Wines of Argentina (WofA) fue fundada en 1993 con un objetivo clave: promover la marca vino argentino en todo el mundo. Es la entidad que supo defender y posicionar el Malbec hasta constituirse como un sinónimo del vino nacional. Desde abril de este año, Alejandro Vigil es su nuevo presidente y está convencido de que el vino argentino va sumando prestigio en el tiempo, y lo tenemos que sostener.
Alejandro Vigil es enólogo e Ingeniero Agrónomo egresado de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo, Mendoza. Desde 2002 trabaja en bodega Catena Zapata y hoy dirige su equipo de enología. Entre sus grandes reconocimientos, ostenta ser el primer argentino en alcanzar los 100 puntos Parker en un vino. Es co-propietario y enólogo de Bodega Aleanna - El Enemigo y creó diferentes emprendimientos gastronómicos que componen el llamado "Universo Vigil".
¿Cuál es la gran ventaja que tiene el vino argentino en el mundo?
El precio. Si uno compra un vino argentino de 20 dólares, tiene la misma calidad de un vino de 40 o 50 de cualquier otro país. Y eso lo aprendí con Nicolás Catena: él decía que el mejor marketing para hacer vino es que uno pague por 10 y beba por 20, y Argentina lo cumple fuertemente. En el mercado doméstico uno toma cualquier botella de la góndola y muy pocas veces queda defraudado. Hace 20 o 25 años atrás había que elegir muy bien, hoy hay una gran evolución en la calidad. Nos toca la parte difícil que es que una vez que el vino llegue a la góndola, alguien lo agarre. Nosotros tenemos viticultores y enólogos de altísimo nivel y estamos plantando en zonas que nos dan muchísimo prestigio. Y las nuevas zonas nos están haciendo crecer en la base de superficie para tener una mayor cantidad de volumen.
Pero todavía no jugamos un rol tan importante en los principales mercados del mundo.
Somos nada en el mundo todavía, hemos ganado prestigio, hemos ganado fuerza, nos conocen, pero vendemos muy poquito, seguimos vendiendo muy poquito. Eso en el externo, en el interno vendemos mucho.
¿Tenemos la capacidad para vender más?
Claro. Y nos da una potencia de crecimiento que hay que cuidarla. Es un esfuerzo que nos debemos. Tenemos que tener el mensaje de que el vino argentino es uno solo y unificarlo en una misma columna vertebral.
¿Esa columna vertebral tiene que seguir siendo el Malbec como bandera?
Hace algunos años preguntaban qué había después del Chardonnay y el Pinot Noir en Borgoña… y hoy siguen siendo sus principales variedades. Nosotros tenemos mucho para crecer en Malbec, llevamos sólo 20 años. Cuando lleguemos a los 400, ahí tendremos que volver a pensarlo. Argentina sigue el patrón de todo país productor: hemos estado en volumen, hemos empezado a exportar, se ha puesto énfasis en un varietal, después en productores y después se pone énfasis en zonas, es parte evolutiva de cualquier vitivinicultura.
Pero los demás varietales han crecido también y cada vez obtienen mejores puntajes entre los críticos más importantes del mundo.
Hay mucho por descubrir para acompañar a nuestro Malbec. El Pinot Noir está creciendo, al igual que el Semillón y el Viognier. Pero van a ser siempre alternativas para acompañar al Malbec. Cuando crezcan los viñedos de Chubut, no vamos a poder plantar Malbec. Lo mismo en la costa bonaerense, pensemos en volumen y crecimiento real para acompañar al Malbec. Yo veo muy bien a Buenos Aires para acompañar el crecimiento con los blancos y algunos tintos que todavía no estamos explotando, pero son proyectos a 20 años. Cuando se dio la explosión del Cabernet Franc no teníamos la cantidad suficiente para acompañar la demanda. Cuando vos invertís 1 dólar en Malbec y vendés 10 botellas, e invertís 1 dólar en Cabernet Franc, pero vendés 1,5… creo que está todo dicho.
La pandemia generó un cambio importante en el consumo de vino en nuestro país, teniendo por primera vez crecimiento en casi 30 años, ¿cuál fue el gran cambio?
Hubo un crecimiento de consumo en la alta gama, y eso nos da una fuerte visión a futuro pensando en la falta de agua, porque nos estamos concentrando en gamas de vinos de más de 20 dólares, y el mundo está yendo a eso. Se bebe menos, pero mejor. La pandemia fue la evolución de algo que iba a pasar en 10 años, pero ocurrió en un año y medio. La gente tuvo más tiempo para disfrutar del vino. La gente no puede tomar 1 litro de vino por día, tenemos que entender que la vida cotidiana nos lleva a elegir momentos para beber y una determinada calidad. Durante la pandemia, todos estaban comunicando el vino y la gente busca más información. Desde Wines of Argentina tenemos mucho para crecer en vinos de alta calidad y al mismo tiempo comprender el contexto.
¿Cómo se acompaña al pequeño productor para que llegue a esa promoción de WofA?
Tiene que haber un balance entre el pequeño, el mediano y el grande, donde hay que trabajar adecuadamente entre las posibilidades de cada uno. Es fundamental darle visibilidad a esta diversidad que tenemos, pero también es fundamental que los grandes tengan visibilidad porque son los que tiran de la carreta. Tiene que ser un trabajo mixto, ser muy ordenados y darle el lugar a todos. Durante la pandemia, que no podíamos viajar, hicimos mucha comunicación digital, pero el problema era que después iban a las góndolas y no podían encontrar el vino. Hoy tenemos que buscar quiénes son los líderes de opinión a nivel mundial que pueden venir a conocer la gran diversidad y variedad de nuestro país.
