“Un buen comienzo”, así se titula el último reporte de Morgan Stanley sobre las primeras medidas del Gobierno Milei. La multinacional financiera sostiene que la corrección cambiaria está en línea con el objetivo de revertir los desequilibrios externos, que las directrices fiscales son ambiciosas y factibles y que los indicios de reformas parecen prometedores. “Tenemos una lectura positiva sobre el primer conjunto de correcciones y políticas macro”, aseguran.
Sin embargo, advierten que el tema cambiario va a tener que ser revisado en pocos meses para mantener la competitividad, ya que el crawling peg del 2% mensual no luce sostenible.
“Dejar que el tipo de cambio nominal avance a una tasa del 2% mensual durante más de un par de meses tras el importante aumento de la inflación en el corto plazo parece improbable. Como resultado, prevemos más correcciones cambiarias en el transcurso de 2024 para compensar una inflación más alta y así permitir una acumulación de reservas de divisas en línea con nuestras previsiones”, dicen.
Según sus cálculos, el tipo de cambio real se reduciría aproximadamente a $580 para el cierre del primer trimestre del 2024, un nivel por debajo del mínimo de $700 que consideran adecuado para asegurar un superávit de la cuenta corriente.
Respecto a la cuestión fiscal, son optimistas en que el Gobierno logre su meta de superávit fiscal en 2024, ya que la mayoría de los recortes propuestos no necesitan de la aprobación del Congreso y aquellos que si lo requieren es probable que tengan consenso.
Las proyecciones de Morgan Stanley consideran que la nueva gestión presidencial está subestimando los ingresos fiscales asociados con los impuestos a la importación y exportación, aunque también puede sobreestimar los ahorros asociados con recortes de obras públicas federales y transferencias a provincias.
“Prevemos una consolidación fiscal significativa de 4 puntos del PBI dividida casi a la mitad entre mejora de ingresos y reducción de gastos. Eso se traduciría en un superávit primario del 0,8% del PIB el próximo año, un desarrollo significativamente positivo con posibles implicaciones en la dinámica de la deuda”, anticipan.
Por otro lado, desde la entidad avizoran una inflación del orden del 25% en diciembre y enero, un desplome del consumo y un crecimiento de las exportaciones y la inversión.
“A medida que la inflación retroceda y las condiciones macroeconómicas se estabilicen, la recuperación impulsada por las exportaciones aumentará. obtener algo de ayuda primero de la inversión y después de un repunte gradual del consumo. La economía se recupera en 2025”, manifiestan.
Finalmente, le dan un lugar preponderante a la aprobación de reformas estructurales como la laboral, la impositiva, la jubilatoria y la desregulación de mercados en general “para proporcionar un sentido de sostenibilidad a las correcciones en curso, pero también para fomentar la inversión, la creación de empleo y el crecimiento económico”.