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Los siete hábitos del sueño que siguen los CEOs altamente efectivos

Julian Hayes II Colaborador

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Claves que transforman el descanso en una ventaja competitiva para quienes toman decisiones críticas bajo presión constante.

11 Abril de 2025 15.25

Ya sea por la incertidumbre económica, los aranceles, los riesgos de ciberseguridad, la retención de talento, las relaciones con los clientes, la gestión de marca, la captación de capital o la relación con los accionistas, los directores ejecutivos cargan con una lista larga de preocupaciones que les quita el sueño. Y con tanto en juego, dormir suele quedar relegado. Pero esa decisión se paga caro.

Dormir bien potencia una toma de decisiones más precisa, una presencia ejecutiva más firme, un mejor rendimiento, una inmunidad más fuerte y una capacidad de liderazgo sostenida en el tiempo. Sin embargo, la falta de sueño se mantiene como una costumbre instalada en muchas oficinas, lo que genera consecuencias negativas tanto para las personas como para las organizaciones:

  • Aumenta un 29% el riesgo de mortalidad.
  • El 71% de los empleados se reporta enfermo por no dormir lo suficiente.
  • La fatiga le cuesta a cada empleador entre US$ 1.200 y US$ 3.100 por persona al año en productividad perdida.

En tiempos de agotamiento y competencia feroz, dormir bien no es un lujo. Es una ventaja real. Recuperar energía y proteger los espacios de descanso mejora el rendimiento de quienes toman decisiones importantes y contagia al resto de la organización. Así, repercute en la moral, la productividad, la gestión del talento y hasta en las ganancias.

Acá van siete hábitos saludables de higiene del sueño que practican directores ejecutivos con buenos resultados:

 

1. No permiten que las decisiones del mañana ocupen espacio en la cabeza hoy

 

Las preocupaciones no se apagan cuando se termina la jornada. Ya sea por una llamada con inversores, una crisis en marcha o el balance de un trimestre complicado, los directores ejecutivos cargan con un ruido mental que se mete en la noche. Si no lo frenan, eso se transforma en estrés, ansiedad, insomnio y, a veces, depresión.

En lugar de dejar que los pensamientos sueltos sigan dando vueltas, muchos optan por desahogarse antes de dormir. Algunos escriben en un cuaderno, graban notas de voz o anotan ideas, pendientes y temas abiertos. Esa descarga mental libera espacio y le da al cerebro una señal clara: el día terminó.

 

2. Preparan el dormitorio como si fuera un boxes de Fórmula 1

 

Un piloto de Fórmula 1 necesita que su equipo de boxes funcione con precisión quirúrgica. Un error mínimo puede arruinar la carrera. Con esa misma lógica, muchos directores ejecutivos ajustan su entorno de descanso al detalle, como si se tratara de una sala clave dentro de la empresa.

Diseñan el dormitorio pensando en la recuperación: cortinas opacas, temperatura baja, luces reguladas según la hora y cero tolerancia al desorden o al ruido. Entienden que no se trata de una extensión de la oficina, sino de una cápsula de descanso que impacta directamente en su rendimiento.

3. Usan la luz con estrategia

 

La luz no solo alumbra. También le da órdenes al cuerpo. Un estudio publicado en Chronobiology International muestra que recibir luz natural a la mañana ayuda a alinear el ritmo interno del cuerpo, mejora el ánimo, despierta el estado de alerta y favorece la productividad. En cambio, la luz azul de las pantallas a la noche confunde al cerebro y le impide prepararse para dormir.

Muchos directores ejecutivos arrancan el día con 10 a 20 minutos de luz natural y lo terminan con iluminación tenue y cálida. Usan la luz como una herramienta: saben cuándo encenderla o bajarla para proteger su descanso y estar más afilados cada día.

 

4. Ajustan su reloj interno como ajustan su agenda

 

Uno de los enemigos del descanso —y del rendimiento— es el jet lag social: ese desajuste que se produce cuando los horarios de sueño cambian por rutinas desordenadas, no por viajes. La forma de evitarlo es simple y conocida: constancia.

Así como los directores ejecutivos manejan su agenda con precisión, también pueden definir con disciplina sus horarios para dormir y despertarse. Incluso los fines de semana. El cuerpo, como el trabajo, necesita regularidad.

 

5. Arman una rutina para bajar la velocidad

 

Después de 12 o 14 horas de reuniones, decisiones y temas urgentes, ni el cuerpo ni la cabeza pueden pasar de la actividad al descanso de un momento a otro. Los directores ejecutivos que cuidan su rendimiento diseñan una rutina específica para ese momento del día en que hay que soltar.

Apagan los dispositivos, hacen algún ejercicio suave, escriben en un diario o leen algo liviano. Es su checklist antes del descanso, como el que usan los pilotos antes del despegue. Sin eso, dormir se vuelve inestable.

 

6. Recortan lo que les roba sueño

 

En el deporte y en los negocios, los márgenes que definen un resultado son mínimos. Con el sueño pasa lo mismo. Hábitos que parecen inofensivos —cafeína fuera de horario, revisar el correo justo antes de acostarse, ver contenido estimulante o lidiar con vínculos desgastantes— pueden afectar la calidad del descanso.

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 Revisar el correo justo antes de acostarse puede afectar la calidad del descanso.

Los líderes atentos a estos detalles hacen lo mismo que con sus empresas: auditan sus conductas nocturnas. Detectan esos gestos que les arruinan el descanso y los eliminan sin dudar.

 

7. Usan la tecnología con intención

 

La tecnología puede ser una aliada o un obstáculo para dormir bien. Todo depende de cómo se la use. Algunos directores ejecutivos incorporan dispositivos portátiles y herramientas de bienestar para seguir sus patrones de sueño, controlar la variabilidad de la frecuencia cardíaca y observar sus ciclos de recuperación. No lo hacen por obsesión, sino para mejorar.

Con esos datos en la mano, ajustan pequeñas cosas en su rutina diaria que, con el tiempo, impactan de forma directa en la calidad del descanso y en cómo toman decisiones al día siguiente.

 

Dormir mejor para liderar mejor

 

Los directores ejecutivos no usan camiseta, pero funcionan como atletas de alto rendimiento. Necesitan resistencia, fortaleza mental y claridad. Igual que los deportistas de elite cuidan sus momentos de recuperación para competir al máximo nivel, los líderes también tienen que hacerlo.

Dormir bien no significa buscar una rutina perfecta. Significa ser constante. Y cuando esa constancia se logra, se nota: mejora la energía, se afinan las decisiones y crecen los resultados. El sueño sigue siendo una de las herramientas más subestimadas del liderazgo, en un mundo que suele valorar más el esfuerzo que la salud.

 

Nota publicada por Forbes US

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