El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de Estados Unidos creció a un ritmo del 8,5% interanual en julio, cuando en junio la canasta había aumentado un 9,1% año a año. De esta forma, el dato fue mejor de lo esperado por el mercado, que proyectaba una inflación del 8,7%.
En respuesta, Wall Street festejó. En la misma jornada, el índice S&P 500 subió un 2,13%, mientras que el Nasdaq 100 centrado en tecnológicas avanzó un 2,85% y el Dow Jones, el menos volátil, un 1,64%.
Con estos movimientos, incluyendo la jornada de hoy, los índices se recuperan alrededor de un 17% desde los mínimos de junio, en promedio, llegando a valores no vistos desde abril y mayo.
“El mercado tuvo una recuperación fenomenal en muy poco tiempo. La idea de que la inflación tocó techo pareciera ser el principal driver de esta subida”, expresó Diego Matianich, jefe de Investigación en Inversor Global. No obstante, aclaró que hay varias cuestiones importantes que invitan a pensar que hay una “sobrerreacción” del mercado.
“En primer lugar, bajan fuerte los inventarios de crudo. Eso podría volver a impactar en el precio del barril y complicar el descenso inflacionario. Por otro lado, el IPC está bastante manipulado (si se calculara cómo en los años ochenta, la inflación estaría en torno al 16%). Además, los precios de los productos básicos siguen subiendo fuerte (y eso es lo que más complica a los consumidores)”, enumeró el experto.
Es importante recordar que el precio del petróleo cayó más de un 7% en julio y cerca de un 8% en junio. En lo que va de agosto, acumula una baja del 4%; desde el máximo relativo de junio, ya retrocedió un 24%, aproximadamente.
“Creo que aún estamos lejos de una solución al problema. Los miembros de la Fed comentaron recientemente que es un dato optimista el de julio, pero insisten en que la Fed seguirá subiendo tasas este año (y el que viene)”, detalló Matianich.
Y concluyó: “Pondría el foco en algunas señales que son negativas para lo que viene, como la reducción de contrataciones en grandes tecnológicas. Además, los costos laborales siguen aumentando y la productividad, disminuyendo. Pareciera ser un proceso largo y complejo, donde saldrán beneficiadas aquellas compañías resilientes a la coyuntura y cuyos múltiplos de valoración sean más que razonables”.