Forbes Uruguay
15 Enero de 2025 12.00

María Noel Durán

Los planes de Leandro Añón para exportar la marca La Tahona y duplicar su facturación en dos años

Los nuevos proyectos del visionario que decidió construir donde nadie veía potencial y hoy es hogar de deportistas, empresarios y presidentes.

Pionero, visionario, multifacético, em prendedor serial, piloto de tormentas, desarrollador. Todos estos sayos le ca ben a Leandro Añón, el hombre que a sus 31 años articuló el primer grupo inversor que se animó a construir en Camino de los Horneros. Lo que era tierra de nadie, empezó a tomar forma con Lomas de La Tahona y se convirtió en el hogar de empresarios, futbolistas e incluso del presidente de la República, Luis Lacalle Pou. 

"Cuando conocí a los cadáveres me hice empresario", bromea al recordar su pasaje por la Facultad de Medicina. Su inquietud lo obligaba a poner manos a la obra y a hacer. 

Siguió el linaje de sus ancestros emprendedores y trabajó en el sector financiero, el industrial y en el tecnológico cuando Internet no estaba siquiera en el diccionario, pero el real estate lo atravesó. 

Su familia fue la sexta en mudarse a La Tahona, donde echó raíces y sembró negocios que ahora se expanden por todo el país con barrios privados que proyecta en Mal donado, Salto y Paysandú. 

Leandro Añón de La Tahona. Fotos: Nicolás Garrido
Leandro Añón de La Tahona. Fotos: Nicolás Garrido

Ahora, entre las 10 empresas que componen el grupo, La Tahona factura US$ 20 millones anuales y espera duplicar este monto en los próximos dos años de la mano de nuevos proyectos residenciales, un hub de negocios inspirado en Silicon Valley y el impulso de la nueva generación que toma las riendas de la empresa. A ella, Añón le encomienda la tarea de dar un salto global y exportar el modelo de La Tahona a la región. 

A continuación, un resumen de la entrevista con Forbes Uruguay. 

En Canelones, solo entre 2020 y 2023 las áreas fraccionadas para barrios privados crecieron 73%. ¿Cómo te llevás con tanta competencia? 

Lo único que sabemos los emprendedores es competir. Cualquier grupo inversor compra un pedazo de tierra, pero tiene que obtener los permisos, hacer toda la infraestructura a su costo, lograr que la gente lo acompañe y construya. Es un proceso de 15 ó 20 años. 

Llevamos 33 años de La Tahona original. Es un rubro de muy fácil entrada, pero cada dos por tres hay gente que entra muy rápido y se come un porrazo. Son remadas largas para inversores pacientes y cumplidores. 

Hay que entender que uno maneja el patrimonio de otros. Hoy en La Tahona hay 1.500 familias que invirtieron, cada una tiene su título, hay US$ 800 millones en inversión inmobiliaria que son de la gente. 

¿Cuál es la receta para perdurar?

En la medida en que tenés trayectoria y músculo, la gente te acompaña. 

Nuestra mejor promoción hoy es el asado del fin de semana del vecino que vive ahí, no tenemos que hacer otra cosa. Cuando vamos a los amenities, tenemos casa club en los distintos barrios, viñedos, olivos, piscinas, gimnasios. 

Tenemos una infraestructura fuerte que hace difícil que un competidor llegue a la misma calidad de producto. Hemos invertido por 10 años en algunas cosas antes de mostrarlas en el mercado. Esto no se hace en menos de 30 años. 

¿Cuánto se valorizó la tierra en la zona? 

Subió mucho el valor. Desde ese punto de vista, toda la zona ganó. Cuan do alguien me hablaba de tierra bruta a más de US$ 8 me parecía un disparate. Hoy veo precios de US$ 40 y no toda la tierra bruta es desarrollable. 

¿Cuánto incidieron los barrios privados en el desarrollo económico del departamento? 

La zona explotó. Después de que se instalaron los barrios se formó un corredor industrial en la ruta 101 en un lugar donde no había trabajo desde hace 30 años. 

Mi amigo Jorge Tomasi vivía en La Tahona y tuvo la visión de que la compañía que gerenciaba, laboratorio Roemmers, debía instalar su planta en la zona.

Al final hicieron el Parque de las Ciencias y se instaló Mega Pharma (que involucra ese laboratorio y a otros cinco) con una inversión de US$ 110 millones. 

Leandro Añón. FOTOS: Nicolás Garrido
Leandro Añón. FOTOS: Nicolás Garrido

Eso es lo que hace un emprendedor, llevás lo que hacés a tu lugar, a donde vivís. Hoy ese mismo grupo de abandera dos de la ruta 101, entre los que están Tomasi y Fernando Pache, trajeron a Google, que instala su data center con una in versión de US$ 850 millones en la ampliación del Parque de las Ciencias. 

