El vínculo entre la estadounidense Heidi Lender y Uruguay no fue planificado. Todo lo contrario. En una es cala de un viaje por Brasil y Argentina recaló, de casualidad, en Pueblo Garzón.
Corría el año 2009 y allí no había mucho más que el hotel y restaurante del chef argentino Francis Mallmann. Lo que sí abundaban eran las propiedades con cartel de "Se vende".
Con experiencia en periodismo, negocios y moda, y una incipiente carrera en fotografía, a Heidi le maravilló el paisaje, pero sobre todo la energía y la tranquilidad.
"Fue raro y mágico al mismo tiempo", recuerda. En menos de 24 horas compró una casa de paredes amarillas sobre una tierra de 33 hectáreas. Y nunca más se fue.
Allí creó Campo, una fundación sin fines de lucro que incluye residencias y festivales de artistas, con el objetivo de promover el encuentro y la creación.
Mientras escribe las memorias de su periplo uruguayo, la agenda de la edición 2024/2025 de Campo ya está completa. Con nuevo nombre —Campo Art Fest 8— reunirá 14 artistas y un chef durante cuatro semanas en diciembre, a los que se sumarán otros siete artistas para el festival que cierra el año en el pueblo.
¿Cómo se te ocurrió la idea de Campo?
Como artista y fotógrafa sabía que existían residencias artísticas, pero cuando abrió Bodega Garzón dije: 'Bueno, algo está pasando en la región'. Si Garzón iba a crecer, yo quería ser parte y guiar ese crecimiento con mi arte.
Al principio pensé en abrir un hotel. Esa idea me duró una semana. Hasta que un día me levanté con la idea de invitar artistas y hacer residencias.
Luego apliqué para hacer yo una residencia en Wyoming, que fue un modelo para mí. Fui como fotógrafa y con la idea de escribir.
El primer año que invitamos artistas fue en diciembre de 2017, seis semanas.
El primer festival fue al mismo tiempo, a fines de ese año. Este año, incluye artistas internacionales como Jim Denevan (EE.UU.), Muna Malik (Yemen/EEUU) y Ha Jin Lee (Corea), que se unen a representantes de Uruguay como Elián Stolarsky, Myriam Zini y Andrea Arobba, entre otros.
Es un lugar para que los artistas creen libremente, ¿pero cómo se solventa?
Es re-difícil, pero estoy 100% involucrada en buscar fondos en todo el mundo. No teníamos nada al principio, hicimos el festival y la residencia con muy poca ayuda... alguna gente dio los pasajes, otros artistas vinieron por su cuenta, yo puse un poco de dinero. Hubo muchos voluntarios.
Pero tras la primera cena benéfica, en diciembre de 2017, una pareja muy generosa de EE.UU. me llamó y me preguntó cómo podía ayudar. Con esa donación gigante pude hacer mu chas cosas. No necesitamos nada más como por dos años.
¿De dónde provienen ahora las principales donaciones?
De todo el mundo. Somos una fundación de EE.UU. con una rama oficial en Uruguay. Como soy americana y sé cómo funciona la filantropía ahí, fue algo obvio de hacer.
Tenemos más donantes de EE.UU. por la exoneración y la cultura de filantropía allá, pero recibimos apoyo también de Europa, Argentina o Brasil.
Cerca del 90% de nuestros ingresos proviene de donaciones privadas.
¿Qué experiencia tenías en este tipo de actividades?
Soy licenciada en negocios de la moda. Crecí con un padre emprendedor y también muy dedicado a la filantropía. Él tenía un negocio familiar y cuando lo vendió entró en el mundo de ayudar a los demás.
Además, es hijo de in migrantes, de Polonia, tenía el sueño americano, y yo cre cí con eso. Como soy la mayor de sus hijos estuve muy cer ca de él en los negocios. También obtuve algo de ayuda de mi hermano, que está en finanzas.
¿Llegaste a armar un proyecto o fue más bien intuitivo?
Mi business plan y cómo hicimos todo fue realmente al revés. Y yo sabía eso. Como tengo un cerebro creativo empezamos por los programas, no por la plata. Después vino el dinero. Alguien del mundo de los negocios nos hubiera dicho que estábamos haciendo las cosas mal.
Tuve muchas críticas por eso, pero esto es un negocio del corazón, no estamos dándole de comer a los pobres o salvando gente de los desastres naturales. Lo que hacemos es para el alma, no es justicia social. Le tenía fe y está funcionando. Creció poco a poco.
¿De qué depende el éxito de cada edición?
Ya sé que la de este año es un gran éxito, porque vamos a tener 14 artistas en residencia y más de 20 para el festival. Nos encontramos por Zoom desde agosto.
Todos los años estamos creciendo y percibo la energía de lo que va a pasar en diciembre. Ya puedo decir que será el mejor festival de arte del mundo.
El año pasado algo cambió: noté que el pueblo estaba vibrando con el festival, que los residentes estaban viviendo el arte. Eso me puso súper feliz. Conozco a casi todos... el corazón y el alma del festival creció.
Campo incluye varios programas, ¿en qué consiste Creative Summit?
Eso es algo que nunca hicimos, es como la visión máxima para Campo. Quiero invitar a líderes de todo el mundo a una residencia grupal, 10 líderes en 10 rubros diferentes que vengan a discutir sobre su tema: científicos, artistas..., nunca se hizo.
Es LA gran idea... es global.
Además, está la Capital Campaign para construir el Main Campus diseñado por Rafael Viñoly, casi su último diseño. Tenemos que conseguir como US$ 7 millones.
La fundación tiene una casa con dos dormitorios, pero es muy difícil tener programas, por eso quiero construir con mis fondos. Tenemos un equipo excelente y vamos a preparar esta campaña para el año que viene.
¿De qué plazos estamos hablando?
En un plan a cinco años, veo tener un edificio y un plan anual. Hay tres o cuatro pasos para hacer. Con un edificio central podemos hacer un montón.
Cuando construyamos voy a donar 13 hectáreas de mi campo a la fundación. Es un lindo plan, me encanta, pero necesitamos plata y apoyo. Sé que la filantropía en Sudamérica no es como en EE.UU., pero me gusta el desafío. A veces es muy frustrante, pero hay gente de Uruguay, Argentina o Brasil que quiere apoyar y formar parte de algo grande.
Me gusta el desafío de enseñar el don de dar. Muchos me dicen que estoy loca, '¿por qué vas a dar tu tierra?'. '¿qué vas a obtener a cambio?'.
Voy a recibir felicidad, ¿por qué no? Me da mucha alegría ayudar a otros a realizar sus sueños. Se dice que es difícil emprender en Uruguay porque el mercado es chico.
¿Qué opinás?
Creo que es verdad, lo que amo de este país es también un obstáculo. Es difícil hacer cosas acá. Estoy intentando traer experiencias de afuera. Veo que en Uruguay la mentalidad es, sobre todo en el rubro del arte, "no, no puedo".
Y yo digo: "Sí, podés". Pero la riqueza en Uruguay, la creatividad, el impulso, sobre todo en los últimos cinco años, es completamente diferente de cuando yo llegué.
Estamos cambiando, pero es lento. Y está bien que sea así.
Hay que empujar, pero no frustrarse.
*Este artículo fue publicado originalmente en Forbes UY del mes de octubre de 2024