El banco HSBC decidió sumarse como agente cofinanciador del Fondo de Innovación en Energías Renovables (REIF, por sus siglas en inglés). A través de este fondo de las Naciones Unidas, Uruguay promoverá proyectos privados de electromovilidad, hidrógeno verde y economía circular. El REIF maneja un monto de US$ 10 millones y Naciones Unidas participa como agente financiador con hasta un 30% en cada operación. Como el financiamiento se va recobrando y no tiene plazo límite para su ejecución, la capacidad de financiamiento superará los US$ 10 millones con tasas de interés bonificadas y plazos mayores a los habituales.
Durante su visita por Montevideo por dos días —donde mantuvo una nutrida agenda de reuniones con agentes del gobierno y clientes del banco— la directora de Finanzas Sustentables para México y América Latina en HSBC, Mariuz Calvet, dialogó con Forbes Uruguay y dejó sus impresiones sobre cómo está cambiando el rol de la banca a la hora de apalancar proyectos y por qué gradualmente se dejará de brindar asistencia financiera a iniciativas que no contribuyen a una disminución en las emisiones de efecto invernadero.
¿Dónde pondrá foco HSBC dentro del REIF?
Es muy positivo y valioso que Naciones Unidas esté proporcionando asistencia técnica a las empresas en Uruguay. La asignación de US$ 3 millones para consultoría demuestra el compromiso en preparar a las empresas en términos de reporting y capacitación, para que el financiamiento no se limite únicamente a la entrega de fondos, sino que se inicie un proceso de transformación en las empresas. Esto es especialmente importante para las pymes, ya que suelen carecer de los recursos internos necesarios para abordar estos aspectos. El foco bajo el REIF estará en movilidad-transporte y energías renovables, no solo en la generación sino en la utilización, por ejemplo, con fuentes de almacenamiento para aprovechar las horas donde hay exceso de energía que se pierde.
Cada vez más empresas se están comprometiendo con la sostenibilidad, trasladándolo a sus decisiones de negocio. ¿Cómo impacta esto en el sistema financiero?
El sector financiero está redefiniendo su papel para convertirse en un aliado de la sociedad y contribuir al desarrollo sostenible. Es crucial movilizar el capital hacia actividades económicas sostenibles, lo cual implica que los bancos participen en esta movilización y tengan en sus portafolios a empresas que están adoptando modelos de negocios más sostenibles. Sin embargo, esta transición también conlleva riesgos para los bancos, ya que deben evaluar los riesgos y oportunidades asociados con la sostenibilidad de las empresas en las que invierten.
A pesar de estos desafíos, cada vez más entidades financieras reconocen la importancia de la sostenibilidad y la gestión responsable de riesgos para garantizar su rentabilidad a largo plazo. La demanda de opciones financieras sostenibles y los avances en la medición y divulgación de información sostenible están impulsando esta transformación en la industria.
¿Tienen productos puntuales que apunten a acelerar esa transformación? ¿Qué características tienen y cómo se evalúan?
Hemos desarrollado productos específicos, denominados productos vinculados a la sostenibilidad, para ofrecer a nuestras empresas y clientes gubernamentales. Están diseñados para brindarles beneficios en términos de margen o tasas de interés, en función de su desempeño sostenible. En colaboración con el cliente establecemos indicadores de sustentabilidad que definen los objetivos a alcanzar durante la vigencia de la transacción o el crédito.
Estos indicadores pueden estar relacionados con aspectos sociales o ambientales, y el cliente nos muestra año tras año el progreso y los avances hacia dichos objetivos. En función de su desempeño, podemos realizar ajustes favorables en las condiciones del financiamiento. Sin embargo, también es posible que se produzcan ajustes desfavorables si el cliente no logra avanzar en la dirección deseada.
En el ámbito de la sostenibilidad, la transparencia es un aspecto fundamental. Manteniendo una interacción cercana con el cliente, evaluamos cómo y por qué está progresando en relación con los indicadores establecidos. Esta evaluación nos permite determinar si debemos realizar ajustes favorables en su beneficio.
Hoy no existe un criterio único y armónico en cuanto a las normas de certificación de sostenibilidad. Cada país o región parece tener sus propias reglas.
Sí, es cierto que el proceso de estandarización de los datos en materia ambiental, social y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) ha experimentado avances, pero aún no se ha logrado una estandarización a nivel global. Existe una falta de homogeneidad en la regulación de los países, y la cantidad de regulaciones en la Unión Europea y otros mercados difiere significativamente de las existentes en América Latina y Estados Unidos.
