Diego Maradona murió hace ya más de dos años, pero regresa en forma periódica e inevitable. Desde aquel 25 de noviembre de 2020, Argentina ganó un Mundial, Lionel Messi se hizo eterno y Lionel Scaloni le tapó la boca a todos, también a Maradona.
El nombre del "10" aparece ante el debate de cómo hubiera reaccionado ante lo que sucedió en Qatar 2022, pero regresa también en una galería de arte, todo un "flashback" en Palermo para recuperar al Maradona del Napoli, al del Barcelona, al de Boca, al de Argentina.
"No quiero lucrar, esto se trata de acercarle a la gente cosas que nunca vio, de llegar a gente que nunca se pudo sacar una foto con Diego. Es una exposición para todos los maradonianos", explica a Forbes Argentina Mariano Israelit, un amigo de décadas de Maradona, antes de la muestra en "Futbolitis" el 14, 15 y 16 de marzo.
Israelit pasó mucho tiempo de su vida junto a Maradona. Se hizo amigo de él en 1982, el año de la Guerra de las Malvinas. Siete años más joven, Israelit era amigo de Hugo, uno de los hermanos del futbolista. Iba a comer y cenar con frecuencia a la casa de los Maradona hasta que un día se atrevió a subir a la habitación de quien ya era una estrella y pedirle que le firmara un poster. Se hicieron amigos, hasta que el fútbol y la vida los separó. Volvieron a encontrarse en 1997 en el VIP de una discoteca. "Y a partir de ahí no nos separamos más", recuerda Israelit, conocido productor de televisión, radio y eventos.
¿Qué hubiera hecho y pensado Maradona ante la hazaña de la selección de Messi en Qatar?
Su amigo no duda: "Diego hubiese estado feliz. Él no pudo ganar el Mundial como técnico, pero sí como jugador. Y hubiera estado feliz, siempre tuvo muy buena relación con Leo Messi, siempre me habló con mucho cariño y respeto de él".
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¿Y Scaloni? En sus últimos meses de vida, Maradona hizo declaraciones extremadamente duras acerca del técnico de la selección. La frase es inolvidable: "No tiene la culpa él de estar ahí, lo empujaron a esa posición. El problema es que se crea técnico Scaloni y quiera ir al Mundial, No, Scaloni, vos podés ir al Mundial de motociclismo, al de fútbol no".
Israelit no elude el debate. "Me imagino a Diego en el vestuario con Scaloni, aunque haya dicho algunas palabras fuera de lugar sobre él. Diego hubiera estado apoyando al equipo sin dudas, cien por ciento, bien a lo Maradona. Es una pena que no haya estado allí y que tampoco haya justicia en Argentina para que se sepa quién asesinó a Diego".
Cuando dice "asesinó" lo dice convencido. Ocho meses antes de su muerte, Maradona se abrazó a su amigo y le pidió algo: "No me abandonen, no me dejen solo".
"Diego no merecía morir así", dice emocionado Israelit. "Murió solo, porque los que tenía al lado era gente que no lo quería".
La muerte no tiene retorno, pero Israelit espera aún que la Justicia actúe. Entretanto, una vía de escape es el convertir su recuerdo en arte, en memorabilia icónica. Lo que se verá en "Futbolitis" es la colección privada de Israelit, objetos que Maradona le fue regalando a lo largo de "toda una vida de amistad y de trabajo".
"La mítica camiseta celeste del Napoli con el patrocinio de Buitoni, o aquella que llevaba a Mars como sponsor. Pelotas originales de Mundiales de fútbol, un gorro que usó en un torneo de golf…”, enumera. Y aquel inolvidable video en el que, mientras domina la pelota de manera que no es terrenal, suena "Life is Life", de Opus.
La entrada es gratuita, y en el ida y vuelta con los visitantes, Israelit confía en ganar inspiración para rematar otro de sus proyectos: un libro sobre Maradona.
"Estoy terminando mi libro, espero poder contar cosas personales muy importantes vividas con él. Diego siempre es noticia, vende todo el tiempo, siempre hay algo para decir y descubrir de él".
En el libro habría mención, por supuesto, a aquellos meses de estadía en la Clínica "La Pradera", en las afueras de La Habana. Israelit recuerda una anécdota del año 2001.
Eran las 3.30 de la madrugada en Cuba y una palmera doblada por la fuerza del huracán Michelle amenaza la integridad de la casa en la que se aloja Maradona. El futbolista marca el número privado de Fidel Castro y le dice que su habitación está a punto de ser destruida. A los diez minutos, desafiando la fuerza y los peligros del viento, un grupo de cuatro operarios corta la palmera y soluciona el asunto. Sonriente, Diego Maradona mira a los dos amigos que lo acompañan en esa estadía de desintoxicación de las drogas y los desafía: "¿Vieron que era cierto que Fidel es amigo mío?".
Era cierto. Y uno de esos amigos en la casa amenazada por la palmera era Mariano Israelit.
