La triste vida de Sam Bankman-Fried en prisión: así pasa las horas "el capo de las criptomonedas" caído en desgracia
El ex millonario cripto cumple una condena de 25 años en el Centro de Detención de Nueva York, pero según su diario personal, sus principales preocupaciones son la falta de almohadas y extrañar a su peluche de la infancia.

Tras las rejas, todo se reduce a las pequeñas comodidades. Por ejemplo, las almohadas. Cuando el desprestigiado empresario de las criptomonedas Sam Bankman-Fried habló con Forbes sobre su experiencia en una prisión de las Bahamas tras su detención en diciembre de 2022, una de las primeras cosas que lo atormentaban eran las arrugas en su traje azul marino.

Ahora, cumple una condena de 25 años por fraude en el Centro de Detención Metropolitano de Brooklyn, Estados Unidos, la antigua residencia de Bernie Madoff, Jeffrey Epstein y R. Kelly. Sin embargo, su preocupación es la falta de almohadas en la cárcel, según un diario personal que se vendió a los medios de comunicación. 

En el escrito, Bankman-Fried habla sobre las dificultades de dormir sin almohada, lo que le resulta casi imposible o le da dolor de espalda, o sin sus peluches, concretamente un osito llamado "Manfred". 

 

 

La vida de Bankman-Fried en la cárcel

 

Siempre emprendedor, el ex multimillonario, que llegó a tener una fortuna de 26.500 millones de dólares en 2021, contó sobre el intercambio de dos magdalenas a un compañero de prisión que estaba drogado y tenía antojos, a cambio de una almohada hecha con relleno de colchón desgarrado dentro de una camiseta.

Forbes recibió tres capítulos del diario carcelario de SBF a través de su padre, Joe Bankman, que contrató a Walter Pavlo, quien escribe y habla sobre temas carcelarios, como asesor del ex titán del cripto. Los motivos de Bankman-Fried para buscar un editor para sus diarios personales es incierto, pero desde luego, no es monetario. 

Como parte del veredicto por su papel en el fraude de FTX, se enfrenta a la confiscación de 11.000 millones de dólares, además de sus dos décadas y media en prisión. Los miles de millones que se están restituyendo a las víctimas de FTX como durante el proceso de quiebra no forman parte. De ese modo, aunque venda sus memorias, que podrían valer hasta un anticipo de siete cifras para un editor, no vería nada del dinero.

 

Gran parte de los escritos se centran en sus compañeros de prisión, a uno de los cuales llama Harry, un homófobo amable pero ruidoso y musculoso, paradójicamente obsesionado con la película biográfica de 2018 sobre Freddie Mercury, Bohemian Rhapsody. 

Harry y muchos de los reclusos pasan gran parte de su tiempo viendo deportes y apostando en los partidos. Bankman-Fried, que robó miles de millones a sus inversores para hacer apuestas masivas en criptomonedas, detalló en su diario sobre los intercambios deportivos: "Un día, Harry vino a verme con una nueva estrategia para apostar 100 dólares. Si perdía, apostaría US$ 250 y luego US$ 600, así sucesivamente hasta ganar. No tuve valor para decirle que, de hecho, existe un nombre para esta estrategia: "'la falacia del jugador'".

El diario de prisión de Bankman-Fried también habla de la falta "patológica" de relojes en el Centro de Detención Metropolitano. Escribió: "Es fácil perder la noción del tiempo en la cárcel. De hecho, es difícil llevar la cuenta del tiempo en prisión. Los minutos, las horas, los días, los meses, los años, y las décadas pasan, sin nada que los marque. Es como si la prisión quisiera recalcarte lo irrelevante que sos para el mundo exterior, y lo irrelevante que es este para vos, ahora que estás adentro, haciéndote ver que incluso las convenciones temporales arbitrarias de la sociedad ya no importan para tu vida. Los días son un concepto para los de afuera".

 

Distraído por la falta de cronómetros, usó "un tercio" del dinero de su economato de la prisión para comprar un reloj digital (que costó 42,25 dólares, según una lista de precios de 2020). Según Joe Bankman, su hijo se reúne casi todos los días con un asistente jurídico, mientras prepara su apelación. También tiene acceso a una computadora y mantiene videollamadas diarias con él.

Quizá debido a que Bankman-Fried aún no se adaptó a su nueva realidad, sus diarios de la cárcel tienen el tono de Jane Goodall relatando la vida entre los chimpancés o de un antropólogo victoriano observando una cultura extranjera.

"La mayoría de la gente se convierte en internos", escribe Bankman-Fried refiriéndose a otros reclusos, y añade: "irán a la guerra por una fruta y cambiarán todo lo que tienen por drogarse una vez más". En el diario, resalta otros dos grupos, uno con largas condenas que "renunciaron conscientemente a la vida" y un tercer grupo con el que parece identificarse. "¿Cómo rebelarte contra el sistema, cuando lo primero que el sistema te quita es la libertad de rebelarte? ¿Cómo ser fiel a tu verdadero yo cuando tu verdadero yo fue considerado un peligro tan grande para la sociedad que necesitás estar encerrado en una jaula hasta que finalmente renuncies a él?".

 

Bankman-Fried dedicó gran parte de un capítulo al abuso generalizado de una droga llamada deuce, aunque dice no ser consumidor. No está claro de qué sustancia se trata en realidad, solo que se introduce de contrabando en la prisión impregnada en papel de aspecto corriente y convierte en zombis a los reclusos que la fuman cada noche. Según el empresario, el olor hizo que los guardias confisquen todo el contrabando de su bloque de celdas.

"Esta noche perdí mi almohada. Así que estoy usando una combinación de toallas y ropa de prisión. No funciona muy bien; ya me duele el cuello", relata Bankman-Fried, que a continuación rememora el peluche de su infancia: "Desde que me regalaron un perro de peluche cuando tenía dos años, dormí con él casi todas las noches de mi vida, a menudo utilizándolo como almohada improvisada, a cuyo tacto se acostumbró mi cuello. Viajó conmigo, desde Stanford donde nací; a la universidad en Boston; a trabajar en Nueva York; a Berkeley, donde fundé Alameda; a Hong Kong, donde fundé FTX; a las Bahamas, sede de FTX; y de vuelta a Stanford, cuando estuve en arresto domiciliario. Extraño a Manfred".

Nota del editor: el artículo se actualizó con respecto al original para aclarar ciertos hechos, como la fecha de la detención, su acceso a Internet y su relación con el consultor Walter Pavlo.

Nota publicada en Forbes US.