Uno de los hombres más odiados de Wall Street es el candidato de Trump para secretario de Comercio: esta es su historia
Reconocido por su carácter controvertido y su habilidad para los negocios, su historia revela tanto momentos de resiliencia como denuncias de conductas poco éticas y destacan su conexión con Donald Trump y su reciente nominación.

En la mañana del 27 de julio, el CEO de Cantor Fitzgerald, Howard Lutnick, subió al escenario en Bitcoin 2024, un evento realizado en Nashville, Tennessee, que reunió a miles de fanáticos de las criptomonedas. Entre los asistentes se encontraban figuras destacadas del universo MAGA, como Vivek Ramaswamy, Robert F. Kennedy Jr. y el propio Donald Trump. Durante su charla de 20 minutos, el corpulento y calvo empresario de 63 años defendió con vehemencia a Tether, una criptomoneda vinculada al dólar estadounidense, y anunció el lanzamiento de un negocio inicial de financiamiento de 2.000 millones de dólares para ofrecer apalancamiento a inversores de Bitcoin. Pero antes de comenzar con su discurso, relató una historia conocida.

El 11 de septiembre de 2001, Howard Lutnick, CEO de Cantor Fitzgerald, llevaba a su hijo mayor a su primer día de jardín de infantes cuando un avión impactó el World Trade Center, donde se ubicaban las oficinas principales de la empresa, entre los pisos 101 y 105. Aquella mañana, los 658 empleados de la firma presentes en el edificio murieron, incluidos el hermano de Lutnick, Gary, su mejor amigo Doug, 28 pares de hermanos y un par de hermanas. Describiendo el ambiente cercano de su oficina, Lutnick recordó su estrategia de contratación: "Solo queríamos trabajar con personas que nos agradaran".

A partir de la tragedia, Lutnick se comprometió a donar el 25 % de las ganancias de la firma a las familias de las víctimas durante cinco años, una promesa que cumplió con un desembolso de 180 millones de dólares.

Veintitrés años después, Lutnick se presenta como un modelo de patriotismo y determinación. Incluso Donald Trump, al anunciar su nominación como secretario de Comercio, destacó los eventos del 11 de septiembre, describiendo a Lutnick como "una inspiración para el mundo" y "la encarnación de la resiliencia frente a una tragedia indescriptible".

Es una historia real y, sin dudas, inspiradora. Sin embargo, Howard Lutnick también tiene un lado oscuro, que surge en documentos judiciales y en conversaciones con quienes hicieron negocios con él. Durante años, según afirman, él y su firma sacaron dinero de clientes, inversores y colegas, lo que llevó a un exsocio a describirlo como "el tipo más odiado de Wall Street". Su imperio multimillonario —que incluye dos empresas cotizadas en bolsa y un banco de inversión privado— está lleno de conflictos de interés, problemas de registros contables que datan de décadas y disputas internas que persisten hasta hoy. "Toda la firma se trata de joder a las personas", comentó un exempleado. "Es cuestión de exprimir a la gente".

Lutnick maneja su empresa como una sociedad, pero no hay dudas de quién tiene la última palabra. Con una fortuna que supera los 1.500 millones de dólares, se paga a sí mismo como un rey, reduciendo las ganancias de los socios. "Podía hacer lo que quería", afirmó un exsocio. Según una demanda presentada el año pasado en un tribunal federal, Lutnick obligó a los empleados a recibir entre un 10 % y un 20 % de su salario en unidades de la sociedad. Aunque al principio parecía una buena idea, se convirtió en un problema cuando intentaron retirar ese dinero. 

Los acuerdos otorgaron supuestamente a Lutnick la autoridad exclusiva para retener pagos a exempleados que, según él, violaban cláusulas de no competencia definidas de manera amplia. Se estima que el 40 % de los exempleados no recibió todo su dinero al dejar la firma, según la demanda, que afirma que todo formaba parte de un esquema para engañar a los empleados y enriquecer a Lutnick. "Solo paga si quiere pagarte", aseguró otro excolega. Las empresas de Lutnick solicitaron que se desestime la demanda.

A través de un portavoz, Howard Lutnick rechazó ser entrevistado para esta historia. Sin embargo, cuenta con defensores que sugieren que algunas personas no son lo suficientemente fuertes para enfrentarlo, o lo suficientemente inteligentes como para leer los acuerdos de sociedad, que, según estima un ejecutivo, tienen unas 700 páginas. Incluso quienes lo apoyan no están dispuestos a compartir sus opiniones públicamente. "La gente le tiene mucho miedo", afirmó un excolega. "Vi estas cosas de primera mano. Vi el acoso. Vi la agresión", completó.

