No me defino como una sola cosa, dispara Angie Landaburu cuando se le pregunta cuál es su trabajo. Soy modelo, soy influencer, soy diseñadora, soy creadora de contenido. Me gusta ir construyendo, evolucionar y estar en el 360, amplía. Si tengo que categorizarme, diría que soy empresaria. Me gusta mucho invertir y entrar en la 'cocina' de las marcas, diseñar mis cápsulas, pensar desde lo creativo pero también desde lo comercial, armar un storytelling interesante, darle mi enfoque y un diferencial a lo que hago, completa.
Miembro de una familia de abogados prominentes, estudió tres años de Derecho mientras empezaba a dar sus primeros pasos en el mundo de la moda, hasta que decidió que quería tener experiencias fuera del país y necesitaba otro tipo de herramientas. Pero me sirvió muchísimo, hoy puedo leer, redactar y entender un contrato, dice. De ahí, entonces, pasó a estudiar Comunicación de Moda en la Universidad de Palermo.
Su historia con el modelaje comenzó como suele ser un clásico en la industria -cuando tenía 14 años y caminaba por la calle la frenó un booker de una agencia-, pero después dio otros giros. Es que, en ese momento, siendo menor de edad, sus papás no la dejaron y la instaron a enfocarse en los estudios. Pero a los 18 años, en el Patio Bullrich, la volvió a frenar el mismo booker. Fue sola a un casting y a las dos semanas le avisaron que había quedado seleccionada para hacer las fotos de campaña de una marca de ropa. No le contó a nadie. Pero el secreto duró poco, porque al tiempo Buenos Aires apareció empapelado con sus fotos. Tenía muy en claro que quería desarrollarme y tener una carrera, y esto era un complemento perfecto de algo que era muy diferente a mí, dice.
Su carrera empezó a crecer de manera exponencial en Argentina y, a los 24 años, decidió dar el salto hacia el exterior, que se concretó cuando firmó con Elite Model World, una de las agencias de modelos más importantes del mundo. Se sucedieron los trabajos, como firmar el comercial mundial de Samsung con Daddy Yankee, estar en el festival de Cannes con Chopard, ir a la NASA con Omega o a Tailandia con Pandora. Con el despegue de su carrera internacional, decidió mudarse a Miami, que era más práctico para viajar.
Vivió cuatro años en Estados Unidos -con la pandemia de por medio-, hasta que el año pasado volvió a Argentina. La pandemia fue exponencial en cuanto a trabajo, pero también cambia la perspectiva de estar lejos de tu familia. Estuve muy concentrada en crecer en Latinoamérica y potenciarme, y volver me generó el hecho de poder explorar diferentes facetas mías, como la de empresaria. Empezar a meterme en las cocinas de las marcas y desarrollar mi impronta, explica. Y agrega: También exponenciar el mercado local. Me gusta poder acercar el segmento de lujo a Argentina, y a su vez potenciar a todos los diseñadores argentinos en el exterior. Siempre que viajo a red carpets o eventos globales uso diseño argentino. Cuando estoy acá acerco lo de afuera y cuando estoy afuera, acerco lo de acá.
¿Cuáles son sus focos hoy? Por un lado, diseña cápsulas para marcas. Me gusta mantener la identidad de la marca y al mismo tiempo que se identifique conmigo. Las marcas son muy generosas y confían plenamente. Estoy en el 360°, fotos, locación, el mensaje que queremos transmitir, explica. Acaba de lanzar una cápsula con Barzón, una marca de carteras de cuero, y tiene también con Gianni (zapatos) y Fini Braun (indumentaria). Además, trabajó con Paruolo, Odiseo y Kosiuko, entre otras.
También sigue con su trabajo como modelo -por ejemplo, acaba de hacer la campaña de Max Mara para Argentina. Y, obviamente, crea contenido que transmite desde sus cuentas de Instagram (más de 2,1 millones de seguidores) y TikTok (más de 160.000). Tiene un equipo de 10 personas con el que trabaja.
Quiero hacer proyectos que me emocionen y que tengan que ver conmigo. No quiero que mis redes sean un marketplace de productos. Lo que recomiendo es lo que uso, si no, deja de ser creíble. Más allá de la pauta, lo orgánico es lo que sobrevive. No quiero vender por vender. Lo mismo pasa con mis cápsulas: hago productos que realmente pienso y uso, realmente siento que de alguna manera te estoy invitando a mi universo, explica.
Su pasión es el arte, no solo desde el punto de vista creativo, sino también desde su costado empresarial. Vengo de una familia muy tradicional donde siempre fue natural hablar del poder del ahorro y de las inversiones. Con mi primer sueldo grande, me compré una obra de arte, cuenta. La moda es un mundo fascinante, pero que hay que complementar. Hay algo real, que es el paso del tiempo y la evolución, y si bien me encanta hacer campañas y viajar, es para un momento de mi vida. Mi papá es coleccionista de arte y es algo en lo que se puede crecer, ir aprendiendo, evolucionar, explica. Así, en los últimos 10 años se dedicó a formarse. Hoy disfruto de invertir en mi propia colección, que fui construyendo con mucho esfuerzo, y voy a ver cuál es el próximo paso, concluye.