Para cuando salga esta nota, Gael Augusto Lapeyre tendrá 17 años recién estrenados y un bagaje enorme de galardones. Él es un speedcuber argentino con gran trayectoria ya que participó en 46 torneos, en los cuales obtuvo 282 medallas, 97 de oro, todas las que hoy decoran su cuarto.
Pero no solo eso. Además, rompió 8 récords continentales y 10 nacionales; consiguió un Campeonato Sudamericano y 2 bronces; se alzó 4 veces como Campeón Argentino con 16 podios nacionales; se consagró como el cubero que destaca en más categorías de Sudamérica y supo llegar a top 10 del mundo con la consigna “Sum Of Ranks” (Sumatoria De Rankings).
Este chico inquieto que cursa cuarto año en la escuela técnica estatal No.3 “María Sánchez de Thompson”, organizó 2 competencias; se encuentra en el top 3 histórico argentino en 11 sobre 17 categorías posibles. Y si hablamos de números, hay que prestar atención para el dato que viene a continuación. ¡Alcanzó 5.38 segundos como mejor marca en el clásico Cubo 3x3!
Para cuando salga esta nota, Gael también tendrá en su haber un logro magnífico para sus jóvenes años ya que acaba de publicar su primer libro “Más allá del Cubo, Resolviendo el rompecabezas de la vida”, una propuesta en la que revela cómo mejorar la habilidad de esta práctica no solo para la competición sino para la vida misma. El libro -que fue autofinanciado- será presentado el 23 de julio en el marco del Campeonato Sudamericano de Cubo Rubik, en la Universidad Di Tella.
En charla con Forbes, reunidos en el departamento donde vive con su mamá Silvana y su hermana Chloe, en el barrio porteño de Belgrano, Gael contó cómo este pequeño entretenimiento que descubrió gracias a su mamá a los 4 años, pasó a ser mucho más que un juguete colorido. “Soy un speedcuber y analizo ese vasto universo de combinaciones con el objetivo de reducirlo, en el menor tiempo posible, a solo una: aquella en que todas las caras están resueltas”. Con ese pequeño y gran detalle, empieza esta historia.
Desde pequeño
Tuvo una primera aproximación a eso de los 4 años, cuando su mamá le acercó un cubo mágico para que se divierta. Este primer contacto no fue tan interesante en ese entonces pero unos años más tarde, Gael se tomó el desafío de resolver ese cubo lleno de colores. “Conozco al cubo desde que tengo uso de razón, siempre me dio curiosidad y cuando era chico, mi mamá me compró el cubo. Es muy difícil armarlo intuitivamente”, sostiene.
Tras abandonarlo, cuando tenía alrededor de 9 años, dio otra vez con el cubo Rubik y gracias a uno de esos videítos que cada tanto aparecían en YouTube, logró entenderlo, le pidió un nuevo cubo a su mamá y lo armó por primera vez.
Cuando se le consulta, da algunos tips: “con un tutorial, tenés que reconocer los casos que tenés en tu cubo y mover el cubo cómo te dicen. Es como aprender una fórmula matemática”.
Y así, casi sin darse cuenta, pasó de ser un hobby a ser parte de su cotidianeidad y de sus desafíos. Gael cuenta que quizás, el punto de inflexión fue el primer torneo en el que participó “cuando conocés gente a la que le apasiona lo mismo que vos”.
Una vida dedicada al cubo
“Me daba mucho TOC ver los colores desarmados –revela Gael-. A la salida del colegio, un compañero me pidió que lo arme y ahí es como que me vino una motivación, volví a ver el tutorial y empecé a armarlo por mi cuenta y me divertía”.
Cuando lo logró se dijo a sí mismo “¿¡está resuelto!?”. Y relata: “roté el Cubo por todas las caras y estuve varios segundos verificando que realmente lo había armado. La expresión de “no poder caer” aplica de manera excelente para describir mis emociones en esos momentos; intuyo que al Cubo tampoco le “cuadraba” que yo haya podido con él. Fui a contarle muy contento el triunfo a mi madre y no recuerdo mucho su respuesta; entiendo que me felicitó y se alegró, aunque creo que no fue consciente de lo que ese logro iba a significar para mí más adelante”, recuerda.
Desde que se adentró en este mundo no solo alcanzó múltiples récords continentales, sino que también cultivó la destreza de aprender a aprender, desarrollarse en el desarrollo y practicar la práctica, tal como revela en su libro
El cubo en sí es mucho más que una forma de entretenerse. Gael enfatiza que gracias a este “amigo” logró progresar en campos como la concentración, la memoria o la perseverancia, además de que lo hizo nutrir de amistades, fortalecer el control de sus emociones y ¡por si fuera poco! abrazar la felicidad.
Torneos en carrera
En cuanto al tema de la competición, Gael empezó a informarse sobre torneos y a anotarse. “Empecé a mejorar mis tiempos y competir en la disciplina. Esto te da motivación y el punto de inflexión fue el primer torneo regulado”.
En cuanto a los tiempos, confiesa que la primera vez que se cronometró completó la hazaña en 1 minuto y medio. “Ya lo tenía memorizado. Al principio mejorás muy rápidamente. Ya en el primer torneo hice 14 segundos”.
Los desafíos son variados ya que en la Asociación que respalda esta actividad, hay 17 categorías aunque se suele dividir entre las que se relacionan con los speedcubers, que buscan hacerlo lo más rápido y los coleccionistas que llevan cubos exóticos. Entre las competencias, se puede participar en armar a mayor velocidad cubos 3x3, 4x4 o 5x5, también pueden ser a ciegas en las que dan el cubo desarmado, el participante lo memoriza, luego se le tapan los ojos y lo resuelven confiando solo en la memoria.
