Italia es un país largo y estrecho. Es mejor no intentar atravesarlo demasiadas veces. Sin embargo, eso es exactamente lo que hice en mi viaje más reciente, aunque no me arrepiento,
Aterricé en Turín y me dispuse a analizar algunas de las zonas menos conocidas de la región de Langhe, en la frontera francesa. Estos vinos rara vez decepcionan, incluso si la comida resulta un poco pesada por la influencia de la mantequilla.
Desde Piamonte, me dirigí hacia el sur, a Emilia-Romaña, lamentablemente no por mucho tiempo; seguido de Toscana, Lacio y La Puglia. Cuanto más al sur se va, más centrada en las verduras tiende a estar la comida.
Las ciudades de los cerros que rodean Turín son dramáticas y preciosas. Me sigue sorprendiendo que no haya más visitantes en esta región vinícola estelar. Sin embargo, mantiene el lugar más privado para el resto de nosotros que sí lo amamos.
El pueblo de Guarene es una pequeña joya a unos 10 minutos de la bulliciosa ciudad de Alba. Es un pueblo encantador con tan sólo dos restaurantes, así que claramente terminé en uno de ellos con el jet lag de mi primera noche en Italia. Estoy tan agradecida al chef de allá, y a los italianos en general, de que los restaurantes maravillosos puedan ser santuarios tranquilos donde realmente se puede hablar o leer. Miralanghe no es una excepción.
Miralanghe tiene una impresionante carta de vinos con muchos vinos piamonteses menos conocidos de diferentes denominaciones. Las inteligentes camareras me guiaron hacia una etiqueta nueva y de gran valor. El restaurante ofrece un menú de precio fijo que puede esculpirse a tu gusto, pesado en los aperitivos o ligero en la carne. Adoré los Agnolotti del Plin, un plato de pasta típico piamontés cubierto con mantequilla y salvia.
Hallazgos toscanos
De camino a la Toscana hay tres lugares o caminos que se destacan: uno por la sensacional comida de bajo precio, otro por el impresionante ubicación y el tercero por el experto en carnes que dirige la tienda. Si te encontrás en los parajes salvajes del Chianti, hacé una parada para ver a Dario Cecchini, el ingenioso carnicero que consiguió fama internacional al estrenar un restaurante de varios pisos sobre la carnicería de su familia y viaja por todo el mundo.
No esperés lujos. Acá los vinos vienen en esos viejos frascos de ratán. También podés traer los tuyos. Mientras que la comida comienza con algunas verduras frescas para nutrirte, los platos fuertes, después, son todos de carne. Tartare, carpaccio, cortes aleatorios de panceta y finalmente la gran estrella del escenario, la Bistecca alla Fiorentina: los grandes trozos sangrientos de carne cosechada de las vacas locales. Se suponía que nos acompañaría un vegetariano, pero agradezco que no fuera así.
Florencia se convirtió en un lugar tan visitado por los turistas que es realmente difícil encontrar un lugar local: lo que me entristece ya que viví acá muy feliz hace años. A veces, hay que irse literalmente a los cerros para encontrar: es un viaje encantador en coche y un viaje fácil en tren.
Nunca había estado en Empoli y la pequeña ciudad, definitivamente, no es impresionante. Sin embargo, algunos de los restaurantes de los alrededores tienen una oferta gastronómica excelente. Trattoria Sciabolino está en medio de la nada, a diez minutos en auto de la estación. Cuando uno entra por primera vez sabe que eligió muy bien el lugar, ya que alrededor de las mesas se reúnen océanos de familias y viejos amigos.
Los ñoquis eran ligeros como una pluma, hechos en casa y servidos en una salsa ortica o de ortigas. Las salchichas estaban divinas y el restaurante, además, hace un conejo relleno como nadie.
De regreso a Florencia cené, por fin, en el Hotel Lungoarno. Pocos hoteles tienen una vista tan amplia del Ponte Vecchio y del centro de Florencia como éste. Pedí una Conviene alojarte ahí para tener una verdadera experiencia romántica. Se los aconsejo.
El hotel tiene varios restaurantes que gestiona en la zona, pero uno de los más sencillos es el Picteau Bistrot & Bar, que da al río Arno en la planta baja.
Los tartares, tanto de ternera como de serviola, son deliciosos. Yo mantendría aquí una cena sencilla y disfrutaría de un buen cóctel o dos, ya que las vistas del Arno son divinas.
Recorrer el sur
La región de Campania -que abarca la ciudad de Nápoles- es conocida desde hace tiempo por su increíble mozzarella a base de leche de búfala, que es divina. Con esa misma leche también se pueden hacer increíbles helados y yogures.
Dispensa di San Salvatore, propiedad de la bodega del mismo nombre, cerca de Paestum, es un lugar estupendo para probarlo todo.
La Puglia fue, durante mucho tiempo, un gran protagonista de la gastronomía italiana. Esta región, antaño pobre, se está reinventando con grandes playas, bodegas con impresionantes restaurantes y platos inventivos y vegetales en tantos restaurantes.
La Osteria Santa Lucia es pequeña pero acogedora, y sirven una comida impresionante. Podés pedir embutidos locales, algunas pastas o alguna de las deliciosas carnes locales que desde hace tiempo forman parte de la cultura local del restaurante que existe acá. No dejés de probar las orecchiette, llamadas orejitas de pasta, con guarniciones tradicionales como brócoli con o sin salchicha y anchoas.
Si te aventurás hasta Bari, que es una ciudad impresionante y ahora segura para pasear, podrás ver a algunas de las mujeres ya mayores haciendo esta pasta a mano en la calle. Toda la región, incluidas sus impresionantes playas, bien merecen un viaje.
