A Ruben Azar no le gustan las excusas y está acostumbrado a no encajar. Cuenta su historia de empresario en el rubro de la logística como si fuera una novela con episodios que van desde su sueño de curar el cáncer a trabajar para "pagar la olla" o el hito de construir un parque industrial que alojará inversiones por US$ 700 millones.
Entre contenedores y grúas transportadoras, reflexiona desde la sala de reuniones en su sede de 40.000 metros cuadrados encallada en el puerto de Montevideo: "Capaz que uno se llena de actividades para evitar pensar en temas más trascendentales que no tienen respuesta".
En ese afán por hacer y "hacer bien", Azar atravesó los diferentes capítulos que lo llevaron de repartir rulemanes por Buenos Aires a constituir una multinacional de capitales 100% uruguayos que lleva sus siglas: Grupo RAS (Ruben Azar Scarone).
Ahora, con el foco del negocio puesto en ser una tecnológica que hace logística, boceta los planes de expansión que se vienen, entre los que se encuentra participar activamente del negocio del Ferrocarril Central para lo que Grupo RAS ya invirtió US$ 40 millones.
Además, exhibe los logros de una compañía que despliega siete unidades de negocios en 11 países con una facturación bruta de US$ 500 millones al año que, en su gran mayoría, responde a negocios cerrados fuera de fronteras. A continuación, un resumen de su conversación con Forbes Uruguay.
Describís Grupo RAS como una tecnológica que hace logística,
¿qué peso tiene hoy en día el avance tecnológico en el negocio?
Nos tomamos muy en serio el tema de la tecnología, entendemos que el mundo está en un cambio de era y vemos cómo la tecnología nos invadió la vida. A partir de eso, decidimos invertir y transformarnos en una empresa de tecnología que hace logística.
Y lo que quiero para mi empresa, lo quiero para mi país. Yo creo que los países que no adopten rápido esa visión de cambios vertiginosos que no se ven venir, van a estar en desventaja. Dentro de 10 años no va a ser el mismo mundo y cambiará en base a tecnologías que aún no se inventaron. Hay que tratar de estar preparados. En ese camino también está, por ejemplo, la intención de invertir en startups de logística a través de (su fundación) Tecnolog. El fin que tenemos es que Uruguay esté en la primera línea de lo que es la frontera tecnológica en logística.
¿Qué números definen a Grupo RAS?
La empresa factura de forma bruta US$ 500 millones, el 80% corresponde a negocios fuera de Uruguay. Hoy realmente tenemos un ecosistema logístico en Uruguay, todas las empresas son propias y cubrimos el 100% de lo que es la cadena de suministros. Pero, a su vez, estamos en 11 países, la visión macro es la de replicar el modelo de Uruguay en todos. Hoy tenemos agentes exclusivos en todos los puertos del mundo.
De nuestras divisiones, Plus Cargo (transporte internacional) es la más internacionalizada, es muy reconocida en Europa y en China.
En esta área también tenemos Ras Transport, una empresa de camiones con flota propia en Uruguay y Paraguay. A su vez, somos nuestro propio broker de seguros en todos los países en los que tenemos presencia por medio de Ras Insurance. RAS Logística y RAS Distribution ofrecen operaciones aduaneras y distribución regional.
Además, RAS Internacional ofrece asesoramiento internacional para el desarrollo de negocios en la región y RAS Projects, gestión y carga de proyectos.
¿Qué inversiones tiene previstas la compañía en materia de infraestructura?
A nivel de infraestructura, además del Polo Logístico Nacional, Portuario y en Zona Franca tenemos el nuevo Parque Industrial Ruta 5 con 100 hectáreas en donde ya se ejecutaron inversiones por más de US$ 94 millones y se espera un total de inversión de US$ 705 millones a efectuarse próximamente entre la compañía y los clientes.
A su vez, genera 922 puestos de trabajo directos, 2.660 indirectos y otros 2.723 dedicados especialmente al área de construcción. En el parque industrial habrá también un edificio para oficinas corporativas, que tiene una parte afectiva porque lo diseñó Rafael Viñoly.
Todos estos negocios e infraestructuras se conectan a través de nuestra plataforma digital e-RAS, que, entre otras prestaciones, permite a los clientes desarrollar sus propios KPI y armar sus propios tableros para ver lo que les interesa y en la forma que quieran.
Es internacional y se adapta a todos los países en los que estamos operando.
Recientemente invirtieron US$ 40 millones para participar del Ferrocarril Central.
¿Por qué decidiste involucrarte en ese negocio?
Abarca el equipo ferroviario en sí mismo y también inversiones en ramales. Tomamos la definición de ser un operador ferroviario para darle servicio a clientes que lo estaban requiriendo y no encontraban solución.
Como nosotros ya teníamos el Parque Industrial que tenía vía férrea, al ver que no iba a haber soluciones rápidas para transportar esa mercadería, decidimos dar el paso y hacerlo nosotros mismos.
Pienso que son proyectos que a nivel país son importantes en cuanto a infraestructura y a capacidades instaladas.
¿Consideras que Uruguay puede ser un referente logístico para la región?
