involucrado es menor, segundo tienen trabajo y tiempo, tienen revancha. Es un aprendizaje.

¿Cómo ve el debate que algunos sectores más radicales han instalado acerca de la función de los Bancos Centrales? 

No sé qué va a pasar, pero está bueno que se haya instalado el debate enriquecedor, porque la vida es un péndulo: vamos de un extremo al otro. Está bueno que se debata cuál es la verdadera función del Banco Central. 

¿Cuál es para usted el principal problema de la economía argentina? 

Como otros países del mundo, Argentina tiene un problema que va mucho más allá de lo económico o lo político, es un problema cultural. Existe una división entre las empresas que necesitan gente y la gente que necesita trabajo: no 'machean'. Han sido muchos años de deterioro de la educación y la especulación es el resultado. Uno especula cuando tiene incertidumbre ante el futuro. Se especula con todo: qué vas a estudiar, dónde querés vivir, dónde pones la plata. 

En los países donde hay estabilidad no hace falta especular, los ciudadanos viven el presente. A los países que les va bien, como por ejemplo Uruguay, incluso Brasil con el resultado de las últimas elecciones, y todos los países desarrollados, es claro que la Institución está por encima de las personas. Entonces, cuando alguien se manda una macana, hay una institucionalidad que responde atrás. Pasó en Perú, pasó en Brasil, está pasando en Chile. Hay un nivel de institucionalidad en el que hay una división de poderes. En Argentina -como en Venezuela y en Nicaragua-, lo que se da es que hay personas que creen estar por encima de las instituciones. Y cuando pasa esto pierde la sociedad.

Entonces es un tema más cultural que financiero…

Es un tema mucho más profundo que el del crecimiento del país. Argentina puede crecer y seguramente va a hacerlo, pero el problema no se resuelve con crecimiento sino con un cambio cultural que permita entender que la plata se hace trabajando, que el esfuerzo vale la pena, que el mérito tiene sentido. Siento que la batalla cultural es por ahí: entender que si tengo algo es por mérito de mi esfuerzo y no porque alguien me lo dio. 

La buena noticia es que hoy, a diferencia de otras épocas, el 70% de la gente está de acuerdo en las cosas básicas. Quizá nadie tenga el poder absoluto de los votos porque hay mucha división, pero incluso hasta en figuras del gobierno actual se empieza a escuchar la idea de que hay que ir a trabajar. El Estado se fundió. Hoy el Banco Central Argentino está fundido. El Estado no puede estar presente como no estuvo presente en los últimos años porque está fundido. Pasa en muchos países: sin contribuyentes no hay Estado, y por tanto no hay Estado presente. 

En sus charlas habla de la “tecnología traicionera”. ¿Dónde ubica esta supuesta traición?

En la velocidad de la tecnología. Avanza tan rápido que es traicionera. Blackberry fue la empresa más grande del mundo, hoy nadie tiene un Blackberry, y todo ocurrió en 10 años. Es un dinamismo para el que hay que estar preparados. Uno puede pensar que tiene el mejor instrumento, pero alguien lo hizo mejor. Quizás siempre fue así, siempre viene alguien que lo hizo mejor. Por eso hemos avanzado, el mundo es mucho más justo de lo que era 100 años atrás. 

Otro de sus temas recurrente son las herencias. ¿Por qué considera que son un error de cálculo? 

En mis charlas cito al premio Nóbel de Economía, Franco Modigliani, quien fue el que dijo que la herencia es un error de cálculo. Yo utilizo eso para decir que hay una transformación fenomenal en el hecho de que todos los cambios de vida son demográficos, no son económicos. 

En esos cambios está un adulto mayor que consume de una forma que cuando yo era chico no consumía, que quiere vivir el presente, porque una persona de 80 años hoy se siente vital y sigue trabajando. Esto no pasaba antes y por tanto representa una sociedad de consumo nueva, a eso se refería Modigliani con el error de cálculo. 

Instalar la idea del no ahorro implica un cambio de paradigma. ¿Cree que es posible ese cambio?

Trabajando en la Bolsa y observando el mercado, veo a mucha gente que guarda y después sobreviene la pelea entre los hijos por la herencia. Creo que lo que hay que dejarle a los hijos es educación. Que sepan moverse y disfrutar la vida. Y si no llegaste con tus cálculos porque viviste más de lo que creías, dosificaras tus gastos. La contracara de eso es que los jóvenes van hacia un mundo de usuarios, no de propietarios.

Hoy el mayor vendedor de autos es Uber y no tiene un solo auto propio, el mayor vendedor de metros cuadrados es Airbnb y no tiene una sola propiedad, el mayor vendedor de información es Google y no tiene ningún libro. Amazon, MercadoLibre, los mayores vendedores de mercaderías de mundo no producen absolutamente nada. Los jóvenes son usuarios del sistema, no propietarios. 

En mi generación la estabilidad era primordial. Veníamos de abuelos nómades, inmigrantes. Había que establecerse, tener un techo propio, todo atado y fijo. Pero nuestros hijos son más nómades. La vida sigue siendo un péndulo. De ahí el refrán del jeque creador de Abu Dabi que ponía este ejemplo: mi papá hasta la mitad de su vida anduvo en camello, la otra mitad en auto. Yo tengo un Mercedes Benz último modelo, probablemente mi hijo ande en una camioneta un tiempo, pero mi nieto va a andar en camello de nuevo, porque sociedades débiles hacen hombres fuertes y hombres fuertes hacen sociedades débiles. Ese es el péndulo de la vida.