En La Tahona tenemos 1.100 familias, pero entran a trabajar 4.000 personas todos los días. Los comercios de la zona crecieron increíblemente. Está Car One, con Tienda Inglesa y 20 tiendas de primera línea, hay colegios, farmacias, deliveries. 

¿Cómo será en 20 años? 

Se va a duplicar. Solo nosotros vamos a crecer en los próximos 10 años lo que crecimos en los 30 pasados. En Camino de los Horneros vamos a desarrollar más de 200 hectáreas. Para esto ya tenemos la tierra y los permisos encaminados. 

¿No estamos cerca de un punto de saturación? 

De acuerdo a mi análisis hay un merca do para 10.000 unidades y, quizás, toda junta la oferta no llega todavía al 20%. En algún momento se podría saturar, pero no todos los proyectos se cristalizan ni todos son exitosos. Hay una de manda sostenida en el valor relativo de lo que es Uruguay. 

Nosotros desarrollamos de a 150 lotes, los vendemos y seguimos con 150 más. Esa es nuestra escala. No vamos a hacer nunca 10.000 de golpe, somos muy equilibrados. 

¿Pensás en exportar el modelo de La Tahona? 

Estuvimos mirando cosas en el sur de Brasil y en Paraguay. 

En Argentina hay alguna oportunidad, pero está tan desarrollada la industria y hay tan buenos jugadores que no sé si nos precisan. Hemos tenido conversaciones con gente de primera línea. Algunos jugadores, sin falsa modestia, nos miran como Nordelta. Somos en Uru guay el Nordelta de Argentina, pero ellos tienen un desarrollo de 1.600 hectáreas y La Tahona ronda las 600.

 ¿Qué tan ambicioso es ese proyecto internacional? 

Mis hijos Nicolás, Ignacio y Francisco trabajan conmigo. Es una nueva generación, de alrededor de 40 años, que tiene ese desafío de poder hacer un pequeño saltito más global y hay oportunidades. Tenemos socios que nos acercan oportunidades y estamos viendo dos proyectos en la región, uno en Asunción (Para guay) y otro en el sur de Brasil. 

Son de la misma escala que los que hacemos en La Tahona, entre 150 y 200 lotes, y arrancarían en la segunda mitad del 2025. Ya viajamos también un par de veces para otro proyecto de 60 lotes a pedido de un cliente en la isla Exuma en Bahamas. 

Lo nuestro es construcción de valor en el tiempo: la cifra actual de US$ 800 millones de inversión en La Tahona se va a duplicar en los próximos 10 años, porque si vas a jugar afuera, vas a otra escala.

 ¿Qué frase te gustaría que tenga grabada esta nueva generación? 

Compromiso con lo que hacen. El emprendedor tiene un fin de lucro, pero te mueve otra máquina desde adentro que es desarrollar. Ellos participaron desde el vamos. Iban cuando empezamos a construir los primeros hoyos de golf. Te diría que son más desarrolla dores ellos que yo, que tuve otras actividades. Nacieron en esto y siempre están mirando algún pedacito de tierra para desarrollar, está en su ADN. 

Entre fines de 2023 y 2024 La Tahona emitió Obligaciones Negocia bles (ON) por más de US$ 60 millo nes en dos series de un total de US$ 100 millones de deuda que planean colocar. ¿A qué lo van a destinar? 

Estamos desarrollando Cavas de la Tahona, que son casas de campo a las que vamos a sumar canchas de polo y un lago. Pero nuestro fuerte va a ser el de las oficinas con La Tahona Valley. 

Ya tenemos para construir las primeras cinco con una inversión de US$ 15 millones; comienza enseguida de la licencia de la construcción. Estimamos que esto es el 5% de lo que vamos a estar desarrollando. 

¿Cómo es el modelo de negocios de La Tahona Valley?

Ya tenemos cuatro empresas de tecnología y una constructora grande. Cada empresa hace su proyecto corporativo y estamos captando una pequeña porción de esos emprendedores que van a venir porque viene Google y porque la zona está caliente. 

Cada uno hace lo suyo y tienen algunas ventajas impositivas. Son inversiones, en promedio, de US$ 2,5 millones cada unidad y se van a instalar en unos 12 ó 15 meses. También pensamos en tener algunas para renta. 

Tenemos supermercados inteligentes interesados en el proyecto y amenities atractivas, como un pequeño apart hotel con piscina, gimnasio y servicios. El mercado de capitales no es muy utilizado por las empresas uruguayas. 

Leandro Añón de La Tahona. Fotos: Nicolás Garrido
Leandro Añón de La Tahona. Fotos: Nicolás Garrido

¿Por qué salieron a emitir ON? 

