Mientras trabajaban en relación de dependencia en distintas compañías, crearon una fanpage en Facebook casi por diversión, con el fin de compartir información y novedades sobre el mundo de la cerveza. Corría el año 2015, y a Lisandro de la Torre, Gastón Morgan e Iván Edelstein, amigos y socios del Club de la Birra, ni se les cruzaba por la cabeza renunciar a sus empleos formales. Tenían poco más de 25 años y estaban afianzándose en el mercado laboral, pero un día la fanpage llegó a los 30.0000 seguidores, la comunidad estaba cada vez más activa y pensaron que podrían dar un paso más con la venta de latas y botellas a domicilio bajo el formato de suscripción.
“El rubro en Argentina estaba creciendo a ritmos exponenciales -recuerda Edelstein-. Veíamos que los bares le daban prioridad a la cerveza pero no hacían foco en la gastronomía, y entonces empezamos a pensar en llevar nuestra fanpage Club de la Birra del canal online al offline, con una experiencia diferente y mucho foco en la comida”, cuenta Edelstein a Forbes.
Las reuniones con propietarios de marcas y cadenas gastronómicas fueron el siguiente escalón, y Edelstein le quedó grabada la frase que todos repetían al advertir que ninguno de los tres tenía experiencia en la industria: “Chicos, no se metan”. Fueron a las fuentes, recurrieron a las bases y le preguntaron a su comunidad de fans dónde les gustaría que abrieran el primer local del Club de la Birra. Mucha gente respondió Caballito. Recorrimos la zona y vimos que muchas marcas de primer nivel estaban desembarcando allí. Encontramos un local sobre la avenida Pedro Goyena, lo reservamos y comenzamos a trabajar en el proyecto de arquitectura, la carta y la selección de cervezas -recuerda Edelstein casi como si hablara de otra era-. Arrancamos detrás del mostrador, sirviendo cerveza, atendiendo y cobrando a los clientes. Ahí aprendimos muchísimo del negocio y logramos inculcar nuestra filosofía de 'buenas vibras' al resto de los empleados. Fuimos de los primeros bares en aceptar mascotas dentro del local y nos destacamos por la gastronomía, la atención y el ambiente cálido. La propuesta gustó desde el primer día y se volvió un clásico del barrio”.
Hoy, Club de la Birra tiene cuatro locales -los otros tres en Recoleta, Colegiales y el Hipódromo de San Isidro-, y nuevas aperturas en danza, como los que ya están en obra en Villa Devoto y Villa del Parque. Y cada una de las sedes tiene una historia particular, como la que hizo posible que una de las calles más transitadas de Recoleta recuperara su trajín. Se trata del negocio sobre Roberto M. Ortiz 1871, en esos 100 que se extienden frente al cementerio y donde alguna vez funcionó uno de los “socios” más antiguos que tenía el bar La Biela, ubicado en la esquina de Ortiz y Quintana. Se trata de La Munich, esa emblemática confitería de Recoleta que visitaba hasta el propio Gato Dumas cuando se escapaba de su propio restaurante para ir a comer las costillas de chancho a la riojana. En ese mismo espacio funciona desde hace algunos años uno de los más concurridos locales del Club de la Birra, que le dio una impronta más dinámica a la calle con la afluencia de gente más joven.
Testigos del furor y el cierre de muchas cervecerías artesanales, los tres socios siguen firmes con nuevas inversiones, una oferta de 13 canillas en cada una de sus cervecerías y unos 150.000 litros de birra que se expenden mensualmente en las diferentes barras.
-¿Cuál fue la primera inversión que hicieron en el proyecto?
Arrancamos el negocio con 100 dólares que se utilizaron para la venta de latas y botellas a domicilio. En ese momento hacíamos todo nosotros: visitábamos las fábricas de cerveza para seleccionar los estilos, armábamos las cajas y las entregábamos puerta a puerta después de salir de nuestros trabajos formales. Mientras tanto, la comunidad en redes crecía todos los días. Para el local de Caballito invertimos 195.000 dólares que no teníamos, y por eso salimos a buscar inversores que apostaron por el proyecto y confiaron en nosotros.
-¿Cómo se planteó el objetivo de crecimiento en estos diez años?
Desde el inicio nuestro objetivo fue crear una empresa sostenible en el tiempo. Los tres tenemos alma emprendedora, sabíamos que queríamos vivir de esto y hacer algo grande. Nunca fue un hobby. Si bien desde que abrimos el primer local comenzamos a recibir ofertas para abrir franquicias o expandir la marca, quisimos hacerlo de forma orgánica, paso a paso. Sabíamos que para crear algo grande necesitábamos aprender mucho del negocio y armar estructura con procesos y estandarización. En todo este tiempo desarrollamos manuales para estandarizar el negocio y profesionalizar la empresa.