¿Cómo afecta la inflación en el mundo del vino? En el mercado interno, uno sabe que el precio del vino en enero no va a ser igual al de diciembre siguiente, pero en el externo no es tan fácil aumentar los precios porque se pueden perder mercados, ¿cómo se logra la estabilidad afuera?
Sin lugar a dudas vamos a tener un impacto con la inflación. El problema hoy es que hay un atraso cambiario que afecta al segmento donde mejor nos hemos posicionado: los 10 dólares en góndola y vamos a empezar a desaparecer. Nosotros tenemos un solo objetivo: la promoción del vino argentino en el exterior, pero este contexto nos termina afectando. Hay algo que sabemos que no va a fallar nunca, que es la alta y mediana gama. Son sustentables. Si nosotros seguimos apostando ahí, vamos a saber cómo mantenernos. Si vamos haciendo que nuestra calidad se siga manteniendo, vamos a volver sustentables el sistema y a la cadena.
¿No hay que ir con cantidad al mundo, sino con calidad?
Es a donde va el mundo y esa es la visión que estamos teniendo hoy. El mundo está yendo a ese tipo de vino y hay un excedente en los otros, no nos arriesguemos.
Pero al mismo tiempo, las regiones vitivinícolas nacionales se siguen expandiendo y aumentando la cantidad de vinos argentinos.
Nosotros en Mendoza podemos crecer en volumen, como mucho, un 15% más. Por eso, para crecer necesitamos a Catamarca produciendo, a San Juan, a Salta, a Jujuy, a Tucumán, a Córdoba… Necesitamos saber cuánto podemos crecer en volumen y en calidad al vino argentino en los próximos 10 años. Y ahí vamos a saber la superficie que podemos crecer y el capital que tenemos para invertir, que tiene que ser privado. Y el estado nos tiene que acompañar. Hay que ser muy cuidadosos cuando hablamos de crecimiento porque esto lleva muchos años. Cuando vamos a zonas más frías, perdés capacidad de producción, pero podés ganar en calidad.
En el mercado externo, ¿cuál sería la estrategia principal: nuevos mercados o potenciar los existentes?
Sin lugar a duda, lo que lidera nuestra posición son los seis o siete mercados que tenemos que seguir creciendo y mantener esta curva hacia arriba para posicionar la marca argentina. Y eso impacta en otros mercados. Tenemos que hacer un gran esfuerzo en los mercados de cercanía: Brasil, es un gran mercado, pero también Colombia, Ecuador o México, nos puede ayudar muchísimo, sobre todo en lo que es logística. En Inglaterra estamos creciendo en prestigio y volumen, y eso irradia al resto de Europa. Estados Unidos, Inglaterra, Brasil, China y los escandinavos son mercados muy importantes.
China es un mercado que pareciera que el vino argentino nunca termina de explotar, ¿por qué?
Primero por los inconvenientes que ya conocemos de los últimos tres años, pero Chile en el mismo momento nos sacó una ventaja mayor. Australia dejó de exportar a China y nosotros no hemos estado despiertos en poder estar ahí. El sudeste asiático es fundamental para nosotros y no podemos perderlo. Otros mercados, aunque pequeños, son fuertes para nosotros, como son los escandinavos. Donde ahí hubo un gran desarrollo de la vitivinicultura argentina hacia lo orgánico. La sustentabilidad es una línea fundamental, y en la Prowein se ha destacado muchísimo. Nosotros estamos muy adelantados en este contexto.
¿Qué lugar ocupa Argentina como productor de vinos orgánicos en el mundo? ¿Puede ser una herramienta de venta este tipo de vinos en los mercados externos?
El mercado es chico, pero va en ascenso. Nosotros estamos subidos a esa innovación en el proceso y estamos ganando tiempo para estar preparados para ese crecimiento fuerte.
En los espumosos nacionales también se vio un gran crecimiento.
Sí, está creciendo y fuerte. Este año fue el mayor en los últimos 5 años en el crecimiento de los espumosos. Tenemos calidad. Ahí tenés una buena gestión como país.
Una de las discusiones que se da desde hace unos años es si necesitamos un nombre que identifique a nuestros espumosos, como tiene España con sus Cava o Italia con sus Prosecco, ¿hace falta tener un nombre?
Esto lo respondo en forma personal, no creo que haga falta un nombre. Queremos copiar lo que hace Italia, pero nosotros somos Argentina. Si en algún momento sale un nombre, saldrá. Nosotros no producimos espumantes en una sola región o de una sola variedad, somos mucho más amplios. Tenemos mucha calidad y muchos productores haciendo espumosos, tenemos un futuro importante.
Siguiendo en modo personal, en una nota te titularon como Alejandro Vigil, el Messi del vino argentino, pero también dijiste que no te había gustado ese título, ¿por qué?
No es que no me gustó. Me parece que no hay que poner el vino en figuras, ya estamos evolucionados. Tenemos que hacer hincapié en todas las zonas que tenemos, desde la quebrada de Humahuaca a Pedernal. Hay que hacer hincapié en mostrar las regiones, tenemos tantos estilos y posibilidades que nos da una amplia gama. Cuando uno lo encierra en nombres o figuras, queda determinado a un estilo o persona. No es que me molestó, estoy super agradecido que me digan eso. Fue un halago total. Pero uno como productor tiene que tener una cabeza más amplia y que pase eso a nivel Argentina. Fijate, Messi todavía no salió campeón del mundo… hay que armar una buena composición con muchos jugadores de alta calidad para cada segmento. Con eso vamos a crecer y promocionar el vino argentino en el mundo. Poner más calidad de lo que paga alguien y nosotros podemos hacerlo.