La regla en la producción de cine es que las películas tienen un azaroso camino para encontrar financiación, espacios de exhibición y público. Las películas de Hollywood de gran presupuesto, las que llegan a las salas tal y como fueron planificadas, son la excepción en el panorama general.
Más raro aún es encontrar una película de perfil alto, que trata sobre un personaje relevante en el mundo, pero que tiene serias dificultades para circular. No sorprende que eso le haya sucedido a The apprentice, un biopic con actores sobre Donald Trump. Tras un breve y dificultoso período en salas de cine, se puede ver en Prime Video.
Al mismo tiempo, en la misma plataforma está disponible un viejo documental llamado Trump: what`s the deal?, de 1991. Bien vale ver ambas producciones para comparar realidad con recreación, ya que, a grandes rasgos, las dos se enfocan en el mismo período de su vida.
Ficción y realidad
En The apprentice, la historia comienza con un joven y menos carismático Donald Trump (encarnado por Sebastian Stan), que quiere insertarse en círculos de poder e influencia. Su familia ha hecho fortuna con bienes raíces en Brooklyn (el documental indaga más en esto y muestra aspectos cuestionables de los edificios que construía su padre), pero Donald quiere expandirse. Su primera meta es restaurar un viejo hotel en Manhattan en una zona venida a menos, en un tiempo en que la ciudad parecía irrecuperable por su decadencia.
Así, Trump conoce a Roy Cohn (interpretado por Jeremy Strong), un abogado mediático con muchos contactos, quien se convierte en su mentor y, por momentos, amigo. Lo que sigue de ahí en más es la historia de un mentor y su discípulo, a la vez de una amistad interesada, que termina por impactar en un país entero.
En What`s the deal? el vínculo entre ambos queda opacado por la figura del padre, Fred Trump, a quien se presenta como su verdadero mentor. Lo que tiene más similitudes entre película y documental es la figura de Ivana Trump, la primera esposa, quien tuvo una intervención importante en el desarrollo de muchos de sus edificios. Ella, además, lo acusó de violación, algo que en el documental no llega a verse (por la fecha de realización) pero que en la película se recrea crudamente.
Enfoques
Hacer un biopic, una película biográfica, es un desafío que pocas veces se resuelve bien. La vida real no tiene la concentración, ritmo y tramas que necesitan el cine o la televisión. Por ello es importante el corte que se hace de esa vida y los hechos que se toman como eje. Esa es la razón, además, por la que hay que tener en cuenta que estas películas, aunque sean creíbles, estén bien documentadas y reproduzcan hechos reales, siempre serán ficción.
En The apprentice el guion corre por cuenta del periodista Gabriel Sherman, quien cubrió intensamente la carrera electoral de Trump en 2016 y resolvió centrar la historia entre mediados de los setenta y fines de los ochenta, con la relación con Roy Cohn como eje. Esto le da un sentido de progresión muy envolvente, durante el que se suceden puntos de quiebre de los personajes, desilusiones, traiciones, reencuentros y un arco argumental en el que todos terminan en un punto distinto al que habían comenzado.
Puede ser discutible si el período elegido de la vida de Trump es más o menos interesante que otros, como por ejemplo sus problemas financieros de los noventa o su exitosa vuelta al circo mediático en los 2000 con el reality The apprentice. Pero lo cierto es que todo en la película parece mostrar que muchos de los rasgos del Trump político ya estaban casi desde sus inicios. Ese período, además, permite mostrar al ahora presidente en una etapa formativa, de crecimiento vertiginoso y de voracidad sin límites.
"Lo que hago, lo hago por América", le dice Roy Cohn al comienzo de la película, rodeado de gente por lo menos turbia. Algo similar le dice hacia el final Trump al periodista que escribió una exitosísima biografía llamada The art of the deal, con la que terminó de consagrarse como una figura pública influyente. Es imposible no pensar en dobles discursos, porque todo en la historia (incluso en el documental) llevan a pensar que ni uno solo de sus negocios se apoyó de verdad en una visión altruista hacia su país.
Un biopic de este tono, lanzado en el contexto del pasado año electoral, no es inocente. No por ello deja de ser un retrato estilizado y veloz de la formación de quien hoy es uno de los hombres más influyentes del mundo.
![The apprentice. Foto: Difusión.](https://statics.forbesuruguay.com/2025/02/crop/67a516d4ba652__822x822.webp)
Afortunadamente, Trump no intervino en la producción salvo para tratar de bloquear la distribución de la película. En otros casos, como Diana (sobre Lady Di) o Rhapsodia Bohemia (sobre Freddy Mercury), la intervención de herederos y allegados termina por lavar la historia y mostrar personajes sin sombras. Aquí, por lo contrario, hay más sombras que luces.
Realismo y realidades
La película es una coproducción entre Canadá, Dinamarca, Irlanda y Estados Unidos. Como tal, sus circuitos de distribución no fueron los mismos que los de una película promedio de Hollywood y su primer paso fue estrenarse en el prestigioso festival de Cannes (donde fue aplaudida durante 8 minutos). El estreno en Estados Unidos se vio demorado y complicado por presiones del mismo Trump. Así pasó sin pena ni gloria por la pantalla grande, aunque en las últimas dos semanas ha resurgido un interés en ella gracias a las nominaciones al Oscar por las actuaciones de Sebastian Stan y Jeremy Strong. Y también, vale decirlo, por la asunción de Trump.
El director iraní Ali Abassi eligió filmarla en formato 4:3, que es el de las viejas señales de televisión (en términos simples, casi cuadrada). A esto le suma otros tres recursos, la cámara en mano, edición propia de reality show y textura de filmación de época (primero como si hubiera sido filmada en celuloide y, en la segunda mitad, fingiendo ser un VHS bien conservado).
Todo eso le da un aire más real y cercano, aunque tal vez innecesario (otros muy buenos biopics, como El sueño de Walt no requieren de esos artificios para ser relatos sólidos y creíbles). Abassi le agrega también un enfoque que recuerda al Martin Scorsesse de Mean streets y Goodfellas, tal vez por la forma de mostrar las calles de Nueva York en los 70 o por representar a personajes ambiciosos que corren siempre sobre un dudoso borde de legalidad y decencia.
"En los 80 los ricos eran las celebridades", se cuenta en el documental What`s the deal y se muestra un titular de prensa que presenta a Trump como "El millonario del pueblo". Hay mucho de premonitorio en todo eso, por lo que, si se piensa en esas frases y en su segunda presidencia, los elementos ficcionados de The apprentice parecerán razonables.
No es casual que la película se titule como el reality show que hizo resurgir a Trump luego de años de problemas financieros y que lo convirtió en una celebridad mundial, más allá de los límites de la idiosincrasia estadounidense. La asociación con aquel programa resuena de inmediato, lo mismo que el recuerdo del gesto de Trump al expulsar competidores exclamando "You are fired!". No en vano Trump designó hace poco al creador del programa como representante diplomático de su país en Inglaterra. Ante ese contexto, se puede entender que el título de la película funcione como un comentario irónico acerca de lo perverso y complejo que puede ser el vínculo entre un discípulo y su mentor.