La multinacional estadounidense Cargill tiene al ingeniero agrónomo Gabriel Di Giovannatonio como su country manager en Uruguay, algo no muy habitual en este tipo de compañías. El sabor "agridulce" que dejó la última zafra de verano, el peso de los costos en el negocio, las oportunidades para nuevos cultivos de invierno o la necesidad de formar recursos humanos para que un productor pueda tener un maquinista para su cosechera, fueron algunos de los temas que el ejecutivo abordó en entrevista con Forbes Uruguay.
¿Hace cuánto que Cargill está presente en Uruguay? ¿Qué le aporta a la compañía su presencia en el país?
Cargill hace 20 años que está operando en Uruguay. Fue una de las primeras empresas que ingresó al país con el boom de la agricultura que se dio en el principio de este siglo. La plaza uruguaya es muy interesante en sí por el crecimiento muy explosivo que tuvo la agricultura de la mano de los pools de siembra (buena parte de argentinos), que luego se supo reconvertir a empresas locales y de menor porte.
Pese a su alta estructura de costos, la compañía siempre ha visto en Uruguay como un país estable, muy profesional a la hora de comercializar, y con reglas de juego claras que dan previsibilidad al negocio. Si bien es una plaza chica, se puede agregar valor para la exportación de los granos que produce el país.
La logística tiene un peso central en este negocio. ¿Cómo está parado hoy Uruguay?
Este (la agricultura) es un negocio logístico, financiero y de manejo de riesgos. Uruguay está bien en infraestructura, no le sobra nada. Quizás cuatro o cinco atrás podía tener un poquito más de capacidad ociosa logística. El país tiene buenos puertos, un buen sistema de plantas de acopio de granos, bastante nuevo, y un sistema carretero que ha venido mejorando. En ese aspecto, la logística es buena. El talón de Aquiles son los costos. Cualquiera costo que tenga que ver con la energía, por ejemplo, es caro y eso te determina la competitividad.
En tema transporte somos 30%-40% más caros que la región, en servicios de acopio también somos sustancialmente más caros, 20%-30%. Cuando uno comienza a desglosar el porqué de esos costos en un país donde es tan fácil invertir, llegás al costo energético, el costo país, la flexibilidad laboral. En años de buenos precios como los que pasamos, esos costos se diluyen, pero en años de precios más desafiantes —como el que estamos viendo hoy— cada dólar que le sumás a la cadena te hace perder competitividad.
¿Le aporta algo al sector granelero que el puerto de Montevideo pueda llegar a un calado de 14 metros?
Para el sector de granos no es una mejora sustancial, principalmente porque los puertos de destino no tienen 14 metros. Podés tener algún ahorro de flete puntual en algún barco, pero no significativo para cambiar la logística de Uruguay como sí fue llegar a 12 o 13 metros en su momento. De todas formas, tener 14 metros te da la tranquilidad de que siempre vas a tener los 13 metros. Esto porque, a veces, por marea, falta de dragado o mantenimiento puntual, no podés asegurar los 13 metros. Tener 14 te da esa tranquilidad de que los 13 van a estar siempre.
Para nosotros lo más importante es seguir trabajando sobre el canal de Nueva Palmira, que es por donde sale el 70%-75% de los granos uruguayos. Ese es hoy el principal puerto granelero, la principal terminal de fertilizantes, y es el último puerto de la hidrovía. Mejorar el canal Martín García y el resto de los puertos del río Uruguay debería ser el foco porque es lo que está más cerca de la producción.
La última zafra de verano tuvo un buen arranque pero luego se opacó por el exceso de lluvias y la baja del precio de la soja sobre el final de la cosecha. ¿Ya está el número global de cosecha? ¿Qué balance hacen?
