Hace 100 años se discutía si debía ser obligatorio o no reportar sobre la gestión financiera. Tuvo que caerse la Bolsa de Nueva York en 1929 para que el regulador en EE.UU. dijera que hay información que todos deberíamos conocer. Hoy es inconcebible que haya una empresa sin estados financieros.
Hacia allá vamos con los reportes de sostenibilidad, pero estamos en los primeros 25 años”, explica Andrea Pradilla, directora de Global Reporting Initiative (GRI) para América Latina. Estos reportes poco a poco van dejando de ser una herramienta de marketing para transformarse en un elemento de toma de decisiones.
Lo leen socios, inversionistas y mercados financieros, y son tomados en cuenta por diferentes grupos de interés y la sociedad civil.
En Uruguay, si bien el tema está cada vez más en agenda, muy pocas organizaciones reportan siguiendo estándares internacionales. Y menos aun las que auditan esos reportes; práctica que ya se instaló en otros lugares del mundo como Europa, Asia y EE.UU.
La encuesta global sobre reportes de sustentabilidad realizada por KPMG en 2022 incluyó por primera vez a Uruguay. Los datos recabados revelan que “57 entidades del N100” (grupo que comprende a las de mayores ganancias) reportan sus resultados en materia de ESG/sostenibilidad.
Sin embargo, 49 lo hacen como parte de su grupo económico internacional. Y de éstas últimas, solo 9 emiten reporte de su accionar en el país. Por fuera de las empresas internacionales, se identificaron 8 locales que reportan. En síntesis, en Uruguay son 17 empresas que elaboran reportes de sostenibilidad.
Mariella De Aurrecoechea, directora de Estrategia e Innovación y Líder de Sostenibilidad en Deloitte para América Latina, sostiene —a su vez— que falta mucho por recorrer en cuanto a la profundidad y la información que se comparte en los reportes. Sin embargo, ve como “buena noticia” que cada vez más organizaciones en Uruguay se basen en estándares de GRI.
Tres Cruces Shopping reporta su gestión en sostenibilidad desde 2005. “Nuestro primer informe fue un balance social de Deres. Ahora nos basamos en los ODS y lo más actualizado de GRI. Los reportes los auditamos con KPMG”, relató Ximena Lema, gerente de Marketing de la empresa.
Para realizar el reporte —que insume un promedio de tres meses de trabajo— cuentan con un asesor externo, un redactor y un equipo de diseño, además del equipo interno que involucra a tres gerencias.
En el otro extremo se encuentra Fidocar, representante de Hyundai y Chery en Uruguay, que acaba de publicar su primer reporte en base a estándares GRI y creó un área especializada en el tema. “Estas memorias hacen sentido cuando tenés a alguien embanderado y lo terminás de entender.
Todo este sentido no se encuentra cuando tenés foco en tu área y no ves nada de sostenibilidad en el día a día. Fidocar ya tenía acciones aisladas de sostenibilidad, pero no en el marco de un área específica”, argumenta Mayra Parrella, responsable de Gestión Humana e Impacto en Fidocar.
Ambas empresas consideran que estos informes son herramientas de gestión que apuntalan y aceleran el cambio cultural. “Ves a la organización de manera integral y tenés una hoja de ruta que indica por dónde mejorar”, resalta Parrella.
POR DÓNDE EMPEZAR
El primer paso es elegir en qué estándar se va a basar el reporte. “Al hacerlo sin usar un estándar, caés en la tentación de hacer una hoja de vida con tus logros. Utilizando un estándar, garantizas que una vez al año vas a hacerte preguntas difíciles”, afirmó Pradilla, la directiva de GRI.
Una vez que se tomó esta decisión, se debe evaluar cuál es la información que se quiere mostrar y cómo. También es clave tener claro cuáles son los grupos de interés y cómo hablarle a cada uno de ellos.
Al utilizar el estándar GRI, los primeros cuatros pasos son comunes a todas las organizaciones: comprender el contexto de la empresa, identificar impactos actuales y potenciales, evaluar la relevancia de esos impactos y priorizar los impactos más importantes a relevar.
Una vez hecho esto, la empresa comienza a reportar en dentro de su materialidad, es decir, los temas en los que, según su negocio, genera impacto.
Ahí GRI se divide en tres grandes estándares temáticos: económico (incluye temas vinculados a anticorrupción, competencia desleal y fiscalidad), ambientales (por ejemplo, biodiversidad, emisiones, efluentes y residuos) y social (empleo, salud y seguridad de los clientes, marketing y etiquetado, entre otros).
HACIA DÓNDE VAMOS
La tendencia internacional la información financiera comience a recoger información vinculada al impacto ambiental, riesgos ambientales y sociales, entre otros.
“Hay una movida de homogeneizar, de producir estándares comunes. Ya hay hojas de ruta de las bolsas de valores sobre cómo tienen que mostrar las empresas la información y eso va a producir mucho revuelo en los próximos años. Implicará un trabajo distinto para contadores, gerentes financieros.
Ahora se va a obligar a que en los estados financieros las empresas pongan sus emisiones, por ejemplo, esa información nunca estuvo”, destaca De Aurrecoechea.
Desde KPMG también prevén que este camino se profundice. “Está ocurriendo un movimiento global donde vamos a hablar de información de impactos financieros de temas vinculados a sostenibilidad que hasta ahora estaban disociados”, señaló Italo Elola, director de Asesoramiento de Negocios, Financiero y Capital Humano.
SE VIENE LA REGULACIÓN
Para las empresas a las que Global Reporting Initiative (GRI) denomina negacionistas “hay un mensaje muy claro y es que ya viene la regulación”, aseguró Andrea Pradilla, directora de GRI para América Latina.
La realización de reportes de sostenibilidad será un requisito cada vez más común para aquellas compañías que quieran acceder a determinados tipos de créditos o incentivos.
“Esto se está dando en toda América Latina —incluido Uruguay, a través de las Sociedades de Beneficio de Interés Colectivo— para acceder a créditos verdes, a créditos sociales”, señaló la ejecutiva.
Agregó que serán cada vez más los requisitos regulatorios asociados a la gestión empresarial en materia de sostenibilidad: “Hay que aprovechar antes que la legislación llegue en tsunami a la región y se nos vuelva un tema de requisito de acceso a mercado y operación”.
*Este artículo fue publicado en Forbes Uruguay del mes de Febrero.