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Liderazgo

Lo que el cierre de Skype le enseña a los líderes sobre fusiones y adquisiciones

Jennifer J. Fondrevay Colaboradora

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La despedida definitiva de una de las plataformas más emblemáticas del mundo digital revela un patrón que muchos ejecutivos prefieren ignorar: demorar decisiones clave en procesos de compra puede salir mucho más caro que actuar con determinación desde el inicio.

31 Marzo de 2025 17.00

El anuncio de Microsoft sobre el cierre definitivo de Skype en mayo de 2025 marca el final de un recorrido que empezó hace 14 años, cuando la empresa la compró por US$ 8.500 millones.

Entre los especialistas en fusiones y adquisiciones, que asisten a muchas compañías en procesos complejos de transición, hay una advertencia que se repite: postergar la integración total de una empresa adquirida, con la intención de cuidar su valor, suele traer efectos negativos.

Suele pensarse que conservar el peso de la marca, sostener al equipo y no romper con la cultura de innovación es una decisión razonable. Pero el caso de Skype dentro de Microsoft muestra otra cosa: una integración temprana y firme puede ser la diferencia para lograr buenos resultados a largo plazo.

Skype
 

 

El mito de la preservación en fusiones y adquisiciones

 

En muchas adquisiciones, alguien suele advertir que hay que dejar a la empresa adquirida tal como está: "No toquemos lo que ya funciona". Esa lógica de preservación parece sensata en un primer vistazo: ¿para qué arriesgar lo que se pagó a precio premium?

Un ejemplo claro es el de NAVTEQ, que Nokia compró en 2008 por US$ 8.100 millones. En ese momento, predominaba la idea de que, si se avanzaba con la integración, debía hacerse más adelante. Pero esa estrategia puede generar un limbo estructural que, en lugar de cuidar los activos adquiridos, termina por debilitarlos.

La empresa comprada sigue existiendo dentro de la estructura de la compañía matriz, pero no forma parte real de sus operaciones centrales. Ese estado de "separados, pero iguales" empieza a desgastarse. La distribución de recursos, las prioridades estratégicas y la gestión del talento tienden a inclinarse hacia las iniciativas internas, relegando a las que llegaron por adquisición.

Microsoft Teams
 

 

Skype vs. Teams: dos enfoques de integración


Cuando Microsoft compró Skype en 2011, aplicó el manual de la preservación a rajatabla: mantuvo la marca, el equipo de liderazgo y las prioridades de desarrollo, al mismo tiempo que invertía en otros productos de comunicación como Lync. Esta estrategia dual generó confusión organizacional: ¿Cuál era la verdadera apuesta de Microsoft en comunicación? ¿Quién controlaba los recursos de innovación? ¿Cómo debían moverse los empleados entre estos productos solapados?

El panorama se volvió a complicar con la llegada de Teams en marzo de 2017, como respuesta a la creciente popularidad de Slack. A diferencia de Skype, Teams nació como un componente integrado al ecosistema de productividad de Microsoft. Esto le otorgó ventajas estructurales desde el primer día: respaldo ejecutivo, asignación preferencial de recursos e integración con Office 365.

El gran problema de las estrategias de integración diferida es la idea errónea de que una empresa adquirida puede permanecer separada pero en igualdad de condiciones dentro de la organización matriz. La dinámica corporativa simplemente no funciona así. Las decisiones de asignación de recursos terminan favoreciendo a los productos alineados con la estrategia central de la empresa matriz. En el caso de Microsoft, la integración de Teams con Office 365 le otorgó ventajas naturales que Skype, operando de forma independiente, nunca tuvo.

Microsoft Office 365
 

El talento también sigue el flujo de los recursos. Los empleados más ambiciosos tienden a migrar hacia proyectos con mayor respaldo ejecutivo y mejores perspectivas de crecimiento. En Skype, esto derivó en una pérdida gradual de talento clave, ya que el futuro de Microsoft claramente estaba con Teams.

 

Los costos ocultos de la integración tardía


El costo de postergar la integración va más allá de los números financieros. En el caso de Skype, incluyó:

- Ambigüedad estratégica: la falta de integración lo volvió vulnerable frente a competidores más enfocados, como Zoom, especialmente en la pandemia.

- Divergencia cultural: en lugar de fusionar culturas, la separación intensificó las diferencias, desconectando a Skype de la evolución de Microsoft.

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- Duplicación de esfuerzos: la coexistencia de varios productos de comunicación generó una ineficiencia de recursos.

- Mensajes contradictorios: clientes y el mercado recibieron señales confusas sobre la estrategia de Microsoft en comunicación.

- Desilusión del talento: a medida que la empresa priorizó Teams, el equipo de Skype perdió claridad sobre su futuro.

El consuelo temporal de la preservación da paso a la realidad de la marginación. Esto ilustra lo que llamo la "Paradoja del Tiempo de Integración": retrasar la integración para minimizar el impacto inmediato suele generar una disrupción mayor a largo plazo.

El caso de Skype es un estudio de caso sobre la importancia de una estrategia de integración clara. Microsoft, al final, terminó migrando a los usuarios de Skype a Teams, pero el proceso fue largo y costoso. Una integración más decidida en 2011 podría haber evitado su "muerte lenta".

Fusiones y Adquisiciones.
 

 

Lecciones para líderes de M&A


Los ejecutivos que lideran adquisiciones tecnológicas pueden aprender de Skype algunas moralejas:

- Evaluar bien los costos de la preservación.

- Evitar apegos emocionales que nublen la estrategia.

- Fijar plazos claros para la integración.

- Priorizar la alineación estratégica sobre la independencia estructural.

El caso Skype demuestra que la integración temprana y decidida, aunque disruptiva en el corto plazo, es clave para el éxito a largo plazo.

Nota publicada en Forbes US. 

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