Quienes ya nos han leído en alguna oportunidad saben que, desafortunadamente, la regla general es que ni los deportistas ni los artistas de élite suelen tomar decisiones inteligentes en materia de inversiones y, mucho menos, proteger sus patrimonios para tiempos en los cuales los ingresos no van a ser tan grandes.
Inevitablemente, las carreras de deportistas y artistas tienen sus vaivenes y son contados los casos en los cuales esto ha sido tenido en cuenta por el artista o deportista en cuestión; o -lo que es más grave aún- por su entorno.
Acá el objetivo no es ni remotamente ayudar a una familia a transferir su riqueza a la segunda o tercera generación o proteger esos bienes frente a terceros o ante situaciones extraordinarias que puedan eventualmente acaecer.
Se trata, por el contrario, de lograr que al menos queden activos mientras quien los originó siga vivo y el principal riesgo para ese patrimonio, por irónico que pudiera parecer, es justamente quien lo generó.
Deportistas y artistas que perdieron toda su fortuna
La lista de deportistas multimillonarios que en algún momento lo perdieron todo incluye a Boris Becker, Mike Tyson, Allen Iverson, Marion Jones, Björn Borg, Andreas Brehme, Iván Zamorano y muchísimos otros.
Por el lado de los artistas, uno de los ejemplos más emblemáticos es el de Whitney Houston quien, pese a ser en algún momento de su exitosa carrera la artista mejor paga del planeta, falleció en una situación lamentable y con deudas por varios millones de dólares. Otros ejemplos son los de Lisa Marie Presley, Gary Coleman, Lindsay Lohan, Nicolas Cage y Kim Basinger. Incluso, últimamente, se había hablado de los severos problemas financieros que enfrentaba Lady Gaga antes de comenzar a rodar A Star is Born junto a Bradley Cooper. Y no podemos obviar el emblemático caso de Britney Spears.
Artistas, y sobre todo deportistas -aun los más exitosos- comparten una característica esencial con relación a la generación de riqueza: producen mucho dinero durante una etapa relativamente corta de su vida y precisan que les alcance para un periodo de tiempo mucho mayor, durante el cual sus ingresos disminuyen en forma drástica.
A la situación descripta en el párrafo anterior, que aplica a la mayor parte de los artistas y a prácticamente todos los deportistas, hayan manejado bien o mal su dinero, se suman -en general- las siguientes:
- Poseen un bajo nivel de instrucción;
- comienzan a ganar abultadas sumas de dinero a una edad muy temprana;
- adquieren bienes caros que se deprecian rápido (i.e. relojes, automóviles, etc.) y/o otros cuyos costos de mantenimiento son muy elevados (i.e. aviones, yates, etc.);
- asumen la responsabilidad de mantener económicamente a terceros;
- reciben mal asesoramiento a la hora de invertir;
- no planifican; y/o
- confían en exceso en asesores poco escrupulosos (i.e. contadores, agentes, asesores financieros, etc.).
Adicionalmente, muchos de ellos no se preparan mental ni económicamente para el retiro, o para el día en el cual sus ingresos disminuyan.
Y para ambos casos, el consejo es el mismo: diversificación (tanto de actividades como de fuentes de ingreso).
Dos ejemplos a seguir
Podemos referirnos a dos casos: Conor McGregor y Rihanna.
La superestrella de la UFC fue noticia en mayo de 2021 por encabezar la lista de los deportistas más ricos de la revista Forbes.
El irlandés, de 33 años, ganó 180 millones de dólares durante 2020 y terminó el año por encima de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, quienes facturaron 130 y 120 millones de dólares, respectivamente.
Lo más llamativo de la cuestión es que McGregor luchó una sola vez en 2020 y ni siquiera ganó (aunque obtuvo 30 millones por esa pelea). Fueron sus ganancias extradeportivas las que lo llevaron a la cima: en concreto, obtuvo 150 millones de dólares por la venta de su marca de whiskey Proper No. 12.
La información que maneja el sitio Celebrity Net Worth respecto de la venta de la marca de whiskey mencionada en el párrafo anterior es consistente con la que publica Forbes, en tanto calcula las ganancias provenientes de esa transacción en 200 millones de dólares, pero antes de pagar impuestos (pre-tax earnings).
En agosto de 2021 la misma revista Forbes declaró a Rihanna -tambien de 33 años- como la artista musical femenina con mayor fortuna en el mundo y la segunda mujer más rica en la industria del entretenimiento, sólo por debajo de Oprah Winfrey.
Según informa la revista especializada en el mundo de los negocios y las finanzas, la fortuna de Rihanna está valuada en nada más y nada menos que en 1,700 millones de dólares. La misma no viene exclusivamente de sus ganancias en la música, por más exitosa que haya sido su carrera, sino que gran parte de esta se ha originado en su gran imperio de belleza y moda.
En 2017, la artista nacida en Barbados, lanzó su empresa de cosméticos Fenty Beauty, de la cual posee el 50%, junto al conglomerado de lujo francés LVMH (Moët Hennessy - Louis Vuitton). Fenty Beauty le ha dado a Rihanna ganancias de 1,400 millones de dólares hasta la fecha.
Las ganancias de Fenty Beauty superan a las de otras grandes marcas fundadas por celebridades, como Kylie Cosmetics (de Kylie Jenner), KKW Beauty de (Kim Kardashian) y Honest Co. (de Jessica Alba).
Actualmente, la cantante tambien posee la marca Savage X Fenty de lencería.
Mas allá de las ganancias extraordinarias generadas por la venta de acciones en su empresa, Celebrity Net Worth calcula que las ganancias anuales ordinarias generadas por los emprendimientos comerciales de Rihanna no vinculados a la música oscilan entre 40 y 80 millones de dólares.
Realmente los artistas y deportistas de élite están en una posición de privilegio a la hora de estructurar sus patrimonios. No solo por contar con recursos para incorporar las estructuras fiduciarias más complejas y/o novedosas con los mejores proveedores existentes sino también porque en muchos casos tienen la opción de fijar residencia en países muy convenientes para este tipo de cuestiones.
Ojalá, a medida que estos casos de éxito y, por qué no, los ejemplos de fracasos se van haciendo más conocidos, artistas y deportistas tomen más consciencia de las bondades de este tipo de prácticas y comiencen a implementarlas.
Quizás, con el tiempo, las excepciones se transformen en la regla y puedan inclusive inspirar a otras personas no vinculadas al mundo del espectáculo a encarar este tipo de planificación. Al fin y al cabo, no es raro que la gente de a pie tome de modelo a seguir a las celebrities.