La inteligencia artificial (IA) se masificó y popularizó tanto en los últimos años que hay cada vez más participantes del mercado que buscan su correcta regulación, como los que apuntaron contra Berkshire Hathaway, el grupo empresarial del famoso inversor Warren Buffett.
Tulipshare, un grupo de inversores activistas con sede en Londres que posee miles de acciones de Berkshire Hathaway, quiere que un comité de directores independientes supervise los riesgos asociados con la IA en las decenas de compañías del holding.
Detrás del argumento a favor de la regulación, radica la idea de que el uso indebido de la IA podría resultar en fugas de datos, intrusiones en la privacidad, interrupciones comerciales y abusos de los derechos humanos. Además, la influencia de Berkshire Hathaway en muchas industrias le da una oportunidad única para liderar la gobernanza de la IA.
En la reunión anual de la corporación el pasado mayo, Buffett dijo que no sabía nada sobre IA, pero no negó su importancia. De hecho, aclaró que la tecnología tenía un "enorme potencial para el bien y un enorme potencial para el mal". Por este motivo, Debbie Bosanek, asistente de Buffett, reveló que incluiría la propuesta de Tulipshare en su declaración de poder.
De todas maneras, Buffett y otros miembros del consejo se oponen de manera habitual a la emisión de informes o a la formación de comités independientes dentro de la junta que revisen las operaciones de Berkshire, ya que la descentralización permite que los negocios funcionen principalmente sin intervención desde los niveles superiores.
Incluso una propuesta presentada el año pasado para que directores independientes supervisaran la seguridad en el ferrocarril BNSF de Berkshire recibió solo un 3,6% de apoyo por parte de los accionistas.