La crisis bancaria desatada durante la última semana en EEUU y Europa meten presión sobre la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED), que entre el martes y el miércoles deberá decidir si nuevamente incrementa la tasa de interés de referencia en su objetivo por controlar la inflación.
Después de un año de aumentos de tasas permanentes como consecuencia de una inflación rebelde, el organismo se enfrenta a un escenario muy vidrioso signado por el derrumbe de varios bancos regionales que trasladó los temores de una crisis financiera a todo el sistema.
La FED camina en un estrecho desfiladero donde se ve amenazada por varios factores que condicionan fuertemente sus decisiones.
Por una lado, si aumenta la tasa de interés en una gran magnitud, corre el riesgo de afectar severamente el nivel de actividad, los precios de los activos y desactivar los estímulos para la inversión, lo cual podría llevar al inicio de un ciclo recesivo.
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Por otro lado, si elige un sendero de ajustes de un menor ritmo y tamaño, se enfrenta al peligro de tener que convivir con un tasa de inflación durante mucho tiempo, lo que a largo plazo también afectará el nivel de actividad, el precio de los activos, el valor del dólar, pudiendo terminar también en una recesión.
El camino recorrido hasta el momento muestra una pendiente muy inclinada y un ritmo de ajuste muy agudo que, con todo, no llegó a desalentar la voracidad de consumo y, en consecuencia, los niveles de inflación.
Hace exactamente un año, el 16 de marzo de 2022, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) decidió el primero de los ocho aumentos de tasas de interés que concretó hasta el momento, al dejar atrás un insólito rango entre 0% y 0,25% que se inició cuando Alan Greenspan ocupaba el sillón de la FED.
A pesar de todos los ajustes, desde el 0%/0,25% inicial hasta el 4,25%/4,50% actual, la economía de los Estados Unidos debió convivir con un índice de inflación que superó largamente el 9% anual a mediados de 2022.
Tampoco la política de absorción de liquidez, que buscó restar combustible a la inflación, sirvió de mucho.
A esto se sumó que la devolución de bonos del Tesoro y de títulos garantizados con hipotecas que la FED rescató de las entidades financieras, a partir de 2008, no mostró ser efectiva, a pesar de que el organismo restó unos 95.000 millones de dólares mensuales del sistema.
Y aquí el primer punto que los analistas ponen sobre la mesa y se preguntan si no hubiese sido mejor aumentar el efectivo mínimo a los bancos, para quitarle capacidad prestable a los hogares y con ello restarle fuerza al consumo y a los precios.
"La FED deberá reconocer que llegaron tarde al juego, que la inflación ha sido más persistente de lo que esperaban. Por lo tanto, probablemente deberían haber endurecido antes. Dicho esto, dado el hecho de que la Reserva Federal ha ajustado las medidas tan agresivamente como lo ha hecho, la economía sigue siendo muy buena", dijo Gus Faucher, economista jefe de PNC Financial Services Group, citado por la agencia Bloomberg.
Pero apareció un cisne negro. A pesar de que los ajustes en la tasa de interés y la absorción de casi 600.000 millones de dólares parecen no haber dado los resultados esperados para derrotar la inflación, semejante torniquete habría contribuido a ser uno de los factores principales de la reciente crisis bancaria, algo que fue potenciado por el manejo particular de cada una de las entidades afectadas.
Mientras la urgencia de neutralizar la inflación se lleva toda la atención, la FED y todo el sistema financiero deberá moverse en un sendero aún más intrincado, mientras los analistas advierten sobre la necesidad de revisar los mecanismos de control de las entidades.
¿Cómo es que la FED no advirtió los problemas de las entidades? ¿Cómo es que fallaron o se adulteraron las pruebas de stress financiero? ¿Hubo exceso de confianza en la supervisación? ¿Hay ligereza en las auditorías externas de los balances de los bancos, algo que salpica, entre otras, a las Big Four, las principales compañías contables del mundo?, son las preguntas que formulan los analistas.
Esto se verá recién a partir de mayo cuando finaliza la tarea de revisión de esa supervisión.
Por ahora, la crisis comienza a narrarse pero está claro que deja muchos daños colaterales, no sólo a partir de los ajustes de tasa de la FED sino también a partir de una crisis bancaria que surge en entidades regionales, dedicadas a financiar industrias de alta capitalización, muy sólidas en apariencia, con activos muy seguros como los Bonos del Tesoro, valores respaldados por hipotecas y bonos municipales, pero muy débiles ante la volatilidad.
Muchos analistas de Wall Street apuntan contra el cuartel general de la FED en Washington, a los que sindican como los "grandes responsables" de la crisis bancaria.
No sólo atribuyen esa responsabilidad por su política de tasas cero durante muchos años sino también por la velocidad de ajuste de su indicador de referencia en el último año.
La fuerza de suba de tasas sirvió para moderar la inflación pero también provocó que ante el alza de tasas de interés, la paridad de los Bonos del Tesoro cayera y eso afectó el patrimonio de las entidades financieras que tenían esos títulos como su principal activo.
Este parecería ser el corazón de la crisis: Activos, de altísima calidad, con una abrupta caída de paridad, generada por la suba de tasas de la FED; préstamos a largo plazo a empresas de desarrollo incipiente y de nichos de mercado muy apetecibles, pero sin flujos de fondos abundantes en lo inmediato y pasivos; depósitos de corto plazo, muchos de ellos utilizados como capital de giro que opera como mecanismo de autofinanciación de los particulares, ante el encarecimiento del dinero.
Esto fue lo que ocurrió con el Silicon Valley Bank, el banco 16° del país. No sólo un descalce de plazos sino también fuerzas contrapuestas y a velocidades diferentes, que no sólo ahora amenazan a los bancos sino también a quienes recibieron su financiamiento. La palanca se quebró.
Todo este mecanismo deja desnudo al directorio de la FED, en un escenario aislado en el que en tres días deberá tomar una decisión crítica.
Por último, de cara a la reunión de mediados de semana, analistas, operadores e inversores parecen coincidir en una proporción de 4 a 1 que la FED se inclinará por un incremento de 25 puntos básicos, según una encuesta desarrollada por el CME Group, una de las principales entidades bursátiles del mundo.
*Por Miguel Angel Rouco, para Télam