En el mundo empresarial, la sostenibilidad ya no es solo una ventaja competitiva, sino un requisito clave para acceder a mercados, financiamiento y conquistar la confianza de consumidores e inversores. "Es algo que se va a venir y lo que hay que tener en cuenta es cómo las compañías tratan de ser inteligentes y sacan una ventaja de esto, no tomarlo únicamente como un cumplimiento regulatorio", indicó Benjamín Dreifus, socio de Auditoria & Assurance en Deloitte Uruguay.
"¿Por qué? Porque hoy por hoy ya no es solamente cumplir con una norma y marcar como en un check list 'cumplí con esto', sino que realmente hay que tomar la delantera. Hemos visto en latitudes que están más maduras con el tema, cómo las organizaciones realmente se han abanderado, se han posicionado y han logrado sacar ventaja a muchos aspectos", expresó. Sobre qué beneficios tiene este enfoque, la importancia de adelantarse y por qué los reportes de sostenibilidad son claves, dialogó con Forbes Uruguay.
¿Cómo está posicionado Uruguay en materia de sostenibilidad?
Tiene muchos retos, pero también un talento muy importante. La calidad humana de los profesionales es excelente y eso va a ayudar mucho a que se posicione rápidamente en el tema. El desafío más grande es tomar la decisión entre esperar la regulación o dar el puntapié inicial. Hemos visto muchas compañías en Uruguay que aunque no tengan un marco regulatorio obligatorio ya están dando pasos hacia la adopción de reportes o de acudir a organizaciones como la nuestra que lo tenemos incorporado hace un montón. Sería bueno que venga acompañado de un poco de orden regulatorio, pero tengo confianza en que los profesionales igual van a empujar el tema, porque ven la importancia y las oportunidades que se pueden abrir.
¿Los hace ser más competitivos?
Claro. Para entrar a mercados más premium va a ser como un deber ser, porque van a empezar a pedir información. Uruguay siempre lo ha hecho bien, pero esto genera una presión adicional. No solamente hay que hacerlo bien, sino que hay que tratar de ser pionero en el tema e impulsarlo, no esperar a que llegue la regulación para ponerse manos a la obra. Me pasa, por ejemplo, que hablo con empresas de capitales asiáticos que dicen: ¿y ahora qué hago? Justamente porque no eran pioneras. En cambio, para los que sí, esto es casi como una rutina, la sacan de taquito. El otro va a tener que remarla de atrás con una inversión más grande.
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Hacer reportes de sostenibilidad implica mucho trabajo de recolección de datos, análisis y reflexiones, ¿cuáles son los beneficios de hacerlo?
Primero, adelantarse a los pedidos. Va a haber organizaciones que pidan la misma información que está en el reporte y para eso la compañía la tendría que reunir de cero y a medida de lo que soliciten. Es más fácil ya tener un documento armado. Por otro lado, cuando llegue la regulación, las empresas que tengan el reporte van a estar en una posición mucho mejor, no las van a agarrar desprevenidas, ni van a tener que hacer todo a las corridas, que es mucho más complejo. Armar un reporte desde cero es un desafío. Es como si una empresa que no llevaba contabilidad tenga que hacerlo de un momento a otro. Además, en un momento algunas empresas van a dejar de acceder a financiamiento porque van a decir: si no lo tenés (el reporte) no invierto, no puedo prestarte o las tasas van a ser más altas.
Sin embargo, el armado del reporte implica "desnudar la empresa" y puede dejar al descubierto, por ejemplo, áreas de bajo rendimiento, ¿cómo se hace para encontrar un balance?
Creo que es el mismo desafío que tenemos con la información financiera, que también es clave para entender cómo le va una organización. Esto es igual, pero con foco en el impacto que las organizaciones tienen en esas tres áreas. Hay que ser selectivo en los temas que uno va a revelar en base a lo que pide la norma. También juega mucho el tema de doble materialidad que es ver qué es lo relevante para la organización y qué es lo relevante para los usuarios. Así se evita sobrecargar de información y desnudar cosas de repente no se quieren contar y a nadie le importan. Es necesario ser clave en ese ejercicio de entender lo que es requerido, más lo que es relevante. Eso ayudaría un poco con eso de no sobreexponerse.