Aunque en Estados Unidos se ha propuesto la regulación por parte de la Securities and Exchange Commission (SEC), aún no se ha establecido una regulación similar a la que ya existe en la Unión Europea y otros mercados. Además, los marcos de reporte y la comprensión de lo que es sostenible y lo que no lo es, así como lo que las empresas deben reportar, también presentan desalineaciones.
Existe un esfuerzo considerable para establecer consensos y alinear los criterios de reporte en materia de sostenibilidad, pero aún hay trabajo por hacer en este sentido. Uno de los desafíos actuales es que las empresas reportan diferentes temas, incluso dentro del mismo sector, lo que dificulta la comparabilidad.
Sin embargo, al estandarizar los indicadores de desempeño, podemos lograr la comparabilidad entre empresas de diferentes países y tamaños. Por ejemplo, se puede comparar el desempeño de una empresa de cemento en México con una en Japón, siempre y cuando midan los mismos indicadores.
¿Qué metas tiene HSBC en cuanto a financiamiento en materia de sostenibilidad? ¿Cómo está corriendo esa carrera la región?
A nivel global, se han establecido metas ambiciosas para movilizar entre US$ 750.000 millones y US$ 1 billón hacia actividades sostenibles en los próximos años, lo que se conoce como financiamiento sostenible. En el contexto de Latinoamérica, aunque aún no contamos con regulaciones específicas en cada país, hemos observado que muchas empresas tienen un entendimiento de la necesidad de transformar sus modelos de negocio hacia la sostenibilidad, incluso en un entorno pre-regulatorio.
Es importante destacar que estas empresas suelen ser las más grandes, cotizadas en bolsas de valores o expuestas a las presiones de los inversionistas y los mercados. También participan en índices de sustentabilidad. Sin embargo, reconocemos la necesidad de brindar capacitación, entrenamiento y apoyo a las empresas medianas y pequeñas.
En HSBC, estamos desarrollando plataformas de apoyo para ayudar a estas empresas a comprender qué temas deben medir y por qué. Además, sabemos que las empresas medianas y pequeñas en América Latina pueden beneficiarse del impulso de las grandes empresas a través de sus cadenas de valor.
A medida que las grandes empresas divulgan y rinden cuentas sobre su desempeño en sustentabilidad en toda su cadena de valor, esto motivará a muchas empresas medianas y pequeñas a adoptar mejores prácticas, medirlas, divulgarlas y presentar informes al respecto. América Latina viene performando muy bien respecto a las metas trazadas por HSBC a nivel global.
¿Cómo está parado Uruguay en esa transición?
Uruguay se destaca como una tierra de oportunidades en el ámbito de la sostenibilidad. Es notable el impulso hacia las energías renovables en el país, con una matriz energética mayormente basada en fuentes limpias, lo cual no es tan común en otros países de América Latina. También se observan esfuerzos significativos en agricultura sostenible, como en la reducción de emisiones de metano, y en movilidad sostenible y electrificación del transporte. Uruguay tiene un avance especial en estos aspectos.
Además, el país ha establecido una hoja de ruta para convertirse en uno de los principales exportadores de hidrógeno verde. Es alentador ver que esto se trata de una estrategia nacional, independiente de los partidos políticos, lo cual demuestra un enfoque a largo plazo clave para avanzar en sostenibilidad.
¿La banca dejará de financiar proyectos o empresas que no contribuyan a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero?
El banco está implementando políticas sectoriales de reducción de emisiones financiadas. Es importante tener un enfoque gradual y progresivo para reducir las emisiones de CO2 en cada sector. Al establecer metas claras de reducción de emisiones financiadas, el banco está enviando un mensaje a sus clientes de que ciertas actividades pueden no ser financiadas en el futuro si no cumplen con los criterios de sostenibilidad y reducción de emisiones.
Es comprensible que ciertos sectores, como el petróleo, el gas, la energía, el carbón, las cementeras, las industrias del aluminio y la automotriz tengan mayores emisiones de CO2 debido a la naturaleza de sus operaciones. Establecer metas de reducción de emisiones financiadas para estos sectores demuestra un compromiso con la transición hacia una economía baja en carbono. El banco ha tomado una postura clara en cuanto a ciertas actividades que ya no se financiarán, como un nuevo campo petrolero.