SpaceX versus Blue Origin: quién está ganando la carrera espacial
Mientras que el fundador de Amazon invirtió US$ 14.000 millones para lograr su primer lanzamiento espacial, su rival multimillonario construyó un negocio próspero principalmente con el dinero de otras personas.

Cuando Donald Trump prestó juramento como el 47.º presidente de los Estados Unidos, los multimillonarios Elon Musk y Jeff Bezos estuvieron entre la selecta multitud de personajes que observaron la asunción en la Rotonda del Capitolio.

Pero cuando se trata de su rivalidad espacial, Blue Origin de Bezos no está al mismo nivel que SpaceX de Musk. Blue Origin lanzó su primer cohete al espacio el jueves, 25 años después de que Bezos fundara la compañía con la fortuna que amasó gracias a su gigante del comercio electrónico, Amazon. SpaceX, que Musk fundó dos años después, tardó solo seis años en llegar al espacio. El año pasado, la compañía de la nueva mano derecha de Trump lanzó con éxito 133 cohetes, lo que representó más del 85% de la masa de carga útil puesta en órbita a nivel mundial hasta el tercer trimestre.

Esto es resultado de enfoques marcadamente contrastantes, basados en parte en cómo financiaron sus empresas. Bezos, quien financió Blue Origin exclusivamente con su fortuna personal hasta hace poco, adoptó un ritmo deliberado para desarrollar su tecnología de cohetes. Musk, con un presupuesto inicial más limitado y enfrentando el fracaso como un peligro siempre presente, optó por un enfoque más clásico de Silicon Valley: "Fracasar rápido y aprender".

"Los ingenieros trabajan muy duro en SpaceX y luego se agotan. Blue Origin ofrece mucha más estabilidad", dijo Caleb Quilty, analista de Quilty Space. También agregó: "Con el paso de los años quedó claro que era un poco demasiado estable".

SpaceX generó 14.200 millones de dólares en ingresos el año pasado.

Bezos invirtió 14.600 millones de dólares en Blue Origin, según estima Chad Anderson, socio gerente de la firma de inversiones Space Capital. Musk, por su parte, habría invertido 100 millones de dólares en SpaceX para desarrollar su primer cohete, el Falcon 1, utilizando los ingresos de la venta por 307 millones de dólares de Zip2, la primera empresa que cofundó, y la venta por 1.500 millones de dólares de su segunda compañía, PayPal.

Sin embargo, Musk también recibió un impulso clave de los contratos de lanzamiento del Pentágono y la NASA. Esta última otorgó a la compañía 278 millones de dólares en 2006 para desarrollar un cohete más potente, el Falcon 9, que se convirtió en el caballo de batalla de SpaceX. Más tarde, en 2008, la NASA le otorgó un contrato de 1.600 millones de dólares para transportar carga a la Estación Espacial Internacional, como parte de un esfuerzo por fomentar las empresas espaciales privadas con la esperanza de que pudieran proporcionar servicios a un costo menor. (Blue Origin también ganó contratos importantes de la NASA, pero solo en los últimos años).

La credibilidad que brindaron los grandes contratos gubernamentales ayudó a atraer a clientes privados e inversores externos: en total, SpaceX recaudó al menos 9.500 millones de dólares. Esto dejó a Musk con solo una participación del 42%, pero con los inversores valorando SpaceX en la asombrosa cifra de 350.000 millones de dólares en la última venta privada de acciones en diciembre, sus acciones valen 147.000 millones de dólares. (Su patrimonio neto total asciende a 434.000 millones de dólares, según los cálculos de Forbes, lo que lo convierte en la persona más rica del mundo. Bezos ocupa el segundo lugar con 239.000 millones de dólares).

Musk y Bezos comparten el mismo objetivo: permitir que la humanidad viaje a las estrellas, reduciendo los costos de llegar al espacio mediante el uso de cohetes reutilizables. Sin embargo, mientras SpaceX es famosa por su rápido ritmo de innovación, Blue Origin adoptó un enfoque más metódico para desarrollar su tecnología, algo reflejado en su lema, gradatim ferociter, que en latín significa "paso a paso, ferozmente".