Relata que cuando se centró en practicar, sobre todo en 2022 y durante la cuarentena, ocupó entre cuatro o 5 horas por día.
¿Qué cambió en tu vida?
Para Gael cada uno de los logros que obtuvo con el cubo simboliza un triunfo. “Es la recompensa que me da haber participado y practicado. Eso me demuestra que yo sé practicar una disciplina y mejorar esa disciplina y extrapolar eso en cualquier área”.
Considera que no es disciplinado porque para él ser disciplinado va en contra de lo que querés hacer. “Logré encontrar belleza en la práctica. Me levanto con ganas de practicar”, manifiesta.
El Gael de 17 años recién cumplidos cuenta que la reacción de la gente es muy sorprendente. “Me felicitan, me hacen las típicas preguntas. Y ya te conocen como el chico del cubo”, resume.
Como mejor anécdota recuerda aquella oportunidad en que venía haciendo tiempos de 8 segundos y en un torneo logró completar la proeza solo en 5. “Fue la primera vez que me subí a la silla para festejar”, relata.
Libro especial
Para 2023, Gael también venía interesado mucho en la lectura. “Me tomaba en serio el speedcubing, leí libros de no ficción, leo bastante filosofía y sin saberlo estaba empezando a gestionar el sueño de escribir un libro. Me imaginaba de grande, escribiendo un libro”, cuenta.
Pero el 17 de enero de 2024, estaba con su hermana Chloe en Uruguay, donde vive su papá y ella lo incentivó a intentarlo. “Estábamos hablando de eso. Ella es la que me hace cuestionar y me dice ¿por qué no lo escribís? Lo charlé con mi papá, luego con mi mamá y a partir de eso empecé a tomarlo muy en serio”, sentencia. Su mamá, Silvana D´Agostino, que participa de la entrevista suma: “yo creo que el libro le brotó”.
¿Qué querés transmitir con este libro? pregunta Forbes. “Extraigo dos enseñanzas. Una es cómo practicar y la otra es cómo competir. En lo primero es decirle a tu cuerpo lo que tenés que hacer y te enseña cómo hacerlo. Competir te prepara para saber manejar las emociones en cualquier tema. Puede pasar que, por un pequeño temblequeo de manos, te puedas demorar. Hay que aprender a combatir esas situaciones”.
En cuanto a los desafíos, Gael cuenta que el principal es contra sí mismo. Hubo una racha que estaba en un nivel competitivo muy bueno y hubo cinco momentos en que las circunstancias lo sacaron de récords sudamericanos por un error de cálculo, pequeñas fallas que lo incentivaron a saber aprender a manejar esas emociones.
Una comunidad única
Gael sostiene que la comunidad es muy llevadera. El rango de quienes participan va desde los 10 a los 20 años “es la edad en la que tenés tiempo libre, porque los cuberos empiezan a bajar el nivel cuando van a la facultad o empiezan a trabajar”.
En tiempos de Inteligencia Artificial y otros términos inusitados tiempo atrás, Gael cuenta que para armar el cubo lo único que se debe aprender son algoritmos, una secuencia de pasos que permite dejar todo el cubo intacto y mover solo algunas piezas. “Un algoritmo hace que muevas piezas determinadas”, resume.
En cuanto a qué le recomendaría a otros chicos, el joven sugiere que aprendan a armarlos con un buen tutorial. Y luego que vayan a un torneo a ver que hay muchas gente que hace lo mismo y poder relacionarse con gente que le apasione lo mismo.
Libro con agradecimientos
“Resolver un cubo es ver años de aprendizaje, de preparación, de éxitos y de fracasos, no es lo mismo que ver un libro que vivenciarlo. En un mes y medio tenía ya listo el libro”, considera.
Para Gael el cubo es definitorio porque fortaleció su vida: no le cuesta la rutina, todo eso ayudó a que pueda adaptarse a situaciones en las que enfrenta miedo y logros y por la que obtiene tolerancia a la frustración. “La frustración es muy grande si practicás 100 horas en un mes y tenés que resolver en 10 segundos. Y perdés por 0.001”.
Gael contó con la ayuda de su familia, de una exprofesora que lo ayudó en la corrección, de una traductora que le dio tips para sumar un cómic que elaboró con IA y de los cuberos ya consagrados, colegas que le dieron una excelente devolución
Pero Gael muestra un agradecimiento particular en su libro. “Deseo expresar mi más sincero agradecimiento al speedcubing por todas las huellas imborrables que ha dejado en mí. Todas aquellas insospechadas vueltas del destino que convergieron para que hoy me encuentre escribiendo estas líneas”, cita.
“No importa cuánto tiempo pase, dentro mío siempre recordaré con nostalgia y felicidad indescriptibles estos maravillosos años. Desde la primera ocasión en que logré resolver aquel caos de colores dispersos, pasando por incontables horas de práctica, alegrías y récords, forjando vínculos imperecederos, viajando a lugares hermosos hasta la redacción de este libro”, continúa.
Y termina: “Me pregunto: ¿qué sería de mí sin el Cubo de Rubik? ¿Qué habría sucedido si aquel video no hubiera aparecido en mis recomendaciones, si mi amigo Juan no me hubiera pedido que le resolviera su Cubo, o si, por alguna razón, aquella chispa no se hubiera encendido tan rápidamente en mí? Desconozco la respuesta a todas esas preguntas, pero lo único que sé con certeza es que, afortunadamente, todo eso sucedió, y ha culminado en la oportunidad de escribir un libro que narra esta increíble aventura”.
*Fotos: Gentileza de entrevistado