La decisión de la Corte Suprema de revocar el fallo Roe vs Wade y eliminar la protección federal del aborto generó mucho ruido político en Estados Unidos. Rápidamente el presidente Joe Biden y los líderes demócratas más prominentes pidieron el voto para sus candidatos en las elecciones de medio término del próximo 8 de noviembre, con la promesa de impulsar una ley federal que legalizara el aborto. El esfuerzo apunta a movilizar a su electorado y evitar perder gobernaciones, legislaturas estaduales y el control de las dos cámaras en el Capitolio.
La mayor inflación en los últimos 40 años -8,6% interanual- y una cada vez más probable recesión pegan en la línea de flotación del barco demócrata. Si bien la suba de precios está provocada por la emisión monetaria durante 2020, la crisis en las cadenas de suministro por brotes de Covid-19 en China, y el ritmo de suba de tasas de Jerome Powell, Biden tiene mucha dificultad en eludir un “castigo” del electorado, que acudirá a las urnas preocupado por la marcha de la economía.
El aborto puede movilizar a las bases demócratas en aquellos Estados donde aún está protegido el aborto. En 36 Estados se elegirán nuevos gobernadores y legislaturas estatales que podrían derogar esa protección. Los demócratas confían en interpelar a mujeres de los suburbios que no suelen participar en las elecciones.
De hecho, los gobernadores demócratas que compiten por la reelección intentarán poner al aborto en el centro de la campaña, transformando la contienda en un referéndum sobre esa causa y no tanto sobre los golpeados bolsillos de sus votantes.
Así lo manifestó Laura Kelly, gobernadora demócrata de Kansas, ante la inminencia de la votación de una enmienda en la Constitución estatal para prohibir el aborto. “Yo podría ser la única líder de Kansas que se interpone en el camino de nuevas restricciones al aborto”, aseguró, enfatizando que quien ocupe el sillón de la gobernación tendrá en sus manos la lapicera para vetar cualquier ley estatal que prohíba o restrinja el aborto.
Otros Estados gobernados por demócratas donde la discusión por el aborto promete ser el eje de la campaña son Pennsylvania, Michigan y Wisconsin. Esos esfuerzos pueden tener éxito a nivel estadual, pero difícilmente eviten que el Senado y la Cámara de Representantes vuelvan a ser controladas por los republicanos.
La aprobación de Biden es un lastre para los candidatos demócratas: sólo el 39% valora su gestión, mientras que el 56% la rechaza, según el promedio de encuestas de Real Clear Politics. En tanto, el 22% de los consultados cree que Estados Unidos marcha en la dirección correcta, contra el 69% que considera que va por un mal camino.
El pesimismo aumenta cuando se les pregunta por la economía. Ocho de cada diez estadounidenses contestan en un sondeo de The Wall Street Journal que su estado es malo o regular.
La suba del precio de los alimentos y del combustible más los nubarrones que amenazan la actividad económica motorizan la disconformidad del electorado con la Casa Blanca.
Pero no sólo es la economía. También las estadísticas están contra los demócratas: en las últimas cuatro elecciones de medio término, el oficialismo perdió el control de al menos una Cámara del Congreso. ¿Quién fue el último en evitarlo? George W. Bush en 2022, cuando las cenizas de las Torres Gemelas y el terror aún cubrían la atmósfera política de los Estados Unidos.
Aunque las manifestaciones a favor del aborto sean masivas en Nueva York, Washington y Los Angeles, los candidatos demócratas tendrán una dura tarea en noviembre. El aborto movilizará a segmentos del electorado en los “blue states”, pero difícilmente sea un game changer en las elecciones.