Berkshire Hathaway, el grupo empresarial del famoso inversor Warren Buffett, cuenta con múltiples acciones en su cartera que generan miles de millones de dólares en beneficios año tras año. Lo curioso es que gran parte de estas compañías reparte dividendos, cuando el propio magnate no es fan de esta retribución.
En diversas entrevistas y reuniones de accionistas, Buffett enfatizó en que las empresas no deberían repartir dividendos todo el tiempo, sino que tendrían que utilizar una porción de las ganancias para reinvertir en el negocio y así aumentar el valor de la sociedad, lo que mejorará la situación de los inversores.
Además, de acuerdo al millonario, los dividendos son imposiciones para los accionistas, quienes muchas veces sólo prefieren seguir apostando por la compañía y no sacar el dinero.
Sin embargo, más del 80% de Berkshire Hathaway está invertido en sólo seis empresas que reparten muy buenos dividendos trimestralmente.
En primer lugar, Apple, que representa el 40,8% del portafolio, brinda US$ 0,25 por acción, lo que genera una rentabilidad anual del 0,5%. En segundo lugar, con un 11,8% del total, se encuentra Bank of America, que distribuye US$ 0,24 por acción (2,4% al año).
A su vez, Warren Buffett tiene un 10,4% en American Express, que paga cada tres meses US$ 0,70 por acción (1,2% por año). También cuenta con un 7,4% en Coca-Cola, el mítico fabricante de bebidas que reparte US$ 0,485 por acción trimestralmente hasta un 3% anual.
Por otra parte, su portafolio tiene un 5,9% en Chevron, que paga US$ 1,63 por acción y genera una rentabilidad por dividendo del 4% al año; y un 4,9% en Occidental Petroleum, que abona US$ 0,22 por acción y permite obtener un 1,4% al año.
Ahora bien, la razón de esta “paradoja” es simple: el inversor favorece a empresas que tengan grandes ventajas competitivas, estén dirigidas por un equipo confiable e inteligente y se encuentren en negocios consolidados.
Todas estas características prácticamente hacen que las corporaciones tengan una alta solidez financiera y se posicionen en la cima de sus respectivos mercados. Por lo tanto, pueden permitirse repartir dividendos entre sus accionistas sin que el potencial de crecimiento se vea afectado.