Es economista y ocupó cargos de relevancia en el equipo económico durante algunos gobiernos del Frente Amplio. Más allá de su perfil técnico, Mario Bergara militó desde su adolescencia y, tras evaluar sus próximos pasos, decidió apoyar a Yamandú Orsi en su precandidatura. El porqué de su elección, la marcha de la economía, los cambios tributarios a futuro y los riesgos del plebiscito que promueve el Pit-Cnt son algunos de los temas que abordó en esta entrevista.
—¿Por qué dio un paso al costado en la precandidatura?
Efectivamente dimos un paso al costado, principalmente porque desde el inicio teníamos claro que los objetivos centrales en esta etapa son contribuir al triunfo del Frente Amplio en la elección nacional y fortalecer el espacio astorista o seregnista que lideramos. Es fundamental ese espacio para los equilibrios dentro del partido y el diálogo con la sociedad, incrementando las chances electorales.
—Se habla mucho de una campaña polarizada dentro del partido, ¿es difícil estar en una interna tan competitiva?
La polarización que ha recrudecido en la interna del FA, entre las dos que ya estaban instaladas, obviamente afectó nuestra precandidatura. Optamos por acompañar la de Yamandú Orsi porque sentimos que en el trayecto político de los últimos años hemos estado más cerca de los sectores que la apoyan. Vamos a seguir con nuestra propia campaña, acompañándola, pero con nuestros propios perfiles.
—¿Qué opina de actores del oficialismo que dicen que con este acuerdo desparece el astorismo dentro del FA?
Sí desde el oficialismo se han visto planteamientos claramente oportunistas y de política electoral mediocre que sorprende. Ese mensaje de que ya no hay astorismo en el Frente, que son todos tupamaros y comunistas, parece algo dicho en la década del 70. Una caricatura arcaica, el cuco de los tupas y los bolches es algo que es increíble seguir escuchando en el siglo XXI después de 15 años de gobierno. Realmente recurrir a esa caricatura absurda es una muestra de la falta de elementos y de razones de parte del oficialismo.
— ¿Tras el fallecimiento del exministro Danilo Astori queda un vacío por llenar en el FA?
El Frente tuvo un gran liderazgo que fue el de Seregni, sin duda, y después tuvo una tríada de liderazgos exitosa: Tabaré Vázquez, (José) “Pepe” Mujica y Danilo Astori. Con lo cual, a medida que esa estructura tiene que dar paso a otra, se está en un proceso de reestructura de liderazgos. Todavía estamos en ese proceso.
—¿Le ha costado al FA la renovación?
Son procesos que cuestan, los liderazgos no se heredan y no se definen administrativamente; los votos cuentan y las campañas cuentan.
—¿Se siente heredero del seregnismo?
Nuestro espacio representa el perfil seregnista y astorista, de ninguna manera lo planteamos como monopólico. Hay seregnismo por todos lados y ojalá haya más.
—En las últimas elecciones decidió ser candidato, ¿qué lo llevó a tomar esta decisión?
A los procesos los vivo secuenciales. No nací en la política con un objetivo en esa dirección. Fui director de la Ursec en el gobierno de Batllle. Estuve en la subsecretaría de Economía, en el Banco Central y fui ministro. En 2018 tomé la decisión de ser candidato, a pesar de que estaba planteada la posibilidad de que yo compitiera por la presidencia de la CAF, el banco de desarrollo de América Latina. Era un rol muy importante, pero tomé la decisión de seguir en el trillo político.
—Del 1 al 10. ¿qué nota le coloca a Azucena Arbeleche como ministra de Economía?
Al gobierno le puse 3, a la gestión económica 4. Tiene que ver con cosas de continuidad que tienen resultados como la reputación, la credibilidad del país, el tema de tener una inflación un poco más baja. Pero comete errores, creo yo, en las formulaciones presupuestales, en el manejo de los impactos económicos y sociales de la pandemia y en el tema del atraso cambiario.
—¿Por qué dijo que estamos en el peor atraso cambiario del siglo XXI?
Es lo que dan las cifras. Tenemos el tipo de cambio real más bajo de todo el siglo XXI y el problema es que eso se da ante la pasividad del gobierno y del Banco Central. Lo interpreto por una visión de fundamentalismo ideológico de mercado, porque lo han dicho, que el dólar lo resuelva el mercado. El mercado de Uruguay es un mercadito muy imperfecto, hay un error de visión. Hoy es el clamor de todas las gremiales y hace más de dos años que el Banco Central no interviene.
—¿Peligra el grado inversor si se aprueba el plebiscito que promueve el Pit- Cnt?
No nos podemos adelantar, lo que sí puedo decir es que nosotros no acompaños el plebiscito. Ni ese ni los otros tres. Como todo el FA somos contrarios a la reforma jubilatoria que aprobó el gobierno, porque es injusta y porque toda la carga la pagan las trabajadoras y los trabajadores. Además, compartimos el camino que fijó el FA que es cambiar el mapa político para convocar el diálogo nacional y a organizaciones de sociedad civil para avanzar en una nueva reforma por la vía legal.
—¿Se puede escapar de subir la edad jubilatoria a 65?
No éramos contrarios a subir la edad jubilatoria, éramos contrarios a subir la edad jubilatoria a rajatabla, que es prácticamente lo que se hace en la ley porque las pocas excepciones que tiene son difíciles de satisfacer. Somos contrarios al plebiscito porque procura poner en la Constitución, cosas que no van, como la edad mínima jubilatoria o la jubilación mínima.
