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Gina Rinehart, a través de Hancock Prospecting, adquirió importantes participaci
Millonarios

Invierte en tierras raras, su fortuna asciende los US$ 30 mil millones y es la más rica de Australia

Christopher Helman

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La empresaria minera Gina Rinehart es una de las principales impulsoras de un puñado de empresas cotizantes que buscan romper el cuasi monopolio chino sobre los metales vitales utilizados en la fabricación de todo, desde misiles hasta robots y tomógrafos computados.

24 Abril de 2025 20.00

Fuera de China, la inversora más influyente en el mundo de los elementos de tierras raras es, sin duda, Gina Rinehart, la mujer más rica de Australia. Si bien las tierras raras representan solo una pequeña parte de su fortuna minera —estimada en US$ 30.000 millones—, Rinehart, a través de su holding familiar Hancock Prospecting, adquirió importantes participaciones en las principales compañías de tierras raras no chinas, incluidas algunas que buscan ampliar sus operaciones en los Estados Unidos.

Su inversión de US$ 800 millones en tierras raras incluye una participación del 8,5 % —valuada en US$ 317 millones— en MP Materials (NYSE:MP), que opera la única mina de tierras raras activa en los Estados Unidos, ubicada en Mountain Pass, en la frontera entre California y Nevada. MP también está por terminar una planta en Fort Worth que producirá imanes de tierras raras de alta potencia para General Motors.

Rinehart también posee el 8,2 % —equivalente a US$ 430 millones— de Lynas Rare Earths (ASX:LYC), que extrae minerales del yacimiento Mount Weld en Australia. Lynas inauguró recientemente una planta de procesamiento en Kalgoorlie, Australia Occidental, y, con el respaldo del Departamento de Defensa de los EE.UU., está construyendo una planta en la costa del golfo de Texas. Sus participaciones menores incluyen el 10 % de Arafura (ASX:ARU), que cuenta con apoyo gubernamental para su proyecto de minería Nolans, cerca de Alice Springs, Australia; y el 6 % de Brazilian Rare Earths (ASX:BRE), otra empresa australiana con hallazgos prometedores en el noreste de Brasil.

Rinehart posee el 8,2 % de Lynas Rare Earths, que extrae minerales del yacimiento Mount Weld en Ausralia.
Rinehart posee el 8,2 % de Lynas Rare Earths, que extrae minerales del yacimiento Mount Weld en Ausralia.

A sus 71 años, Rinehart no se conforma con observar la evolución de su cartera, sino que impulsó una racionalización de la industria para competir mejor con China. El año pasado respaldó sin éxito las negociaciones de fusión entre Lynas y MP. Esta última anunció que, ante la incertidumbre generada por los aranceles impulsados por Donald Trump, dejaría de enviar concentrados de tierras raras a China para su procesamiento y, en cambio, los acumularía en depósitos. "Vender estos materiales críticos bajo aranceles del 125 % no es comercialmente racional ni está alineado con el interés nacional", escribió la semana pasada el vocero de MP, Matt Sloustcher, en un correo electrónico.

En enero, el presidente Trump firmó la Ley de Emergencia Energética, que tiene como objetivo acelerar la capacidad de procesamiento de tierras raras en los Estados Unidos, como respuesta al cuasi monopolio de China. La semana pasada, el secretario del Interior, Doug Burgum, anunció el programa Fast-41, que respalda 12 proyectos mineros centrados en cobre, litio, antimonio y otros minerales críticos.

Rinehart, amiga de Trump, asistió tanto a su fiesta de noche electoral en Mar-a-Lago como a su asunción presidencial. Según trascendidos, en 2023 pagó US$ 100 millones por dos propiedades cerca de la residencia de Trump en Palm Beach. Rinehart instó a los australianos a ser más como Trump y a pensar en grande. Única hija del buscador de hierro Lang Hancock —fallecido en 1992—, Rinehart asumió el control y revitalizó la debilitada empresa Hancock Prospecting, convirtiéndose en presidenta en 1992. Su activo más importante es el 70 % del complejo minero Roy Hill, en la región de Pilbara, Australia Occidental, que costó US$ 8.000 millones construir y que el año pasado le reportó US$ 1.800 millones en regalías a Hancock.

Forbes ya cubrió extensamente en el último año a MP Materials, el campeón estadounidense de tierras raras, así como a otras compañías locales del sector, como la minera de carbón metalúrgico Ramaco (Nasdaq:METC), que se encuentra en etapas iniciales de extracción de tierras raras a partir de lechos de carbón en Wyoming.