Ahí la Tahona se diferencia del resto porque desde 2008 tiene un track record de cinco emisiones y eso tiene que ver con mi experiencia en el negocio de las puntocom, tengo como una vocación hacia el mercado. 

También hay otros proyectos que los financiamos con inversión propia o socios. 

¿De cuánto es la facturación anual? 

Entre todas las empresas del grupo es tamos alrededor de US$ 20 millones, pero lo vamos a duplicar en los próximos dos o tres años. La construcción en valor económico es más redituable, una cosa es vender un metro cuadrado de tierra y otra de construcción. 

¿Cuál fue tu primer negocio? 

El primero trascendente fue una sociedad financiera que tuve con el socio con el que cofundé La Tahona, Enrique García de Zúñiga, pero enseguida después con él y Fernando Pache tuvimos La Cosechera, una industria que producía yerba mate, café y cacao. 

Pache y Compañía se dedica a hacer eso hasta el día de hoy. Lo hicimos entre tres amigos. Teníamos 25 años. 

¿De dónde viene tu inquietud em prendedora? 

Tengo un abuelo emprendedor, don Plácido Añón, que vino de Galicia con una mano atrás y otra adelante. Se enamoró de mi abuela por carta y la trajo para acá. Con los años fundó los bares Añón e hicieron mucha plata. 

Se mudaron a Carrasco y estaban ahí cuando se fundó el barrio, que era en el medio de la nada. Mi vieja también era muy guerrera. Enviudó conmigo en la panza, por que mi papá se murió de cáncer con 34 años. 

Era profesora, después puso una librería, fue gerenta de Manos del Uru guay, de Pasqualini. Fue un ejemplo de pelearla. Laburó hasta los 80 años. 

Fuiste protagonista en el auge de la burbuja de las puntocom como socio de El Sitio, que llegó a cotizar en Nasdaq. ¿Cómo recordás ese capítulo de tu vida? 

Participé de un grupo de emprendedores argentinos y uruguayos. La empresa llamada ElSitio.com fue fundada por Roberto Vivo y Roberto Cibrián Campoy. Llegamos a cotizar en Nasdaq en el 2000. Tuvimos un par de capitalizaciones privadas y nos instalamos en cada país de América Latina con oficinas. 

Fui el country manager de la operación en Uruguay y después me fui a trabajar con Vivo cuando El Sitio se fusionó con Claxson, una compañía de medios tradicionales donde llegamos a tener un canal de TV abierta en Chile, la mitad del mercado de radios en Chile, radios en Uruguay (Sarandí, Sport, Radio Fu tura y Disney, creada por este grupo). 

También llegamos a tener 14 canales de cable. En 2008, la compañía se vendió por partes, pero en el auge de las puntocom llegó a valer US$ 1.700 millones.

¿Qué aprendiste de todo ese raid?

Emprender es medio parecido en todos los rubros, más allá de sus especificidades. El primer aprendizaje, sin dudas, es ser piloto de tormentas. Cuando sos inquieto y tenés gente inteligente e in quieta alrededor te lleva la dinámica. Fue muy disruptivo todo ese proceso. 

En 10 años fuimos variando de negocio. Al principio era el lejano oeste de Internet, hicimos un portal para internautas que casi no existían. No había nada inventado y todos los días tenías que aprender a caminar de nuevo. 

Leandro Añón. FOTOS: Nicolás Garrido
Leandro Añón. FOTOS: Nicolás Garrido

Y terminaste en real estate... 

Lo que pasa que cada vez que viajaba, los fines de semana aprovechaba para jugar al golf y ver algún desarrollo inmobiliario y aprendí mucho de EE.UU., México, Chile y Argentina. 

Eso enriquece mucho, porque des pués lo podés aplicar en la escala local. La actual Intendencia de Canelones no mantuvo la tónica de Yamandú Orsi que favoreció el desarrollo de barrios privados. 

¿Qué esperás para los próximos cinco años? 

En 30 años hemos tenido períodos de avance y otros en que se congelaron los permisos. Es parte del juego de competir. Hemos esperado hasta siete años. Hay nubarrones que indican que algunas cosas se van a trancar o no se van a seguir permitiendo y otros que ya están auto rizados. 

Estamos acostumbrados a surfear las olas como vengan. Estos productos generan muchísima inversión y mano de obra en la zona... me cuesta creer que a la larga no se desarrollen. No creo que ninguna fuerza política los prohíba. 

¿Cuál es tu regla de oro para los negocios? 

Ser paciente, perseverante. No siempre en la primera vuelta las cosas te salen bien, hay que ser constante. ¿Y en real estate? Elegir la tierra por su ubicación y calidad. Tener claro el sueño que tenés sobre esa tierra. Ese fue el éxito original de La Tahona.

*Este artículo fue publicado originalmente en Forbes UY del mes de diciembre de 2024

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