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Bernardo del Campo, fundador y CEO de ARTi
Negocios

Bernardo del Campo, CEO de ARTi: “Uruguay tiene todo para ser pionero en parques de secuestro de carbono”

Mariana Goday

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Gracias al biochar, que secuestra el carbono en la tierra, es posible lograr que un suelo muerto vuelva a ser productivo. Bernardo Del Campo, fundador y CEO de ARTi apuesta a que Uruguay sea referente en esta materia a nivel global y cuenta sus avances.

15 Julio de 2024 10.13

ARTi -empresa especializada en la producción de biochar- es una de las líderes mundiales en la industria. Mientras se prepara para comenzar a vender créditos de carbono, proyecta duplicar su facturación anual y abrir el primer parque de secuestro de carbono en Uruguay en Paysandú.  

Bernardo Del Campo, fundador y CEO de ARTi, habló con Forbes Uruguay sobre las oportunidades que implica para Uruguay apostar a la producción de biochar y por qué Uruguay puede picar en punta en este terreno.

¿Cómo llegás a fundar ARTi?

Soy ingeniero agrónomo, estudié en Uruguay y trabajé para el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y para la UDELAR.  Cuando estaba en el INIA conocí a una persona que me recomendó estudiar en Estados Unidos. Ahí me puse en contacto con varias universidades para seguir estudiando. Una de ellas fue Iowa State, que en ese momento empezaba a dictar un posgrado de biocombustible. Apliqué a la beca y quedé. En otro PHD estudié biocrudo (equivalente renovable al petróleo crudo, obtenido a partir de biomasa) y empecé a trabajar para petroleras para hacer biocombustibles. 

Luego apliqué a una beca con un proyecto de investigación grande y me salió por tres años para investigar los usos de biochar - una forma de carbón creada a partir de calentar biomasa- en distintas facetas industriales, para darle valor agregado a ese subproducto, que hasta el momento no lo tenía. A partir de ahí dije ´es el momento de empezar una empresa´. 

ARTi tiene 11 años de historia, ¿cómo fue el proceso hasta llegar a ser una de las empresas que lidera la producción de biochar y reactores de biocarbón en el mundo?

Empezamos los fines de semana a jugar con máquinas en la granja de un amigo y a hacer equipos para producir biochar en grandes cantidades, barato y de buena calidad, autosustentable y escalable.

El biochar nunca había sido algo lo suficientemente sexy para que los inversores digan ´tomá, acá hay plata´. Eso llevó a que -hasta hace cinco años atrás-, trabajáramos en proyectos aledaños para poder desarrollar esta tecnología. Y, en los últimos tres años, el cambio vino con la entrada con fuerza de los créditos de carbono.

¿Ahora el biochar sí es sexy para los inversores?

Ahora entró con más fuerza. Ponés el biochar en el suelo, con créditos de carbono, y tenés un montón de inversiones. Es el momento justo.

¿Cuáles son las líneas de negocio de ARTi?

En ARTi hacemos de todo. Es una industria que no tiene nada, si querés hacer algo, tenés que hacer lo anterior y lo posterior. Entonces, terminamos haciendo toda la cadena. Hoy el 70% del revenue viene de la venta de las maquinarias y equipos. Después hacemos consultorías, que representan un 20% del revenue actualmente. Como de esto no se sabe nada, los clientes antes de comprar maquinaria tienen que pasar por un proceso de consultoría e investigación para saber qué les sirve. Después de eso hacemos la máquina. 

Y el 10% viene de la venta de biochar, que es una enmienda que ayuda al fertilizante a ser más eficiente, al compost a ser mejor y al suelo a ser un mejor suelo.

Ahora -este año- estamos en proceso de comenzar a vender créditos de carbono. 

¿Cuáles son los planes a corto y mediano plazo para ARTi?

Somos bastante ambiciosos. Queremos producir muchas más máquinas. Estamos hablando de inversiones enormes para producir más máquinas y producir más biochar. A su vez, buscamos generar más conocimiento y desarrollar más consultorías. 

Y después, en secuestro de carbono, ya tenemos varios reactores de producción que estamos formalizando para empezar a hacer créditos de carbono para vender. De ahí salen los parques de carbono; vamos a hacer actividades industriales que tengan como objetivo principal secuestrar carbono. Eso es medio loco, ya tenemos un modelo que da plata y está pronto para comercializar. Y genera réditos ambientales. Vamos a validar estos modelos de parques, y luego los vamos a franquiciar para poner parques por todos lados.

