A comienzos del siglo XX, existía una pequeña localidad al sudoeste de Gales llamada Perram. Por su ubicación, cercana a la costa, se encontraba muy expuesta a los vientos del océano. Eso, sumado al clima frío, ventoso y con altos niveles de humedad, originaba permanentes lluvias en la región. Por eso sus habitantes debían vestir abrigos pesados e impermeables. Desde ese lejano lugar surgió el nombre de la compañía argentina Perramus, que en 2022 cumplió 100 años.
Por esa zona del Reino Unido comenzaron a instalarse pequeñas fábricas que desarrollaron tejidos compactos y abrigados que permitían soportar los fuertes vientos. Estos materiales contaban con un proceso de impermeabilización que mantenía las prendas siempre secas. En la Argentina, a principios de los años 20, comenzaron a importarse esas telas desde Gales y con ellas se confeccionaron los primeros abrigos. Así, en 1922 nació Casa Perramus, que fabricó los primeros pilotos con esa gabardina de lana impermeable. Su fundador: Marcos Meischenguiser, que llegó desde Rusia junto a su madre cuando era muy joven. Cuando al poco tiempo ella falleció, debió empezar a trabajar. Fue colectivero y trabajó en construcción hasta que un conocido le propuso asociarse para importar telas y vender impermeables. Esa propuesta, que parecía una salida transitoria, fue el inicio de un negocio familiar que ya tiene más de un siglo.
Años más tarde, su nieto, Diego Meischenguiser se hizo cargo de la empresa, reconocida por sus impermeables, y la transformó en una compañía que hoy es mucho más que ropa y accesorios para la lluvia: tiene 12 locales propios, 10 franquicias y sus productos se venden en 200 locales multimarca en todo el país. Su último ejercicio fiscal cerró con una facturación de $ 2.500 millones.
Meischenguiser todavía recuerda la felicidad de su familia cada día de lluvia. Los impermeables, los paraguas y las botas para chapotear fueron parte de muchos lindos momentos de su niñez. “Mirábamos por la ventana y festejábamos cuando comenzaban a caer las primeras gotas. Es algo que mi abuelo trasladó a mis padres, ellos a mí y yo a mis hijos”, rememora el actual CEO de Perramus.
- ¿Cuál fue el comienzo de su compañía y cómo eran los productos?
- Nuestra empresa empezó como una firma especializada en prendas impermeables. Importábamos una tela de lana que era pesada, abrigada y repelía el agua. Con ella comenzamos a fabricar el “perramus”, un impermeable clásico pero más abrigado. Bastante diferente de lo que hoy conocemos como un impermeable, que es realizado con una gabardina de algodón clásica. Luego se fueron incorporando otras líneas de productos, como pilotos de gabardina y sastrería. Históricamente, la marca estaba más focalizada en el hombre, aunque siempre tuvimos productos para la mujer. Hoy, el público femenino tiene gran protagonismo.
- ¿Cuáles son los principales desafíos que vivieron en este siglo?
- Fueron muchos. Atravesamos una Argentina con sus desequilibrios macroeconómicos, con una economía que a veces se cierra y luego se abre, que se expande y que se contrae, y con cambios de reglas del juego permanentemente. Atravesamos un montón de desafíos en estos 100 años, pero por suerte fuimos sorteándolos. La clave es tener siempre los pies sobre la tierra. Las tres generaciones que manejamos la empresa hicimos y hacemos todo lo que está en nuestro alcance planificando, tomando decisiones racionales y conservadoras. Nunca dimos un paso más de lo que podíamos dar. Muchas veces tomamos riesgos, pero no se ponía en juego la compañía. Y siempre nos amparamos en dos valores fundamentales: la calidad y la honestidad. La calidad del producto y la calidad en cómo nos manejamos en la vida; y la honestidad y la confianza. Estos valores nos ayudaron en los momentos de crisis. La confianza primó, por eso en épocas económicamente complicadas tomamos créditos bancarios, y tuvimos el apoyo de los proveedores y clientes que nos permitieron ir sorteando todos los obstáculos.
- ¿Cómo se encuentra el sector textil hoy?