Donald Trump,  anuncia  la nominación de  Howard Lutnick como secretario de Comercio.

La combatividad podría ser exactamente lo que Donald Trump busca en su secretario de Comercio, especialmente si está acompañada de lealtad. A principios de 2021, cuando gran parte del mundo empresarial quería alejarse de Trump, Howard Lutnick permaneció a su lado. En ese momento, Trump comenzaba a formar una empresa de medios y tecnología, con el sueño de crear una alternativa a Twitter, aunque aparentemente no estaba dispuesto a invertir mucho de su propio dinero. Lutnick parecía el candidato ideal para financiar el proyecto. Con casi 40 años de experiencia en finanzas, había aprovechado diversas tendencias de Wall Street, incluida la más reciente: las empresas de adquisición con propósito especial (SPAC), que inyectan liquidez a empresas privadas para llevarlas al mercado público.

Lutnick tuvo una reunión por Zoom con dos exconcursantes de The Apprentice que ayudaban a Trump a desarrollar el negocio. "Llamada increíble", escribió el equipo de Trump en notas obtenidas por Forbes. "Howard dice que dejemos de lado otras SPAC. Volará el 30 de marzo para reunirse con el presidente".

Trump y Lutnick se conocían desde hacía años y compartían muchas similitudes. Ambos amasaron fortunas en Nueva York durante la década de 1980, uno en bienes raíces y el otro en Wall Street. También operan de manera similar, saltando de un esquema para generar dinero a otro, y en ocasiones atrayendo la atención de las autoridades por temas relacionados con fraudes, mala contabilidad y lavado de dinero. Ambos tienen un carácter duro y un gusto por las cosas exclusivas. Lutnick, por ejemplo, vivió en un apartamento de Trump Palace con un mayordomo inglés antes de comprar una casa de 985 metros cuadrados justo al lado de la residencia de Jeffrey Epstein. (Un portavoz afirmó que Lutnick "nunca tuvo ninguna relación con el señor Epstein").

Trump y Lutnick también tienen una diferencia clave. El presidente electo tiende a evitar los detalles; durante su primer mandato, sus asesores aprendieron a simplificar sus presentaciones con viñetas. Lutnick, en cambio, se obsesiona con los detalles, habiendo construido su carrera al obtener pequeñas ganancias de transacciones enormes, explorando cada rincón de Wall Street: acciones, bonos, swaps, futuros, derivados, criptomonedas y SPACs.

Esa diferencia se hizo evidente durante las discusiones sobre el negocio de medios de Trump. Nunca destacado por su habilidad para evaluar a las personas, Trump terminó obteniendo financiamiento de un jugador más pequeño, a quien la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) luego acusó de cometer fraude como parte del acuerdo. Lutnick, por su parte, siguió adelante y encontró otra empresa similar a la de Trump: Rumble, que ofrecía una versión amigable para MAGA de YouTube en lugar de Twitter. A través de Cantor Fitzgerald, Lutnick la llevó al mercado en septiembre de 2022 mediante una SPAC, ganando una fortuna gracias a una estructura de acuerdo favorable, aunque pequeños inversores terminaron perdiendo dinero. "Si no estás al nivel de Howard", dijo un exsocio de Cantor, "sos solo otro obstáculo en su camino", remarcó.

La atención al detalle de Lutnick se muestra ahora en su nueva asociación con Trump, quien lo designó copresidente de su equipo de transición antes de nominarlo como secretario de Comercio. Mientras el presidente electo se concentra en su cuenta de redes sociales y en nominaciones que capturan titulares, Lutnick se sumerge en la selección de los funcionarios de menor rango que realmente ejecutan el trabajo diario del gobierno.

Cantor Fitzgerald interactúa con todo tipo de agencias y departamentos federales, lo que plantea preocupaciones evidentes de conflicto de intereses. Sin embargo, mientras el equipo de Trump evalúa a personas para agencias como la Comisión de Comercio de Futuros de Materias Primas (CFTC), que multó a la firma de Lutnick con 6 millones de dólares por problemas de registro en 2022, parece probable que Lutnick simplemente siga avanzando, sin preocuparse demasiado por las quejas de los organismos de control ético. "Solo le importa él mismo", comentó un exempleado. "Trump es presidente por su propio beneficio. Howard Lutnick dirige su negocio de la misma manera. Son dos gotas de agua", subrayó.