—¿Es confiscatorio de los ahorros de los trabajadores?
Iba a llegar a ese punto, no compartimos la erradicación de las cuentas individuales. Es más, hace varias instancias que en el programa del Frente no está eso. AFAP sí o no es una discusión vidriosa de segundo orden, hoy hay un millón y medio de cuentas con nombre y apellido de cada trabajador.
La AFAP administra cuentas que pertenecen a las trabajadoras y no es la que determina la jubilación después, no somos partidarios de erradicar las cuentas individuales. La papeleta lo que plantea es que todo ese dinero, que es mucho —son US$ 22.000 millones, prácticamente 30 puntos del PBI— vaya a un fondo común para que el BPS lo vaya usando seguramente en el pago de pasividades. Pero como tenemos un sistema deficitario, esos montos van a ir disminuyendo y desapareciendo en ese proceso.
—¿Es peligroso?
Creo que es peligroso por el impacto. Lo que está en la papeleta, si se aplicara, va en la dirección contraria a la sustentabilidad del sistema, va en la dirección de un incremento rápido y muy grande del déficit.
—¿Aumentaría el déficit?
Muchísimo, cuestionaría la sustentabilidad del sistema y si no se tomaran otras medidas cuestionaría la sustentabilidad fiscal.
—¿O sea que si sale al gobierno que sea lo embreta?
No tengo dudas.
—En materia económica dice Álvaro Delgado que hay margen para bajar impuestos, ¿esto es así?
Prometió bajar impuestos, yo lo que digo es que en el mundo que vivimos hoy, enormemente cambiante, con tanta incertidumbre, nadie puede decir no va a tocar nada en cinco años, decirlo es demagogia.
—¿La carga es adecuada?
La presión fiscal en Uruguay no es baja, es relativamente alta, o sea que la inclinación no sería a subir impuestos.
—El FA siempre hablaba del margen para subir a los que tienen más
En lo que es la renta personal, es el proceso que se ha hecho de la reforma tributaria hacia adelante. El IRPF es un impuesto absolutamente progresivo porque el 80% del impuesto lo pagaba el decil de los hogares con más ingresos. Subir tasas ahí ya no tiene prácticamente impactos.
Después está la discusión de las rentas empresariales o de algunas actividades como el sector agropecuario, que a nivel global tiene una presión menor a la del resto de los sectores productivos. Los aportes patronales del sector rural son la cuarta parte de industria o comercio. El problema que tiene el sector son los impuestos ciegos que no acompañan el nivel de actividad siendo un negocio muy volátil porque depende de factores variables, entonces es cierto que con estos impuestos se puede analizar una reformulación, pero no porque haya que disminuir la presión tributaria.
—¿Es posible aumentar la carga tributaria en el agro?
Lo primero que hay que pensar es reformularla, porque cuando al agro le va bien, le va muy bien y ahí debería pagar más impuestos. Hacer una especie de fondo de estabilización, entre comillas, y eso te permite tener una menor presión cuando le va mal.
—¿Qué errores que el FA cometió en el pasado no puede tener en caso de llegar al gobierno?
Varios, primero no alejarse de la gente, trabajar con más humildad. Después hay cosas, porque en 15 años hubo aciertos y errores y yo creo que hay que erradicar del Frente la posibilidad de tener gobiernos en disputas, eso partía de la base de que el FA tenía la elección ganada para siempre.
Tenemos que erradicar esa mentalidad de gobierno en disputa que incluye esa ilusión de los dos equipos económicos, una cosa dañina, el giro a la izquierda. El giro a la izquierda era parte de un gobierno en disputa y yo creo que esas cosas hay que erradicarlas. Creo que también tenemos que ser claros en cuanto a que las empresas públicas no pueden ser utilizadas como plataformas políticas.
—¿Y en seguridad?
La visión es que esto no lo va a resolver un partido, hay que ir a un diálogo y generar una política de Estado. Hay que ir a un enfoque integral y en el tema penas sentar a los expertos y reformular todo el sistema para hacerlo criterioso, de manera integral.
—¿Cómo fue que se decidió a hacer política?
En realidad yo milité en política desde la adolescencia, en la época de la dictadura. Allá por el 81 yo tenía 15 o 16 años y estábamos juntando firmas contra el examen de ingreso a la universidad. Fueron mis primeros pasos con bastante inconciencia en la militancia, hasta el 83 que ingresé a facultad y empecé a militar, tanto en el gremio estudiantil como en el Frente Amplio.
Allí empecé cercano a la juventud del Partido Comunista y me terminé afiliando. En el 85 ingresé al Banco República por concurso, empecé la militancia en AEBU y en algunos lugares centrales del FA como la comisión de entes. Íbamos a informar a la Mesa Política y ahí conocí a (Líber) Seregni.
Después quedé como independiente en el FA, en el 94 me fui a estudiar el doctorado a Berkeley y estaba totalmente pendiente de los procesos políticos de acá. Me costó mucho entender la renuncia de Seregni a la presidencia del FA en el 96. Al poco tiempo anunció la creación de un centro de estudios y tenía claro que cuando volviera iba a trabajar ahí. Fue lo que hice y allí generamos un vínculo muy estrecho y cotidiano.