-¿Apuntan al negocio de franquicias?
Tenemos una franquicia operativa. Nuestro modelo es mixto. Vamos a seguir abriendo locales propios y el desarrollo de franquicias será de forma orgánica, seleccionando cuidadosamente a los franquiciados y las locaciones.
-¿Cómo impactó la apertura del local en Recoleta, donde antes funcionaba La Munich?
La Munich fue un lugar emblemático en Buenos Aires y sabíamos que abrir allí nos daría muchísima exposición. A su vez, sabíamos que es una zona de alto tránsito y turismo. Vimos eso como un desafío para seguir mejorando y dar un salto de calidad. Armamos un local combinando hormigón, ladrillo a la vista, maderas como guayubira y laurel, plantas, sillones de cuero y mucho espacio al aire libre. Estamos debajo del gomero histórico de Recoleta, que es uno de los años más antiguos de la ciudad. Es un local con mucha mística. En el medio de la obra nos agarró la pandemia, fue durísimo pero nos tuvimos que poner creativos. Abrimos una dark kitchen para poder traspasar empleados desde Caballito, vendimos packs de hamburguesas y ribs para que la gente pudiera cocinar en sus casas, mejoramos el packaging del delivery y por suerte pudimos aguantar el local. Con esta apertura cambiamos el modelo de atención: pasamos de atender en barra a atender en la mesa con servicio personalizado.
.¿Cuántas canillas tienen y cuántos litros de cerveza se venden por mes?
Hoy contamos con 13 canillas diferentes. Seleccionamos los estilos con encuestas a nuestros clientes, estadísticas de venta y asesoramiento con consultores de cerveza. Actualmente, trabajamos con productores de primer nivel como SirHopper, Mur, Bierhaus y Minga, entre otros. También contamos con opciones industriales y cerveza libre de gluten. Vendemos más de 15.000 litros de cerveza por mes y los estilos más vendidos son: Honey, Scottish, Lager y American IPA. Nuestra hamburguesa más vendida es la Doble Cheeseburger que lleva doble carne smash, doble cheddar y pan con sésamo. Todas nuestras hamburguesas vienen con papas fritas y una sal especial creada por nosotros mismos. El proceso de smasheado consiste en aplastar las bolas de carne en la plancha caliente para generar la reacción maillard logrando una costra con muchísimo sabor. La carne se manipula lo menos posible y sólo lleva sal y pimienta.
-¿Qué los diferencia del resto de las cervecerías artesanales?
Estamos convencidos que nuestro mayor diferencial radica en el nivel de importancia que le damos a nuestros tres pilares: producto, servicio y ambiente. Tenemos una cultura de mejora constante y es por eso que buscamos la calidad en todas las áreas. Contamos con una gastronomía súper cuidada que utiliza los mejores insumos para ofrecer platos abundantes y caseros. Damos una atención personalizada y servicial, con capacitaciones constantes a nuestro equipos. Nos preocupamos por el desarrollo de proveedores estratégicos para que la operación sea lo más simple y estandarizada posible. Tenemos auditorías internas y externas con medición de mystery shopper, reseñas y NPS. El equipo está motivado y comprometido, y nuestra baja rotación de personal es un dato que sobresale dentro del mercado. Por último, creo que ofrecemos una experiencia honesta y equilibrada: calidad y variedad de productos con atención amable, en ambiente cálido y descontracturado.
-Pasaron diez años. ¿Cuáles son los planes para los próximos diez?
Estamos desarrollando un proyecto ambicioso con la apertura de 15 locales propios en los próximos seis años. Queremos ser la cervecería número uno de Argentina y nos estamos preparando para eso. Sabemos que luego del boom hubo una depuración en el mercado y quedaron los que hacemos las cosas bien. Confiamos en nuestro producto, en el equipo de gestión que tenemos y queremos que Club de la Birra sea el clásico de cada barrio. La cerveza es la bebida más elegida por los argentinos y queremos dar una experiencia en torno a eso. El que viene al Club sabe que se va a encontrar con excelentes cervezas pero una gastronomía de calidad y un servicio en constante mejora. Vamos a contar con dos formatos de locales: uno full como los que venimos haciendo, que son locales de más de 300m2, y otro formato más chico, con locales de 150 a 180m2. El primer local del formato más chico se encuentra en obra y apuntamos a inaugurar en julio de este año.