El hijo del medio de un profesor universitario, Howard Lutnick creció en Long Island y desde temprano mostró habilidad para hacer dinero. De niño, compraba paquetes nuevos de figuritas de béisbol, los mezclaba con figuritas viejas y vendía los paquetes rearmados. Algunos eran un "premio mayor", con cinco figuritas nuevas, mientras que otros tenían solo una. A los demás chicos les encantaba la sorpresa, pero Lutnick disfrutaba la certeza de saber que podía vender esos paquetes rearmados por tres veces el costo de los nuevos.

La vida se complicó en su adolescencia. La madre de Lutnick murió cuando él tenía 16 años, y su padre falleció cuando tenía 18. Esto dejó a Lutnick y a su hermana mayor a cargo de su hermano menor, Gary, que tenía 15 años. Howard continuó sus estudios en el Haverford College, en Pensilvania, donde los fines de semana recibía a Gary, quien asistía a un internado. Lutnick se graduó en 1983 con un título en economía y volvió a Nueva York para unirse a Cantor Fitzgerald, dirigida entonces por su carismático fundador, Bernie Cantor, quien se convirtió en su mentor. Cantor, apasionado por el arbitraje, saltaba de una oportunidad a otra, siempre buscando una ventaja. Finalmente encontró su nicho como corredor en el multimillonario mercado de bonos del Tesoro. Aunque el trabajo era poco glamoroso, le permitió a Cantor disfrutar de un estilo de vida lujoso; incluso llegó a pasar la noche en la Casa Blanca como invitado de Bill Clinton.

Lutnick dejó una impresión rápida. Dos años después de graduarse, ya operaba con clientes personales de Cantor. "Bernie no escuchaba una mala palabra sobre el chico", dijo un exejecutivo de la firma a Forbes hace casi 30 años. "Si le presentabas pruebas de que Howard cruzaba la línea, él decía: 'No te preocupes. Es joven. Va a aprender'", comentó. En 1991, cuando Lutnick cumplió 30 años, asumió la gestión diaria de la firma.

 

Lutnick también incursionó en el sector inmobiliario, comprando un puñado de empresas y luego fusionándolas en Newmark, que terminó una escisión de BGC en 2018.

La controversia no tardó en aparecer. Lutnick rodeó la empresa de amigos y familiares, incluido su hermano menor, Gary, de quien los colegas decían que a veces adelantaba órdenes de bonos de los clientes, comprando primero y vendiéndolos rápidamente al cliente con una ganancia. Aunque claramente ilegal en el mercado de acciones, esta práctica, conocida como frontrunning, podría haber sido permisible en el mercado de bonos del Tesoro, aunque no ética. En 1994, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) multó a Cantor Fitzgerald con 100.000 dólares por problemas de registro relacionados con inversiones sin riesgo en subastas de bonos del Tesoro. Tres años después, la firma, sin admitir ni negar los hallazgos, accedió a pagar 500.000 dólares para resolver acusaciones de que había facilitado un fraude.

Incluso la familia de Bernie Cantor tuvo problemas con Howard Lutnick. Cerca del momento en que Lutnick asumió como CEO, logró que Cantor cambiara la estructura de la firma, pasando de ser una corporación a una sociedad. En 1995, con la salud de su mentor en declive, Lutnick se alió con otros dos socios para intentar comprar la participación de la familia Cantor. El acuerdo nunca se concretó, por lo que en enero de 1996, Lutnick activó un comité de incapacidad que estaba estipulado en los acuerdos de la sociedad. Este grupo, compuesto por cinco miembros, votó para despojar a Cantor del control de la firma que él mismo había fundado, con tres votos a favor y dos abstenciones. Iris Cantor, esposa de Bernie y una de las que se abstuvieron, llevó el caso a los tribunales. Terminó con una gran suma de dinero, sin control sobre la empresa y una profunda desconfianza hacia Lutnick, a quien prohibió visitar el cementerio donde descansaba su esposo.

Lutnick siguió adelante, celebrando su cumpleaños número 35 en el Metropolitan Club de Nueva York el fin de semana posterior a la muerte de Cantor. Con el control de la firma en sus manos, expandió Cantor Fitzgerald mucho más allá de sus raíces en los bonos del Tesoro, adentrándose en bonos, derivados, swaps y futuros, entre otros mercados. Los ingresos se triplicaron entre 1991 y 1996, alcanzando casi 600 millones de dólares. Mirando hacia el futuro, ese mismo año lanzó una plataforma de corretaje electrónico llamada eSpeed, un movimiento que eventualmente ayudaría a salvar a la firma cuando la tragedia golpeó.