No solo lo considero, estoy muy convencido. Ya es un centro de distribución regional y exporta US$ 800 millones, según relevamos en el observatorio de la fundación Tecnolog.
Eso es la punta del iceberg, Uruguay tiene condiciones políticas y geográficas para triplicar, cuadruplicar o quintuplicar el negocio, con todas las externalidades positivas que tiene eso que son exportaciones de servicios.
El mercado es tan grande que no tiene techo.
¿Por qué no pasa hoy?
Porque hay cosas que tendríamos que hacer mejor como país, por ejemplo, ver cómo ser más competitivos en costos para las cadenas de suministro que utilizan a Uruguay como centro de distribución. Tendríamos que ser mucho más proactivos en la difusión internacional del negocio.
Uruguay no es conocido internacionalmente, mucho menos se sabe que es un buen punto para que las empresas puedan tener un centro de distribución para abastecer a la región.
Eso debería encararse a nivel país, como pasa por ejemplo con el turismo. Es un tema bastante árido entonces nadie se quiere meter, pero si no tomamos conciencia podemos no solo perder esa oportunidad, sino incluso ir para atrás.
¿Cuánto más caro está Uruguay con respecto a sus principales competidores?
Por poner un ejemplo concreto, mover un contenedor desde Montevideo a Córdoba te sale US$ 500 más que moverlo desde Valparaíso, en Chile, a Córdoba.
¿Le ves techo a la empresa?
No, una de las motivaciones que tengo para seguir al frente de la compañía es darme cuenta de que no hay límites y ¿por qué no soñar que una empresa uruguaya pueda llegar a jugar en las grandes ligas mundiales? Es hacia donde estamos yendo. A nivel latinoamericano somos un player importante, de ahí a ser un player importante en el mundo es un poco de trabajo más.
No venís de cuna de oro, ¿cómo llegaste a la logística?
De niño quería ser doctor y le decía a mi abuelo que quería descubrir el remedio contra el cáncer. En mi adolescencia nos fuimos a vivir a Buenos Aires y sufrimos problemas económicos.
Mi papá puso un almacén con mi tío. Los sábados salía con un carrito de rulemanes a hacer repartos por Congreso, en broma me dicen que ahí empecé a hacer logística.
Por temas familiares nos volvimos a Uruguay, mis padres se quedaron en Argentina, junto a mis hermanos vivíamos con mis abuelos y tuve que empezar a trabajar porque había que pagar la olla. Terminé el bachillerato en el liceo IAVA de noche y conseguí trabajo en un despachante de aduanas como cadete.
Cuando pude dar el examen de despachante de aduanas a los 21 años, lo hice.
¿En qué momento diste el salto de despachante de Aduanas a empresario logístico?
Tenía 30 años y comencé a trabajar con clientes de Argentina que además me pedían asesoramiento como agente de carga. En ese momento, con la Ley de Puertos Libres, decidieron hacer una asociación entre todas las agencias marítimas y despachantes de Aduana y yo no era ni una cosa ni la otra, quise entrar y me dijeron "vos no".
Terminaron haciéndome un favor porque finalmente fui a una terminal extraportuaria donde empezamos con un depósito de 1.500 m² y al año y medio ya teníamos 6.000 m² de depósitos llenos. Recién ahí conocí a una empresa brasileña, un holding, que tenía como nombre las iniciales de su fundador.
Cuando volví me pregunté: si él puede, ¿por qué yo no puedo ser Grupo RAS? Empezó como una broma, y así quedó.
¿En qué quedó la intención de curar el cáncer?
Hice hasta tercer año de la carrera de biología, pero llegó un momento que no podía hacer los prácticos obligatorios y trabajar. Siempre me quedó eso pendiente.
Un día tuve la oportunidad de hablar con el Dr. Dighiero —que trajo el Institut Pasteur a Uruguay— y le conté que siempre me había quedado con ganas de trabajar en eso y que estaba dispuesto a financiar algún proyecto que me gustara, pero mi condición iba a ser que me dejaran trabajar en el laboratorio. Así fue, entré en el laboratorio de glicobiología e inmunología tumoral con mucho entusiasmo.
Me tomé años semi-sabáticos para dedicarle a la biología, leí mucho y metí mano, estaba el 80% de mi tiempo ahí y el 20% tratando de manejar las cosas de la empresa. Eso fue así hasta la pandemia, en ese momento no fui más al Pasteur, me asusté de qué podía pasar con la compañía, cuando quise acordar estaba nuevamente atrapado en la empresa y hasta el día de hoy no pude salir de eso.
Mi idea es en algún momento volver.
¿Cuál es tu fórmula del éxito?
El 10% es suerte entendiendo que la suerte es preparación y oportunidad, 20% es inteligencia, talento o creatividad y sí o sí tiene que haber un 70% de esfuerzo continuo, de trabajo. Esto se aplica, creo yo, en cualquier cosa que quieras hacer bien en la vida.
FOTOS LEONARDO MAINÉ
*Este artículo fue publicado originalmente en Forbes UY del mes de Octubre de 2024