Mientras SpaceX aceleró su ritmo, pasando de 18 lanzamientos del Falcon 9 en 2017 a 60 en 2022, el cohete New Glenn de Blue Origin, que inicialmente estaba programado para volar en 2020, continúa enfrentando retrasos. En 2021, la compañía de Bezos realizó su primer vuelo suborbital tripulado con su cohete New Shepard, lanzando un servicio para llevar turistas al borde del espacio. No obstante, SpaceX ya había ido más allá el año anterior, transportando astronautas de la NASA mucho más lejos, hasta la Estación Espacial Internacional. (Al menos Bezos puede presumir de haber superado a Musk en un aspecto: estuvo a bordo del primer vuelo del New Shepard, mientras que Musk aún no voló en uno de sus propios cohetes).

El cohete New Glenn de Blue Origin, visto aquí durante una prueba de fuego en Cabo Cañaveral, Florida, el 27 de diciembre, tiene 32 pisos y está diseñado para lanzar 45 toneladas de carga útil a órbita, el doble que el Falcon 9 de SpaceX.

Después de dejar el cargo de director ejecutivo de Amazon en 2021, Bezos comenzó a dedicar más tiempo a Blue Origin y expresó descontento con el ritmo lento que lleva la compañía, según reveló un ex empleado a Forbes. "Intentó implementar una serie de parámetros. Se frustró cuando no funcionó", comentó bajo condición de anonimato.

En enero de 2024, Bezos contrató a un nuevo director ejecutivo, Dave Limp, quien anteriormente había liderado el negocio de dispositivos de Amazon. Bajo el liderazgo de Limp, Blue Origin intensificó sus esfuerzos para preparar al cohete New Glenn para su vuelo inaugural y para aumentar la producción de sus potentes motores Be-4, que también son utilizados en el cohete Vulcan de United Launch Alliance.

Aunque a Blue Origin le tomó un cuarto de siglo realizar su primer intento de llegar al espacio, construyó una infraestructura para lanzamientos masivos de cohetes que SpaceX solo desarrolló gradualmente después de alcanzar la órbita. Además, esta compañía estableció fábricas en las que se espera produzcan más de 100 motores Be-4 en 2025, además de múltiples propulsores para sostener un ritmo de 12 lanzamientos anuales.

La industria espacial espera con ansias el éxito de Blue Origin para ofrecer una alternativa al cuasi monopolio que SpaceX consolidó en el lanzamiento de carga al espacio. El New Glenn tiene aproximadamente el doble de capacidad de carga que el Falcon 9, y la compañía está comercializando los lanzamientos a un precio significativamente más bajo por satélite, afirmó el ex empleado a Forbes: alrededor de 110 millones de dólares, en comparación con los 70 millones de dólares que cuesta un lanzamiento del Falcon 9 de Musk.

El cohete New Glenn de Blue Origin, que inicialmente estaba programado para volar en 2020, continúa enfrentando retrasos.

Pero SpaceX se encuentra en plena fase de pruebas de un cohete aún más grande: el Starship (su segunda etapa explotó en pleno vuelo el jueves por la noche). Esta nave espacial, de 120 metros de altura, permitirá acelerar el desarrollo de su negocio de comunicaciones por satélite, Starlink. Los inversores están más entusiasmados con las perspectivas de este innovador internet satelital que con las operaciones de lanzamiento de SpaceX, donde, por lo general, es difícil obtener márgenes significativos de rentabilidad.

"Musk se dio cuenta muy pronto de que ganaría más dinero en el negocio de Internet que en el de los cohetes", afirmó Henry.

Según estimaciones de los analistas de Morgan Stanley, SpaceX generó 14.200 millones de dólares en ingresos el año pasado, de los cuales el 65% provinieron de Starlink. Asimismo, predicen que Starlink, por sí sola, generará 48.000 millones de dólares en ingresos para 2030 y representará el 83% de un ingreso neto total proyectado de 16.000 millones de dólares.

Por otro lado, las perspectivas comerciales de Blue Origin no son tan claras. La empresa cuenta con una cartera saludable de contratos de lanzamiento para compañías que están construyendo constelaciones de satélites para competir con Starlink, incluida la red Kuiper de Amazon. Además, el gobierno de Estados Unidos busca utilizar a esta compañia para lanzar satélites relacionados con la seguridad nacional, y en los últimos tres años recibió financiación de la NASA: 3.400 millones de dólares para construir un módulo lunar y 172 millones para desarrollar una estación espacial comercial.

El objetivo final de Bezos con Blue Origin es crear una economía espacial en la que la fabricación se traslade fuera del planeta, permitiendo que la Tierra pueda restaurar su medio ambiente."Estoy seguro de que, como empresario, tiene una visión de cómo hacer eso de manera rentable. Pero no sé cuál es", señaló Henry

*Con información de Forbes US.