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Me pidió mi madre, ya con dos ediciones de Sabelotodo bajo mi nombre, que la mencione menos en las introducciones. Mi padre, en cambio, me pidió que lo mencione más. Son ellos los culpables, con su apoyo constante e insistencia en que podía “ser lo que quisiera”, de que yo, hoy, no sea nada. Así que me niego a concederles sus deseos. A lo nuestro.

17 Agosto de 2023 13.57

Contexto

David Byrne, nada menos que el fundador y líder de Talking Heads, escribió un libro que se llama How music works (Cómo funciona la música). Solamente a través de su obra, sin necesidad de recurrir a entrevistas (o a este mismo libro) es evidente que Byrne es un tipo interesante, que piensa mucho sobre el medio en el que se mueve.

En cualquier ámbito creativo pensar demasiado puede ser un problema. A lo mejor lo ideal es encontrar un equilibrio sano entre la reflexión y la confianza en la intuición. Cosas que uno (yo) se pregunta, pero que no son relevantes para este espacio. Lo cierto es que las personas que más piensan sobre el medio en el que trabajan suelen ser, también, las que hacen las mejores cosas. Esto aplica a todo, desde la música hasta el fútbol. (En rigor, las únicas dos cosas realmente importantes que hay).

Vuelvo.

En el primer capítulo de How music works, “Creation in reverse (“Creación a la inversa”) Byrne habla de una revelación tardía que tuvo con respecto a la creación musical. La idea central del capítulo (quizás de todo el libro, pero esta vez no leí tanto) es que el contexto determina lo que es cantado, pintado, esculpido, etc. A priori puede parecer evidente, pero lo cierto (como señala su autor) es que la narrativa aceptada por todos es que la obra surge desde las entrañas del artista casi como una fatalidad, como una obra terminada que no podría haber existido jamás de ninguna otra manera que aquella en la que se presenta, guiada por los designios misteriosos de la inspiración y el genio. Es una concepción romántica pero, según Byrne, diametralmente opuesta a la realidad del mundo.

En el caso de la música, el contexto que determinaría las cualidades de la composición sería nada más ni nada menos que el escenario en el que esa composición será interpretada. Lo que dice Byrne, de alguna manera, es que la música es como un organismo vivo que se adapta a su entorno. Así, la música predominantemente percutiva de África es ideal para sonar en espacios abiertos, al aire libre. En cambio, en una catedral, las capas de ritmos que se superponen en este tipo de música se volverían un mejunje sonoro incomprensible. Lo mismo para una melodía con tonos variables y notas breves: la reverberación de una catedral haría que las notas se superpongan y genere una disonancia insoportable. Por eso la música que asociamos con lo religioso en occidente tiende a mantener notas por varios segundos y a evitar los cambios de tono. Inversamente, Mozart (por ejemplo) que componía, al principio, melodías que serían tocadas en contextos íntimos, se podía permitir pensar en detalles y sutilezas que en otro contexto pasarían inadvertidas. Mozart tocaba en palacios con habitaciones grandes, pero no gigantes. La decoración grandilocuente e incluso la vestimenta de los invitados absorbería el sonido en lugar de hacerlo rebotar, permitiendo apreciar hasta el detalle más pequeño de una composición.

Se me ocurre también, por ejemplo, en Los Beatles, que, una vez que decidieron (o fueron forzados a) no tocar más en vivo, empezaron a experimentar con la música y sacaron nada más ni nada menos que Sgt. Pepper. (Hay un matiz con esto, que es que ya había bastante experimentación en Revolver, un disco que grabaron cuando todavía pensaban en tocar en vivo. Supongo que muchas veces los procesos no son lineales, sino simultáneos.)

Get Back, documental sobre The Beatles en Disney+
 

Dice Byrne que el proceso de creación realmente es inverso porque los espacios donde tocan no fueron creados necesariamente para albergar cualquier capricho artístico que tenga el compositor. Primero viene el contexto, después la composición se adapta. Pero esto no quiere decir que el momento de creación artística sea frío y puramente pragmático, dedicado a llenar el compartimento en el que es interpretado. Dice David:

El goce de crear música encontrará siempre una salida, independientemente del contexto y de la forma que emerja para mejor encajar en ella. El músico David Rothenberg afirma que «la vida es mucho más interesante de lo necesario, porque las fuerzas que la guían no son solo prácticas».

En mi afán neurótico por ser riguroso soy capaz de transcribir todo el capítulo. Byrne da muchos ejemplos más, con sus matices y reflexiones, y me encantaría contarlo todo, pero no se puede. El contexto en el que escribo, el newsletter, me obliga a escribir un texto más breve y general, no tan exhaustivo. Si quieren saber más, el libro se consigue. Es un best seller, no es una joya escondida. La edición es bella, el papel es de muy buena calidad y tiene muchas fotos.

Optimismo

Tenía una reflexión preparada para cerrar la nota y, escribiéndola, me pareció que era un poco rebuscada. La voy a compartir igual, acaso porque no tengo nada para reemplazarla.

Byrne dice que el contexto determina lo que será creado. Lo voy a reformular levemente para compartir una reflexión: el contexto determina un lenguaje, con sus propias reglas y modos. En el mundo en el que vivimos, el contexto no es solamente un espacio físico, sino también virtual, y cada espacio nuevo en el que interactuamos trae consigo sus propias reglas, su propio lenguaje. Lo que quiero decir con esto, por ejemplo, es que TikTok, por decir uno, no será la muerte del cine. Varias veces se habla del attention span de los niños, que prefieren el contenido frenético, breve y fugaz de las redes en lugar de “una buena película”. Pero eso no es verdad. Un video de TikTok no es un reemplazo de una película de dos horas porque son lenguajes distintos, acomodado cada uno a su lugar.

Puede ser que hoy se lean y vendan menos libros que antes, pero también es cierto que en el mundo hay más cosas que antes. Así y todo, los libros se siguen vendiendo porque lo que da un libro no lo puede dar ninguna otra cosa. No sé si es mejor o peor (sí sé, en realidad) pero es distinto.

Final

A mí, personalmente, ser optimista me requiere un esfuerzo diario, no me sale naturalmente. Pero me encuentro queriendo bajarle los humos a ciertos pronósticos tremendistas. La última de esas es la AI, que va a dominar el mundo y dejarnos a todos sin trabajo. Si soy honesto, el tema AI me aburre infinitamente. ¡No me interesa! Pero sí creo que lo que da miedo de la AI, a diferencia de otras innovaciones que buscaron automatizar procesos, es que la AI imita el lenguaje. Pero, y con esto ya voy cerrando, dos cosas: por ahora es eso, una imitación. Y, por el otro, cuando no sea más una imitación y sea realmente una inteligencia real, orgánica, consciente, tendrá su propio lenguaje y hará cosas que solo ella podrá hacer. Las cosas que cree, sea por su cuenta o a pedido, estarán condicionadas por el contexto en el que las cree. Como todos nosotros.

El mundo avanza y cambia. Nada es tan grave. Lo más terrible es lo que nos hacen nuestros padres y para eso existe terapia. Hasta la próxima.

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