Santiago Rosenblatt, el hacker de sombrero blanco, es el protagonista de la tapa nº 17 de Forbes Uruguay
Marcela Dobal Directora de Forbes Uruguay
Marcela Dobal Directora de Forbes Uruguay
"Hoy levantás una página web y a los 40 minutos ves cómo te están intentando hackear", dice Santiago Rosenblatt. El joven emprendedor de 28 años es el protagonista de esta 17° edición impresa de Forbes Uruguay. Pasó de vulnerar empresas cuando era niño a protegerlas: se convirtió en hacker de sombrero blanco y con Strike está generando impacto global en el mundo de la seguridad ofensiva.
Hay muchas razones tecnológicas y de actualidad por las que esta historia merece ser portada. La no tan obvia es la mayor trampa en la que Uruguay cayó: la del ingreso medio. Con un PIB per cápita alto comparado con la región y resultados educativos que se parecen bastante al promedio de sus vecinos, se necesitan con urgencia líderes más audaces. Empresarios y gobernantes que "hackeen" el sistema.
Como le escuché decir a la politóloga Mariana Pomiés hace un par de semanas, la idiosincrasia uruguaya suele valorar los cambios lentos, pero además la clase política es extremadamente conservadora —mucho más que la población en general— y los gobernantes evalúan poco los resultados de las políticas. Les atemoriza pensar en cambiar la pisada si fuera necesario y los conflictos que pudiera generar.
Así, Uruguay rema en una piscina de dulce de leche y triunfa la cómoda sensación del "no se puede". La economía crece a un ritmo de 1% anual hace una década y el nivel de inversión es insuficiente para acortar la brecha de productividad respecto de otros mercados. Estos datos deben interpelarnos a todos.
El pequeño mercado de capitales local no se derrumba por las turbulencias en las bolsas mundiales debido a la "guerra" de aranceles. Esa pequeñez nos reconforta, pero esconde un grave problema: la ausencia de proyectos de inversión ambiciosos para financiar. Visto así, el país "estable" no luce tan bien.
La contracara del escaso desarrollo de la Bolsa —uno de los temas que abordamos en el Especial Finanzas de esta edición— es el avance del capital de riesgo en la región, del que cada vez más emprendedores uruguayos se han servido. Desde que creó en 2022 Strike, su empresa de ciberseguridad, Rosenblatt levantó US$ 20 millones en capital y ahora se expande en EE.UU. con la inteligencia artificial (IA) como aliada.
Ese talento podría derramar mucho más en Uruguay, donde el corporate venture capital no ha avanzado. ¿No sería oportuno que empresas públicas y privadas también tengan sus divisiones específicas para innovar apoyándose en capital emprendedor? ¿por qué desperdiciar la capacidad de quienes son más audaces para romper esquemas?
Vamos a media marcha. Se necesita que el gobierno apueste a una agenda de regulaciones más inteligente, porque no se puede soñar con autos voladores si la burocracia corta sus alas, pero la verdadera trampa a sortear está en la mentalidad. Muchas de las reformas importantes que el país necesita (educación, relaciones laborales, inserción internacional, por mencionar algunas) están frenadas por esa aversión al riesgo.
Aprendamos a convivir con la vulnerabilidad y habilitemos que más mentes innovadoras, como la de Rosenblatt, nos impulsen más allá de las fronteras del conocimiento.