Lynas Rare Earths, en cambio, es una empresa menos conocida. La compañía australiana surgió después de que China, en 2010, impusiera un embargo de tierras raras a Japón tras una disputa por aguas permitidas para un barco pesquero. "Fue entonces cuando las tierras raras se convirtieron por primera vez en un arma geopolítica", afirmó Gracelin Baskaran, del Programa de Seguridad de Minerales Críticos del Center for Strategic and International Studies, durante un panel la semana pasada. Desde entonces, Estados Unidos fue lento en diversificar sus fuentes de suministro. "Tuvimos una pista de despegue larguísima, y nuestra inacción está, en última instancia, otorgándole a China una moneda de cambio muy, muy poderosa en la mesa de negociaciones", agregó Baskaran.

Consciente de la necesidad vital de garantizar suministros confiables, el conglomerado japonés Sumitomo apoyó el desarrollo de Lynas, que invirtió en Australia y actualmente abastece el 60 % de la demanda de tierras raras de los fabricantes japoneses.

En 2019, Lynas anunció que construiría otra planta para refinar parcialmente el mineral de tierras raras crudo y convertirlo en concentrado mixto, en Kalgoorlie, Australia. La planta fue inaugurada a fines de 2024, con una inversión de US$ 800 millones. La mayor parte de su producción se envía a la planta de Lynas en Kuantan, Malasia —con más de una década de antigüedad—, que, según una reciente presentación en video de la CEO Amanda Lacaze, está aumentando la producción de óxidos de disprosio y terbio. Eventualmente, esa producción alimentará la planta que está en desarrollo en Seadrift, Texas, en un predio de 149 acres contiguo a una planta química de 4.700 acres operada por más de 60 años por Union CarbideDow Chemical.

Lynas Rare Earths en Kalgoorlie, Australia
La planta de Lynas Rare Earths en Kalgoorlie, Australia, fue inaugurada a fines de 2024 con una inversión de US$ 800 millones.

Según los planes preliminares del proyecto publicados por el Departamento de Defensa de los EE.UU., que aporta US$ 300 millones en subsidios, la planta de Seadrift contará con 75 tanques con soluciones de entre 700 y 80.000 galones, a través de los cuales Lynas hará burbujear una mezcla de tierras raras con ácido sulfúrico para convertir fosfatos en sulfatos, y eliminar impurezas como torio y fosfoyeso, con el fin de obtener terbio y disprosio. El sitio incluirá una torre de enfriamiento de 60 pies y una laguna de retención de una hectárea.

Con el tiempo, Lynas planea comercializar unas 12.000 toneladas anuales de NdPr (neodimio-praseodimio) provenientes de Mount Weld, lo que representa aproximadamente el 15 % de la demanda mundial. El año pasado, Lynas registró una ganancia neta de 85 millones de dólares australianos sobre ingresos por 460 millones. La CEO Lacaze —ex directora ejecutiva de las empresas de telecomunicaciones Orion Telecommunications y Commander Communications— rescató a Lynas del borde de la quiebra en 2015 y la llevó a alcanzar una capitalización bursátil de US$ 5.300 millonesLas acciones de Lynas subieron un 37 % en el último año.

En recientes declaraciones públicas, Lacaze ironizó sobre la idea de que Donald Trump firme un acuerdo sobre tierras raras con Ucrania, al remarcar "cuánto tiempo pasa desde que aparece la burbuja de pensamiento '¿No sería genial tener tierras raras de X?', sea lo que sea X, hasta que realmente se tiene un producto separado, dentro de una gran bolsa, listo para que un cliente lo compre".

Naturalmente, existe un riesgo enorme en enfrentarse a un cuasi monopolista como China, que consolidó la industria global mientras eliminaba a la competencia con precios inferiores. En 2013, la división de fabricación de imanes de Hitachi (hoy conocida como Proterial) construyó una planta de metales en Carolina del Norte con apoyo de la administración de Barack Obama. Sin embargo, debido a los costos más altos, no pudo competir con los proveedores chinos de Ganzhou, que ofrecían precios más bajos que cualquiera. Hitachi vendió la planta en 2020.

Por eso el respaldo del Departamento de Defensa estadounidense resulta tan crucial. El Pentágono debe asegurarse de contar con suministros suficientes de metales de tierras raras refinados para ser incluidos en una infinidad de sistemas de armas, como aviones, misiles, vehículos eléctricos, gafas de visión nocturna y resonadores magnéticos. Solo una caja reductora de una turbina eólica necesita 100 kilos de imanes de tierras raras. Hasta que las plantas de MP y Lynas estén terminadas, Estados Unidos no tendrá capacidad doméstica para refinar tierras raras pesadas.

No es de extrañar que políticos australianos estén pidiendo la creación de una reserva nacional de tierras raras; una reserva serviría como excelente moneda de cambio en las negociaciones por aranceles con Trump en nombre de toda Australia, y además brindaría un fuerte respaldo al éxito a largo plazo de la apuesta de US$ 800 millones que Gina Rinehart hizo en el sector.

Con información de Forbes US.

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