Ecléctica. Así define Analía Pereira a la propuesta de Mandinga, la marca que creó hace 13 años y que desde su nacimiento tuvo al upcycling, las estampas y apliques de diseño propio como rasgos identitarios. De hecho, cuando nació la marca se llamaba Ropa Verde, nombre que aludía a la mezcla de criterios de sustentabilidad con detalles craft, que la diseñadora, admite, heredó de su madre amante de las artesanías.
Esta identidad ayudó a Mandinga a posicionarse en Uruguay, Argentina, España y Estados Unidos, donde es elegida por celebrities como Scout Willis (hija de Bruce Willis y Demi Moore), por las actrices Sienna Miller y Katheryn Winnick (la canadiense que protagoniza la serie Vikings), y más cerca, en Argentina, por Emilia Atías, Calu Rivero, Brenda Gandini, y Pampita.
Mandinga tiene su tienda en Montevideo, en la equina de Gabriel Pereira y Pedro Berro, a la que se suma un showroom en la ciudad de Salto, de donde son oriundas Analía y Luciana Pereira, las hemanas al frente de la marca, y está presente en tiendas multimarca de Punta del Este, Buenos Aires, Madrid y Estados Unidos.
De hecho, hoy exporta entre el 30% y el 40% de su producción anual.
El desafío de exportar es grande porque implica acompasar los ritmos de producción con una demanda mayor y más exigente. Para cumplir con esta demanda, la diseñadora realiza cuatro colecciones al año (verano, invierno y las cápsulas que son colecciones entre medio de cada temporada), a las que se suman otras dos para el mercado uruguayo. “Son muchísimas las muestras que producimos porque cada colección para afuera consta de unos 70 artículos y para Uruguay son unos 120 más. Pero estamos muy contentas porque llegar a vender afuera fue un gran paso. Teníamos la idea de empezar a exportar, pero nos costó entender que se trataba de una evolución, que no es algo que se dé de un día para el otro. Con mucha perseverancia y después de un año de escribirles llegamos a un primer cliente en Estados Unidos que fue la tienda multimarcas de autor Lisa Says Gah”, recuerda Analía, quien admite que empezó por esa marca porque le gustaba desde siempre.
Por su parte, Luciana, que es abogada y se encarga de la administración, las exportaciones y del showroom de Salto, señala que Mandinga es una marca en mutación constante: “Todo el tiempo buscamos los cambios porque el dinamismo y la evolución permanente en busca de mejoras es una de las características de la industria de la moda”.
Esencia local
Así como las estampas y apliques definen a los modelos de Mandinga, ya sean blusas, remeras, pantalones, vestidos de fiesta o accesorios, las emprendedoras entienden que la toma de riesgos a la hora de diseñar es otra de sus características. “Somos muy arriesgadas, intentamos darle una vuelta más cool al estilo, que no sea tan clásico. Nos gusta mucho la mezcla de estampas con lisos, capas sobre capas, y muchas texturas. Solemos llamar experimentos a los diseños porque el tiempo tratamos de experimentar nuevas cosas y no nos cansamos. Si bien tenemos propues tas básicas o más pulcras, también necesitamos sacar nuestra esencia y contrarrestar un poco la pulcritud”, admite Analía, quien señala a marcas como Dries Van Noten, Marni, Agnès y Nanushka como sus fuentes de inspiración.
En cuanto al diseño local, entiende que hoy hay muchos profesionales egresados y pocos artesanos. “Se promueve mucho la comunicación y la producción de moda y eso es alucinante, pero producir en nuestro país es cada vez más difícil. Tenemos una mano de obra prácticamente obsoleta porque todos queremos ser diseñadores y nadie quiere sentarse en una maquina de coser a romperse la columna, es la realidad. Nosotras hacemos un esfuerzo muy grande”, reconoce.
Desde el punto de vista de Luciana, que las prendas de Mandinga estén íntegramente producidas en Uruguay y con materiales 100% locales, suma un montón al momento de internacionalizar la marca. Por estos motivos es que eligen seguir produciendo en el país. “Mientras podamos, será así, el tema es que hay exigencias de calidad y terminaciones que a veces son difíciles de cumplir porque faltan talleres y la oferta textil es muy limitada. Por eso surgió el tema de las estampas que fue la forma que Mandinga encontó de ser novedosa. Fue uno de los caminos que elegimos para innovar y lograr que cada colección sea diferente aunque parta de la misma materia prima”.