A Howard Lutnick le gustaba la buena vida. A mediados de la década de 1990, vivía en el Trump Palace, el edificio más alto del Upper East Side de Manhattan en ese momento. Cuando no estaba en su hogar, a menudo se lo podía encontrar en su oficina en el piso 105 del World Trade Center. Pero entonces ocurrió lo impensable: a las 8:46 de la mañana del 11 de septiembre de 2001, un avión atravesó los pisos 93 al 99.

La simpatía generada por la tragedia ayudó a la empresa a mantenerse a flote. La plataforma electrónica eSpeed incrementó su participación de mercado tras el 11 de septiembre, pero desperdició esas ganancias cuando Lutnick introdujo un nuevo servicio que permitía a los compradores de bonos adelantarse a otros pagando más del triple de la tarifa estándar. Los clientes se alejaron y eSpeed finalmente abandonó la idea. Lutnick siguió haciendo maniobras con la estructura de su imperio. Después de sacar eSpeed al mercado en 1999, fusionó la plataforma con otras operaciones de corretaje en 2008, formando la empresa pública BGC Partners. El mercado recibió la fusión con escepticismo, aplicando lo que un inversor llamó "el descuento Howard Lutnick".

Lutnick encontró una solución al problema, separando nuevamente eSpeed de BGC y vendiéndola al Nasdaq OMX Group en 2013 por 750 millones de dólares en efectivo, junto con pagos en acciones durante 15 años.

Tomar distancia entre su fortuna y su reputación resultó ser una jugada inteligente. Las acciones de Nasdaq subieron, haciendo que los pagos en acciones fueran cada vez más valiosos y elevando el valor total del acuerdo a más de 2.000 millones de dólares, superando el valor de BGC al momento de la transacción. Para gestionar todo, Lutnick contrató a un hombre de confianza llamado Anshu Jain, quien había sido co-CEO de Deutsche Bank entre 2012 y 2015, los años en que la institución alemana ofreció a Trump 340 millones de dólares en financiamiento.

Lutnick también incursionó en el sector inmobiliario, comprando un puñado de empresas y luego fusionándolas en Newmark, que terminó una escisión de BGC en 2018. Newmark se convirtió en una empresa de servicios inmobiliarios multimillonaria, que ayuda con ventas, préstamos, alquileres y administración de propiedades. Entre sus clientes: la Organización Trump, que contrató a Newmark para vender su hotel de DC. Además del negocio inmobiliario, Newmark también adquirió un activo secundario en la escisión: el derecho a las acciones de BGC en Nasdaq, que pagó en diciembre, lo que proporcionó un flujo de ingresos anual de aproximadamente  100 millones de dólares.

Para hacer este tipo de negocios se necesita cerebro, e incluso los enemigos de Lutnick admiten que es astuto. "Absolutamente brillante", dice uno. "Muy, muy inteligente", añade otro. "Diré esto", interviene un tercero, "Howard trabaja duro y normalmente consigue lo que quiere, de una forma u otra", completa.

Pero no siempre de una manera que haga felices a todos. En junio de 2021, Lutnick supuestamente exigió que el comité de compensación de la junta directiva de Newmark le pagara una bonificación de 50 millones de dólares, citando su trabajo en el acuerdo de Nasdaq, que cerró cuatro años antes de que Newmark se convirtiera en una empresa pública. Según una demanda presentada posteriormente por los accionistas, el comité decidió inicialmente retrasar la consideración de la adjudicación. El presidente del comité, cuyo marido murió el 11 de septiembre, le dio la noticia a Lutnick. El jefe supuestamente hizo alarde de su poder, haciendo saber su descontento, y la junta evidentemente reconsideró. Lutnick terminó con una bonificación de 20 millones de dólares en 2021 y una bonificación de 10 millones de dólares por cada uno de los siguientes tres años, lo que suma un total de 50 millones de dólares, la misma cantidad que supuestamente solicitó.

La junta directiva, que preside Lutnick, dice que la demanda no tiene fundamento y defendió su decisión, sugiriendo que la gran bonificación ayudaría a mantener al jefe comprometido. Puede que así sea, durante algunos años. Pero el cuarto y último pago de Lutnick está programado para finales de 2024. Es un momento perfecto para Lutnick, que probablemente dejará su empresa aproximadamente un mes después para ingresar al gabinete del presidente.

Nota publicada por Forbes US