Mientras el mercado de acciones de EE.UU. cae por el temor a las consecuencias de la guerra comercial, la infraestructura se convierte en una alternativa en crecimiento para los inversores institucionales y, posiblemente, también para los individuos.
"Al pensar hacia dónde va el mundo, creemos que las alternativas, y la infraestructura en particular, tienen un lugar en las carteras de los inversores individuales", dijo Sean Klimczak, director global del negocio de infraestructura de US$ 55.000 millones de Blackstone, en una entrevista tras su participación en la tercera Cumbre anual Forbes/SHOOK Top Teams Summit en Miami.
En los últimos 15 años, la inversión en infraestructura se multiplicó por ocho en el ámbito institucional, con un aumento del capital invertido de US$ 150.000 millones a US$ 1,3 billones. Entre las asignaciones de los fondos de pensión, según Klimczak, la infraestructura pasó del 1% al 6% en el mismo período.
A pesar de este crecimiento, los inversores privados y particulares siguen sin acceder masivamente a inversiones alternativas, como la infraestructura. Según Klimczak, solo poseen entre 1% y 3% de sus activos en inversiones alternativas, en comparación con el 35 % de los fondos de pensión y el 60 % de las dotaciones. Para él, esto es una oportunidad perdida.
La infraestructura ofrece rentabilidad atractiva, diversificación y protección contra la inflación, sostiene Klimczak. En el contexto actual, con una correlación del 60% con la renta variable global y una correlación negativa con la renta fija, representa una cobertura contra la volatilidad del mercado. "Esta es una clase de activo que superó a la renta variable global en los últimos 20 años, con la mitad de la volatilidad y el doble de rentabilidad que el S&P 500", afirma.
En enero, Blackstone recaudó más de US$ 1.000 millones para un nuevo fondo de infraestructura, conocido como BXINFRA, dirigido a personas con al menos US$ 5 millones. Es una muestra del crecimiento del negocio de gestión de patrimonios privados, mientras más inversores particulares recurren a inversiones alternativas como la infraestructura.
A medida que esta clase de activos crece, la definición de infraestructura se amplió más allá de puentes y túneles. Aunque algunos inversores expandieron el término, Blackstone mantiene su criterio. "Buscamos activos tangibles o negocios de concesión, con capacidad para absorber la inflación, barreras de entrada elevadas y menor volatilidad", dice Klimczak. "Por eso, apostamos a negocios regulados o contratados", aseguran.
Un ejemplo es AirTrunk, el mayor operador de centros de datos de la región Asia-Pacífico, adquirido por Blackstone por US$ 16.000 millones en septiembre de 2024. Con una presencia el doble de grande que su competidor más cercano, la empresa tiene contratos de alquiler a largo plazo y se espera que la demanda se triplique en seis años. Este sector tiene altas barreras de entrada por la escala y los requisitos energéticos de los proyectos.
Además de sus apuestas en infraestructura digital —es el mayor inversor en centros de datos del mundo, con una cartera de US$ 80.000 millones—, Blackstone también invierte en servicios públicos, como Northern Indiana Public Service Company (NIPSCO), una de las de mayor crecimiento en EE.UU. "Es una empresa de servicios públicos regulada con baja volatilidad (un 50 % menos que el S&P 500), pero con una proyección de crecimiento superior al 10 % anual en la próxima década", explica Klimczak.
En el sector del transporte, Blackstone adquirió en febrero Safe Harbor Marinas, el mayor operador de puertos deportivos de EE.UU., por casi US$ 6.000 millones. La demanda de embarcaciones sigue alta, mientras que la oferta de puertos deportivos cae. "El cliente promedio de Safe Harbor lleva más de siete años en la empresa; se trata de relaciones a largo plazo con potencial de crecimiento", afirma Klimczak.
En cuanto a infraestructura europea, Klimczak la califica como "la mayor dislocación actual", con el mayor descuento respecto a EE.UU. en dos décadas. Muchos activos europeos siguen siendo sólidos, pero cotizan con descuento por temores económicos. Las inversiones de Blackstone en Europa incluyen el aeropuerto de Roma y ASPI, uno de los mayores operadores de autopistas de peaje del continente. Para Klimczak, estos son negocios esenciales con flujo de caja estable, sin importar las condiciones del mercado.
Mientras los inversores enfrentan un escenario incierto, Klimczak cree que la infraestructura mantiene una posición privilegiada. "Siempre hay incertidumbre", señala. "La Reserva Federal no pudo reducir la inflación y ahora enfrentamos un entorno de tasas de interés altas por más tiempo". Sin embargo, considera que la infraestructura demuestra su valor en estos momentos, ya que protege contra el aumento de costos y la volatilidad del mercado. "El 80 % de nuestros ingresos están indexados a la inflación o tienen ajustes de precios", explica.
Klimczak sostiene que el capital privado jugará un rol clave para cerrar la brecha de financiamiento de infraestructura. "Es evidente que los gobiernos federales y estatales no tienen el capital necesario", dice. "Los mercados privados tendrán que aportar", precisa.
La estrategia de Blackstone se mantiene: enfocarse en activos tangibles, equilibrar la cartera entre sectores e invertir en industrias que crecen más rápido que el PIB. "Nos permite estar en el centro de nuestras estrategias para distintos escenarios", concluye Klimczak. "Las autopistas de peaje y los aeropuertos no dependen del S&P 500".
*Con información de Forbes US.