El miedo de muchos trabajadores en la actualidad es llegar al momento de la jubilación con pocos ahorros, deudas y bajos ingresos, lo que impactaría negativamente en la calidad de vida. Para evitar esta situación, es necesario seguir una serie de pasos muy importantes que deben ser analizados con bastante anticipación.
Organizar las finanzas actuales
En primer lugar, para planear el futuro, se debe conocer la situación financiera actual. En esta instancia, hay que tomarse algún momento del día para hacer un repaso sobre los gastos fijos y variables que llevamos, los ingresos, las deudas, el patrimonio total, las inversiones, etc.
El objetivo es entender al detalle “dónde nos encontramos” en términos económicos. Posteriormente, hay que aprovechar para recortar la mayor cantidad de gastos posible para aumentar la capacidad de ahorro.
Buscar fuentes de ingresos alternativas
Posteriormente, hay que tratar de buscar fuentes de ingresos alternativas a la principal. Un trabajo extra, un pequeño emprendimiento de compraventa de productos o el desarrollo de servicios profesionales son algunas de las opciones que hay que contemplar para ganar más dinero.
Evidentemente, no se trata de pasar todo el día trabajando sin poder disfrutar de la vida, pero sí de aprovechar parte del tiempo muerto para obtener una rentabilidad que nos ayude en el futuro al momento de retirarnos.
Pensar en “achicarse” financieramente
Cuando somos relativamente jóvenes y tenemos buenos ingresos, podemos darnos el lujo de consumir bienes y servicios por puro placer, aunque nuestra capacidad de ahorro se vea ligeramente afectada, y de vivir en grandes y cómodas casas. No obstante, para evitar el “estrés financiero” en el retiro, es importante pensar en ir “achicándonos” paulatinamente.
Si tenemos dos o tres coches, podemos quedarnos con solo uno; si tenemos una casa con tres habitaciones vacías, podemos mudarnos a un departamento más pequeño; si estamos suscriptos a múltiples servicios y membresías de entretenimiento que muy pocas veces utilizamos, es momento de quedarnos con los mínimos indispensables. A esto se le llama “achicarse financieramente”, a eliminar todo lo que nos quita dinero directa o indirectamente.
Todo lo que ahorremos de gastos de mantenimiento, seguros e impuestos puede resultar insignificante en el presente, pero marcará la diferencia luego de jubilarnos.
Proyectar los gastos futuros
Por otro lado, es necesario realizar una proyección de gastos futuros, incluyendo los efectos de la inflación, aproximadamente. De esta forma, podremos estimar cuánto dinero necesitaremos mensualmente en el retiro.
Contemplando el estilo de vida actual y el futuro “achicamiento” financiero, se puede armar una estimación bastante precisa, al menos nominalmente.
Armar una estrategia de inversión
Por último, para llegar a la jubilación con una sólida posición financiera, llega el momento de armar una estrategia de inversión compatible con nuestros objetivos y perfil de inversor.
Si somos jóvenes y estamos lejos del retiro, tenemos que empezar a centrarnos en activos financieros que tengan el potencial de revalorizarse mucho con el paso del tiempo, a pesar de que tengan más volatilidad.
A medida que avanzamos en el tiempo, tenemos que ir rotando hacia activos que distribuyan una renta periódica y sus precios no fluctúen violentamente, ya que el objetivo será conservar y proteger todo el patrimonio acumulado a lo largo de los años. La clave está en tratar de obtener beneficios que alcancen para hacerles frente a los gastos que previamente estimamos.
En caso de que no sepamos cómo hacerlo, siempre existe la posibilidad de contactarnos con un asesor financiero calificado, al igual que cuando acudimos al médico por un dolor de cabeza o consultamos con un abogado por temas legales.