Los datos muestran que vamos a estar levemente por arriba de los 3 millones de toneladas; es una cosecha interesante para Uruguay. El balance es agridulce y más yendo a lo agrio por lo que se esperaba al inicio. Todos esperamos una recuperación después del fracaso del año pasado por la seca. Era una cosecha que venía evolucionando positivamente, pero el exceso de lluvias al final del cultivo nos dejó ese dejo más amargo. Fue una cosecha difícil, muy cara.
El gas es el principal insumo para secar los granos en Uruguay y es caro. Eso dejó mucha plata por el camino en todo lo vinculado al secado de granos, demoras de fletes y, en algunas zonas del país, problemas de calidad. Eso hizo que se encareciera toda la cadena y que no pudiéramos disfrutar una cosecha con mayores ganancias para el sector, que lo necesita. Además, los últimos lotes comercializados de soja se hicieron a US$/t 60-70 menos que al arranque de la cosecha.
La soja es el cultivo por excelencia en Uruguay, pero los últimos años el clima y los precios han dejado un margen relativamente magro en términos promedio. ¿Es previsible esperar que otros cultivos puedan tener más protagonismo en las futuras siembras de verano y/o invierno?
Es un buen punto. Me gusta siempre hacer cierto paralelismo en materia de precios hoy con lo que pasó en 2016, donde también veníamos de precios altos y sufrimos la bajada después. Una de las principales virtudes que tiene Uruguay es la diversidad de productos, tanto en invierno como en verano tenemos una mayor paleta de opciones. Destaco mucho lo del invierno porque en ese momento éramos trigo-dependientes y un poquito de cebada. Hoy tenemos cultivos de cebada más grandes y un área de trigo importante.
La compañía ha hecho mucho foco en la calidad del trigo con el manejo de la fertilización, algo que le está dando sus frutos a Uruguay. A su vez, tenemos que destacar la canola, que ya es un cultivo establecido y que hoy tiene muy buenas perspectivas en materia de precios, o cultivos alternativos como la carinata, que también es otra opción. En verano la paleta es más acotada, pero tenemos una buena rotación y complementariedad con invierno. La soja va a seguir mandando, pero el maíz puede ganar más espacio. La sinergia con la ganadería acá también juega un papel importante.
¿Al productor uruguayo le cuesta más que a otros tomar coberturas de precios, seguros, para su producción?
No comparto que al productor uruguayo le cueste tomar coberturas. Cuando te comparás con la región, en algunos indicadores estamos igual o más arriba. El forward (venta a futuro) ya es una cobertura de precio. En Cargill hemos sido impulsores de esas herramientas y hemos tenido una penetración interesante en segmentos de productores.
Después hay otros que no lo toman porque diversifican riesgo de otra manera, tienen otra capacidad financiera o directamente no le ponen foco a esa variable. Te diría que cada año alrededor del 20% de lo que producen los productores tienen algún tipo de cobertura más allá del forward. Ese es un porcentaje importante, aunque no todos los años se aplican las mismas herramientas en función de precios, volatilidad. Quizás falta llegar a más productores, pero en volumen, es interesante.
¿Qué aspectos de esos costos más micro debería encarar el próximo gobierno para darle mejor competitividad al sector?
La estabilidad parecería no ser negociable, pero es necesario darle más competitividad a los sectores que son pujantes y generadores de valor como es la agricultura. Tenemos que bajar el costo de la energía eléctrica y flexibilizar los acuerdos laborales a un mundo mucho más moderno. Ese no es un reclamo de las empresas, sino también de los propios trabajadores en tener esa "flexibilidad" en la vida.
La educación aplicada a un sector puntual me parece otro tema central. Hoy salís a buscar recursos humanos y es un desafío para toda la cadena. En la actualidad tenés a productores que no pueden conseguir maquinista para sus cosechadoras pagando sueldos muy por encima de la media. Falta gente capacitada o adecuar la jornada laboral para esa zafralidad. La reconversión del trabajo a las nuevas tecnologías es algo para abordar en el corto plazo. Y después está todo lo vinculado a la inserción internacional, donde hay que seguir trabajando para posicionar a Uruguay en una marca país.