Por primera vez en más de 30 años, las prioridades estratégicas de la Argentina en materia comercial parecen alejarse del Mercosur tal como lo conocemos y está planteado en los documentos fundacionales del bloque regional, para buscar nuevos horizontes y modalidades de vinculación.
Así lo aseguraron a Forbes varios analistas tras evaluar las implicancias de la propuesta de negociar un tratado bilateral de libre comercio con Estados Unidos, lanzada hace unos días por el presidente Javier Milei, en ocasión de su viaje a ese país para reunirse con el presidente electo Donald Trump en su mansión de Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida.
Pero no es el único suceso que viene a patear el tablero de la estrategia comercial vigente, que tiene al Mercado Común del Sur como piedra angular y al vínculo con Brasil como una relación privilegiada, más por la cercanía geográfica y la escala de su mercado que por la complementariedad productiva de las respectivas economías.
El dilatado acuerdo Mercosur-Unión Europea, que después de dos décadas de negociación alcanzó un entendimiento en la faz técnica a fines de junio de 2019, todavía tiene en lista de espera la firma del documento final. Mucho más aún falta para la ratificación necesaria por parte de los parlamentos de los países involucrados. Así, ese acuerdo también genera dudas sobre los pasos a seguir.
Se suponía que durante la reciente Cumbre del G20 en Río de Janeiro se darían pasos sustantivos y se alcanzaría la fumata blanca, pero el endurecimiento de Francia -azuzado por multitudinarias manifestaciones de los agricultores en ese país- y de otras naciones comunitarias alejó la posibilidad de la rúbrica.
En carpeta de la Cancillería argentina están esperando, con diversos niveles de avance, acuerdos con Corea del Sur, Japón, Canadá, el EFTA (Noruega, Suiza, Islandia, Liechtenstein) y Emiratos Árabes Unidos, pero todo requieren la negociación conjunta a través del Mercosur, según la normativa vigente.
Fueron acuerdos que se habían impulsado durante la administración de Mauricio Macri, junto con el acuerdo Mercosur-Singapur, el único de ellos que logró cerrarse a fines de 2023.
Nuevos vientos
En este contexto, analistas sostienen que hoy la agenda geopolítica internacional impone un cambio de estrategia, dejando atrás la etapa de los grandes tratados de libre comercio con países o bloques comerciales para privilegiar acuerdos bilaterales o sectoriales.
En algún sentido, el tren de las ventajas arancelarias vía firma de acuerdos de libre comercio generales ya pasó y, una vez, más Argentina se quedó en el andén.
Brasil está tomando la iniciativa. En el marco de la guerra comercial y de aranceles que se avecina entre Estados Unidos y China, los presidentes de Brasil y China, Luiz Inácio "Lula" da Silva y Xi Jinping, acordaron el pasado 20 de noviembre durante la Cumbre del G-20 en Río la apertura del mercado chino a uvas frescas, sésamo, sorgo, harina y aceites de pescado provenientes de Brasil.
La habilitación de ingreso al sorgo brasileño por parte de China busca desplazar las compras de este producto que hasta ahora le hacía a Estados Unidos.
Marcelo Elizondo, especialista en negocios internacionales y presidente del capítulo argentino de la International Chamber of Commerce (ICC), destaca que hoy en el mundo hay vigentes más de 360 tratados de integración regional y "70% de todos los intercambios planetarios ocurren sin carga arancelaria en frontera".
Pero agrega que hoy la geopolítica está siendo "un gran condicionante" del vínculo económico a nivel global y "las empresas han comenzado a ponderar a la geopolítica como circunstancia relevante", tomando en cuenta factores como la revolución tecnológica, la reconfiguración de las redes transfronterizas de generación de valor -ex cadenas globales de valor- y los cambios sociológicos/regulativos que modifican exigencias de consumo.
Dante Sica, socio fundador de Abeceb y exministro de Producción y Trabajo de la Nación, sostiene que "hoy hay una coyuntura internacional marcada por cambios geopolíticos y tecnológicos que generan una oportunidad para avanzar en acuerdos bilaterales", y destaca que "la etapa de los grandes acuerdos comerciales -como el Mercosur- está quedando atrás".
En este punto, considera el reciente acuerdo firmado entre Argentina y Brasil para la provisión de gas natural de Vaca Muerta al vecino país, como un modelo de los acuerdos que se vienen a nivel mundial y que Argentina debería aprovechar. La exportación de litio, GNL, limones, biodiésel o camionetas podrían entrar en esta categoría.
¿Adiós Mercosur?
"Tal como está hoy el Mercosur, no le sirve a Argentina", dispara Sica, pero advierte que los acuerdos vigentes con los socios del bloque no le permiten al país avanzar con el acuerdo propuesto por Javier Milei con Estados Unidos. Respecto del acuerdo con Unión Europea enfatizó que "hay que firmarlo y terminarlo".
"Argentina debería tener capacidad de negociación, pero para eso hay que dar un volantazo de 180° con el Mercosur", explica Sica. En su visión, hay que ir a un cambio de estatus de la actual unión aduanera imperfecta que es el Mercosur, con regulaciones e innumerables perforaciones del Arancel Externo Común a una zona de libre de comercio, más flexible y que permita negociar en forma bilateral o por sectores.
Fernando Landa, presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA), coincide en que hoy el Mercosur representa un corset para avanzar en nuevos acuerdos comerciales.
Recordó que, al inicio de la gestión de Diana Mondino en la Cancillería, Argentina elevó una propuesta para ir a un esquema de negociación individual pero no fue aprobada y "el artículo 32 del acuerdo impide negociar en forma independiente". Ya Uruguay y Paraguay habían intentado avanzar en ese sentido hace un par de años, aunque sin éxito.
Consultado sobre la política arancelaria que se presume tendrá la nueva gestión de Donald Trump a partir del 20 de enero, Landa consignó que la aplicación de elevados aranceles, en especial a China, anticipa un escenario de conflicto comercial global.
Argentina no ofrece ningún riesgo potencial en la política de nearshoring o reshoring (relocalización de las cadenas de aprovisionamiento), explicó el titular de CERA, sin embargo, aclaró que "no podemos entrar a un acuerdo de libre comercio con cepo".
El aspecto central es que además de las ventajas arancelarias "los beneficios de los TLC se dan por la inversión. "Argentina necesita tener una agenda muy firme de competitividad", anticipa Landa y recuerda que hoy exportamos impuestos, hay demoras en los recuperos de IVA, retenciones a las exportaciones, problemas de logística y "gastos portuarios increíbles".