Justamente, una de las últimas iniciativas de ARTi fue convocar a empresas y productores de Uruguay para crear el primer parque de secuestro de carbono. ¿Qué significaría esto para el país?

Uruguay tiene una oportunidad enorme de desarrollar esto y ser pionero. El lanzamiento de esta propuesta buscó captar voluntades para hacer esto realidad y fue muy bien recibido. Hemos hablado con muchas empresas con conocimiento que quieren implementar la tecnología. Poner esa gente en un mismo lugar y empezar a trabajar con un fin definido es absolutamente necesario. Uruguay tiene todo para ser un modelo mundial en esto, y las repercusiones pueden ser impensables.

Mi mensaje es que no se duerman. Van a pedir productos con estas características. Empiecen a dedicarle más recursos, más tiempo y más ganas. Hay otro mercado, la gente es distinta y los hábitos de consumo son distintos.

¿Cómo se reflejan estas apuestas en la facturación de la empresa?

Durante todos estos años crecimos orgánicamente. Hoy estamos en una especie de locura y pensamos en inyección de capital.

El año pasado fueron US$ 4 millones de facturación: tres en máquinas, casi un millón en consultoría y el resto en la venta de biochar. En venta de créditos de carbono, la facturación fue cero. 

Este año esperamos estar en más del doble, nuestro objetivo es hacer US$ 12 millones este año. En consultoría vamos a duplicar y en biochar a triplicar lo que teníamos. A su vez, este año empezamos con los créditos de carbono con proyecciones enormes. 

¿Cuál es el diferencial de sus máquinas con las que ya están en el mercado?

Hay máquinas carísimas -en las que a veces se pone mucha plata- y el producto final no paga esa tecnología. Y están los chinos, que esa complejidad la empiezan a abaratar. Nosotros estamos en el punto medio. Tenemos una máquina en la que podemos poner un montón de cosas, producir un muy buen biochar y acercarnos de forma más eficiente a los réditos económicos que los clientes quieren ver. Hay muchas máquinas muy caras que producen muy poco y máquinas muy baratas que traen problemas ambientales o que se rompen mucho. Ese know how es el que está asociado a nuestra máquina, con nuestro respaldo, y el que hace la diferencia respecto a otros productos. 

¿Cómo funcionan las máquinas que ustedes comercializan?

Nosotros nos especializamos en residuos. Con nuestra tecnología hacemos ese pasivo ambiental un activo, un producto que ahora mejora el suelo, mejora la sustentabilidad, reduce la contaminación, secuestra carbono y genera un suelo más productivo y saludable. Un solo reactor de pirólisis de ARTi tiene la capacidad de secuestrar anualmente lo mismo que secuestran 3.000 árboles en toda su vida.

¿Esta máquina ayuda a secuestrar el carbono y qué hace con él? 

Este biochar tiene 80% de carbono. El carbono no va al aire y queda en el suelo durante cientos a miles de años. Está secuestrado.

Ese biochar es como una esponja que está en el suelo. En esos poros hay más aire, más agua, más microrganismos, más nutrientes que se adhieren. Ese es el activo ambiental. Vos agarrás un suelo muerto y lo revivís. 

A un suelo agrícola, que no lo estamos manejando de la mejor manera, nosotros lo agarramos y lo potencializamos, tenemos suelos más vivos y una semilla crece mejor.

Un productor rural compra uno de estos reactores y lo lleva a su campo, ¿cómo sigue el proceso? ¿cómo funciona? 

Nuestras máquinas son simples, chicas, la enchufo a una casa si quiero. El primer paso es ubicarla, luego traemos la biomasa -que puede ser residuos de pastos, árboles, papel, cartón, algodones, entre otros. Luego molemos el material y lo ponemos en consistencia eficiente para la máquina. Entra a la máquina, empieza a calentar el material y llega un punto que empieza a producir gases combustibles. Esos gases salen, los combustionamos y ese calor hace que se cocine el material que está adentro, que es el que está produciendo los mismos gases; se sostiene solo. Ahí empieza a levantar la temperatura y empieza a producir le bio-carbón, que sale y se enfría para que no se queme. Ahí queda pronto para ser utilizado. 

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