El 2024 fue uno de los años más atractivos para el oro, ya que el metal dorado se disparó un 28% hasta alcanzar nuevos máximos nominales históricos de alrededor de US$ 2.700 por onza. No obstante, la tendencia alcista no alcanzó para incentivar a los inversores de fondos cotizados en bolsa (ETF, por su sigla en inglés).

Específicamente, el mercado liquidó ETF de oro por cuarto año consecutivo en 2024, aunque a un ritmo mucho menor que en 2023, incluso cuando la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) comenzó a flexibilizar su política monetaria.

Aunque el optimismo respecto a los posibles recortes de las tasas de interés en 2024 impulsó una recuperación parcial de los ETF de oro, los resultados de las elecciones estadounidenses de noviembre interrumpieron ese auge.

La victoria electoral de Donald Trump fortaleció al dólar, lo que desató una nueva ola de ventas de esos fondos cotizados en bolsa.

Como consecuencia, los precios del oro cayeron desde su máximo histórico, mientras los inversores redirigían su capital hacia otros activos, como las acciones y el bitcoin. En concreto, la cotización bajó alrededor de un 5% desde el pico.

En tiempos de incertidumbre política y económica, los inversores suelen recurrir al oro como refugio seguro. Durante la pandemia de 2020, adquirieron ETF de oro, pero dos años después comenzaron a venderlos cuando la Fed empezó a subir las tasas de interés para controlar la inflación.

Simultáneamente, los riesgos geopolíticos derivados de los conflictos en Ucrania y Oriente Medio llevaron a los bancos centrales de los mercados emergentes, los inversores asiáticos y los consumidores a buscar oro físico como una herramienta para diversificar sus carteras y protegerse, lo que disminuyó la demanda de los ETF de oro.