¿Qué se espera en materia de sostenibilidad tanto a nivel de reglamentación como de tendencias?
Acá venimos un poco lento, aunque se han dado algunos pasos. El Banco Central elaboró una hoja de ruta, lo que da una señal de evaluar el tema y ver cómo ayudar a las entidades reguladas a adoptarlo, pero no hay nada concreto. Es más como una expresión de voluntad, de recorrer un camino y ver cómo Uruguay puede avanzar. También hay un montón de empresas que están poniendo foco en el tema. A nosotros en la oficina nos llegan bastantes consultas de personas que quieren empezar, pero no saben cómo hacerlo.
¿Les dicen que quieren ser más sostenibles?
No, eso no, porque significaría que ya tienen una estrategia. Es algo más como: vemos que este tema está en la vuelta, nosotros hacemos un montón de cosas que creemos que tienen punto de contacto, pero no tenemos ni idea de por dónde arrancar.
Están en el paso cero.
Claro. Ahí lo que hacemos es ayudarlos elaborando una hoja de ruta, vemos cómo abordar este tema y después se va trabajando en un plan que abarca diferentes aspectos. Por ejemplo, muchas veces hacen muchas cosas que están buenísimas, pero hay que ver cómo contarlas. No es solamente que digan lo que hacen, sino cómo lo miden, cómo lo transmiten, cómo hacen su reporte, en qué sistema lo capturan. Los apoyamos en eso. En el mercado hay mucho movimiento por parte de entidades que empiezan a ver la relevancia de ese tema. Por ejemplo, exportadores a los que les llegan requerimientos desde afuera, que ven competidores en la región con ese foco o que ven oportunidades de materializarlo. Es un poco aprender a contar la historia, eso es lo fundamental.
Sobre iniciativas vinculadas al medioambiente, Uruguay es pionero en un montón de cosas, el tema es que tiene que saber comunicarlo mejor. Podés hacer un millón de cosas, pero tenés que saber cómo transmitirlas hacia afuera. En eso creo que toda esta movida ESG puede ayudar, porque más allá de los regulatorio, es un marco que permite contar esa historia a los demás.
Me decís que Uruguay va lento, ¿cómo se puede hacer para acelerarlo?
Ahí es delicado. Depende un poco de crear conciencia en los distintos stakeholders de que esto es importante. Es el camino que han transitado muchos. También está lo que pasó en otras geografías que es el tema regulatorio, que al final es lo que termina empujando al resto. Aunque acá no hay un enfoque regulatorio mandatorio, empiezan a empujar las regulaciones de otros países. Uruguay no compite con las empresas que están acá, compite con europeos, brasileños, entonces si no te aggiornas por lo regulatorio, vas a tener la presión del mercado.
¿Qué papel juega la innovación en la creación de valor para los negocios sostenibles, y cómo puede una empresa mantenerse a la vanguardia?
Es fundamental. Es lo que nos da la capacidad de ser más competitivos, siendo más sustentables y bajando los costos. Si uno busca hacer siempre lo mismo es imposible lograr cambiar las metas. El bono no lo hubiéramos podido alcanzar si Uruguay no hubiese hecho un montón de inversiones antes para lograr alcanzar reducciones de emisiones de carbono.
También está la IA. Uno de los reportes que tenemos indica qué es lo que le preocupa más a los altos ejecutivos en el mundo en cuanto a los negocios y en primer lugar está el avance de la IA. El de sostenibilidad es el segundo, que para mí no es el primero porque venimos hablando mucho de eso y la IA tuvo una disrupción en el último tiempo. Pero va mucho por eso, en cómo puedo innovar para transformar mis procesos productivos, cómo presto mis servicios para lograr ser más sustentable y más competitivo.