- La industria de la indumentaria se encuentra en un momento raro, en un punto de inflexión. Estamos saliendo de la pandemia, situación que provocó que muchos centros de confección se desintegraran. Sostuvimos a la mayoría de la gente, pero lamentablemente no se pudo mantener a la totalidad. Por otro lado, nos cuesta mucho recuperar la capacidad productiva que teníamos antes del Covid. Muchos de nuestros proveedores se desarticularon o bajaron los niveles de producción, con lo cual tenemos muchas complicaciones para abastecernos de materia prima, de textiles o de elementos como broches, botones o cierres. Esos artículos son clave para nuestros productos, pero cuesta conseguirlos o abastecernos. Y cuando las economías están cerradas las importaciones son limitadas, lo cual complica aún más el abastecimiento.
- ¿Cómo está la demanda?
- Después de la pandemia, que afectó y puso en jaque a muchas empresas, hoy nuestro sector está en un auge. Hay mucho consumo, la gente está deseosa de reponer o cambiar la ropa que tenía. Por otro lado, los productos textiles son de fácil acceso, se pueden comprar rápidamente porque pueden pagarse en 12 cuotas y es una linda gratificación. Estamos desde hace un año con mucha demanda del público y las empresas que quedamos bien paradas estamos capitalizando eso con un gran crecimiento. Estamos llegando a valores prepandemia. Pero el gran desafío es el abastecimiento.
- ¿Cuáles son los planes?
- Los principales proyectos siguen siendo mejorar la propuesta comercial e intentar expandir la marca más allá de la Argentina. Aunque tenemos presencia en Uruguay, queremos desembarcar en nuevos países. Ese es el principal desafío. En el mercado local queremos seguir creciendo a través de la apertura de nuevas franquicias.
- ¿Producen todo lo que venden o importan?
- Fabricamos todo y todos los procesos productivos son internos. Hay solo una parte de la confección que se terciariza e importamos productos que no se pueden fabricar en el país. Tenemos 150 empleados entre producción, depósito y locales comerciales.
- ¿Cuáles son los desafíos en este contexto?
- Nuestra materia prima es importada, por eso estamos bastante preocupados con la situación actual. Si bien somos confeccionistas locales y el grueso lo fabricamos en la Argentina, la calidad que necesitamos de materia prima no se produce en el país, por eso necesitamos importarla. Siempre tenemos un plan de importación que acordamos con el Gobierno. Aunque hasta hoy se viene cumpliendo, las nuevas disposiciones de regulación del pago de las importaciones al exterior nos están complicando la operatoria. En el exterior no tenemos semejante crédito, con lo cual vamos viendo cómo solucionarlo. A veces logramos alguna financiación, en otros casos logramos stock de otras temporadas, pero esta es la mayor preocupación porque de lo que compramos afuera no hay reemplazo nacional.
- ¿Cómo están cerrando 2022?
- Excelente. Los locales comerciales crecieron mucho durante el último año. Al mismo tiempo, el consumo se incrementó fuerte. Estamos pensando en abrir nuevos locales y sumar nuevas franquicias. Estamos evaluando en qué zonas aún no tenemos presencia, pero debemos esperar que llegue el momento adecuado porque no tiene sentido expandirnos si no tenemos garantizado el abastecimiento. Sería imprudente.
- ¿Cuánto producen?
- Fabricamos 200.000 prendas. Nuestra colección se compone de 50 modelos de outerwear. Además, tenemos pantalones, camisas y suéteres. Contamos con 80 variantes de modelos. También vendemos accesorios como paraguas, gorros, bufandas, chalinas, guantes y marroquinería. Es un gran desafío mostrar toda la colección en un local comercial que no tiene muchos metros cuadrados.
- ¿Cuáles fueron los principales hitos desde que estás al frente de la compañía?
- Un gran año fue 2005, cuando se hizo un cambio de imagen corporativa. Además, transformamos por completo la vidriera y los colores de nuestro local emblemático en Sarmiento y Maipú. Esa transformación nos llevó a incrementar en gran medida nuestras ventas y nos dio el impulso para seguir replicando locales en otras zonas. Por otro lado, haber instalado locales propios en puntos estratégicos como zonas comerciales o shoppings nos dio una gran visibilidad. Además de esa transformación impulsamos los productos para mujeres. Entre 2002 y 2003 tomé la decisión estratégica de contratar diseñadoras especiales para realizar productos para mujeres y fue un punto de inflexión. Hoy, el 60% de la facturación proviene de prendas femeninas. Otro hecho significativo fue el desarrollo de una propuesta más grande, más allá de impermeables. Todavía recuerdo cuando iba al local de mi abuelo y la colección era netamente de impermeables azul y beige.