La embajada de España en Argentina organizará el 11 de julio un seminario de título prometedor: "Argentina y la Unión Europea, mirando al futuro juntos". El problema es, precisamente, el futuro. España debía ser clave para la Argentina y el Mercosur en el segundo semestre del año, pero todos los planes estallaron por los aires.
El futuro se volvió enormemente incierto a partir de la crisis política en España que llevó al jefe del gobierno, Pedro Sánchez, a adelantar las elecciones para este 23 de julio. Sánchez asumirá en tres semanas la presidencia rotativa de la Unión Europea (UE), al mismo tiempo que Luiz Inácio Lula da Silva lo hará en el Mercosur. Juntos debían cerrar de una vez y para siempre los 23 años de negociaciones para el acuerdo de asociación entre la UE y el Mercosur, pero hoy parece complejo que vayan a lograr algo.
Ana Palacio, que fue ministra de Asuntos Exteriores de España durante el gobierno de José María Aznar, destacó en "El Mundo" "el desconcierto que corría estos días por los pasillos de las administraciones bruselistas tras el inesperado anuncio por el presidente del Gobierno de elecciones anticipadas".
Sánchez "ha dejado tanto al país como a la UE desconcertados, sin capacidad de pensar más allá del 23 de julio", añadió.
Es así: las encuestas marcan hoy que el Partido Socialista (PSOE) perdería las elecciones generales ante el Partido Popular (PP) de Alberto Núñez Feijoó, aunque eso no implique necesariamente perder el gobierno: de lo que se trata es de lograr una mayoría parlamentaria, y esa posibilidad existe aún para el hoy presidente.
Pero los vientos son favorables hoy para la derecha del PP, lo que podría generar una situación insólita: que los seis meses de presidencia europea se repartan entre el PSOE y el PP. De cara al Mercosur y su necesidad de cerrar un acuerdo, esa indefinición y esa dualidad son más que preocupantes, más allá de que la Comisión Europea y sus autoridades trabajan el tema independientemente de quién sea el presidente a cargo de la UE.
Sánchez acordó en 2022 con el presidente argentino, Alberto Fernández, celebrar una Cumbre entre Europa y América Latina. Esa cumbre se hará el lunes 17 y el martes 18 de julio en Bruselas, convocando a la UE y a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Cinco días después, España irá a las urnas. ¿Qué puede prometer, ni hablar de acordar, Sánchez en nombre de la UE? Muy poco, porque todo está a expensas del resultado electoral y de la conformación de una mayoría parlamentaria.
El diario alemán "Sueddeutsche Zeitung" citó a funcionarios de la UE en Bruselas que consideran "una desconsideración" el adelanto de elecciones decidido por Sánchez cuando tendrá en sus manos el timón de la UE, una residencia rotativa que solo se produce cada 14 años. Celebrar elecciones en el inicio de la presidencia europea "es una receta para el caso", añaden.
En el Palacio de La Moncloa, sede del gobierno español, aseguraron a Forbes que el equipo de Sánchez trabaja tal como estaba previsto. Y en Bruselas, los funcionarios de la UE encargados de las relaciones con América Latina avanzan a todo vapor buscando el éxito de la Cumbre. ¿Pero qué sucederá si Sánchez se despide del poder y lo sucede Núñez Feijoó? El recambio de poder en España no es, a diferencia del británico, inmediato. Para cuando Núñez Feijoó se asiente en La Moncloa ya se habrá consumido la mitad del período.
A eso se suma que la presidencia del Mercosur también genera dudas. Lula ha desconcertado a las cancillerías del G7 y a las de otros países de peso con sus declaraciones acerca de la Guerra en Ucrania. Nadie entendió su abrazo efusivo al venezolano Nicolás Maduro y la afirmación de que los problemas del país son en realidad una "narrativa negativa". Ambos temas son especialmente sensibles para el presidente francés, Emmanuel Macron, al frente de un país que, con el proteccionismo sobre su sector agrícola, es uno de los obstáculos para que el Mercosur y la UE cierren un acuerdo.
Europa, lanzada ya hacia el verano, baja las persianas en agosto, un mes en el que la burocracia de Bruselas ralentiza el ritmo y muchos jefes de Estado y de gobierno se toman vacaciones. No será el caso en España, pero el Mercosur tendrá que esperar al menos hasta septiembre para saber si tiene el aliado que creía tener al otro lado del Atlántico.