Al momento de diseñar las nuevas oficinas de Infocorp, su fundador, Gabriel Colla, se interesó especialmente por los baños. Quería que fueran “muy lindos”, que cada uno tuviera una obra de arte distinta, que se convirtieran en una esfera íntima de bienestar.
Esta particular preocupación por el espacio de menor exhibición de toda la empresa, reconoce, tuvo mucho que ver con el karate, disciplina que practica desde niño, hace 40 años. “Es en los baños donde a fin de cuentas la persona está en su intimidad y se siente digna”, apunta Colla.
La dignidad es uno de los principales principios de este arte marcial japonés, y no está presente en las grandes manifestaciones, sino en los pequeños gestos y las situaciones más cotidianas.
A Sylvia Chebi, cofundadora y directora ejecutiva de ThalesLab (incubadora que apoya startups tecnológicas de alto potencial en etapas tempranas), la asalta un dilema cada vez que llueve, hace frío o está cansada: ir o no ir a karate. Siempre gana la primera opción.
Lleva 28 años de práctica de esta disciplina, y tiene muy claro que cada día cuenta. Lo mismo aplica en la empresa que lidera. “Es el interés compuesto, que vas sumando de a poco hasta que se convierte en algo exponencial. Vas, no aprendes nada, no entendés nada; en el emprendimiento no te sale nada y seguís, y seguís, y un día ves que aquello que no te salía, finalmente te sale”.
Tanto Colla como Chebi se colocan el kimono blanco amarrado por un cinturón negro al menos un par de veces a la semana, pero aseguran que el karate trasciende el espacio-tiempo de entrenamiento, y no lo dudan: no serían los mismos empresarios ni líderes si no fueran karatecas.
“En lo cotidiano muchas veces no me doy cuenta y estoy haciendo karate, en la manera en que tengo una reunión, en cómo le voy a prestar atención a la puntualidad, en los pequeños detalles que dejan que lo que vaya a suceder, pueda suceder de la mejor manera. Nunca fue premeditado, pero me di cuenta que todo lo que hacía en karate tenía una utilidad en el mundo empresarial”, apunta Colla.
Lejos de ser mundos aislados, el karate les ha dado un sinfín de lecciones tanto a la hora de liderar equipos como de dirigir empresas o inspirar a emprendedores.
MENTALIDAD DE LARGO PLAZO
Quien practica karate sabe que vale más la práctica que la teoría, y mucho más la perseverancia que la destreza o capacidad innata. “El que realmente va a entrenar, ése avanza. El que mayores oportunidades va a tener es el que tenga compromiso, constancia, entusiasmo”, expresa Colla.
En karate, como en la vida empresarial, el camino está lleno de desafíos en forma de golpes, malos resultados, incertidumbre, frustraciones. Según Colla, nada de esto se toleraría sin comprender que el propósito tiene mayor valor que los objetivos a corto plazo.
“Como en el karate, el mundo empresarial es un camino, más allá de que hay objetivos de alcanzar una venta determinada, lograr crecer, ampliar mercados, que son objetivos de corto plazo, el camino está lleno de momentos donde hacés lo correcto y cambia el valor del dólar, la condición de mercado.
Entonces, la gente continúa haciendo lo que hace porque ama lo que hace, y eso tiene mucho que ver con el karate”, sostiene. Coincide Chebi: “En el karate nunca llegás, siempre tenés para aprender, para perfeccionar y para seguir. Es un camino, como en el emprendimiento: tenés una buena noticia, estás alegre un ratito y luego ya estás con otras responsabilidades. Cuando estás 'llegando' aparecen otras metas”.
Los ciclos en karate son largos, de unos 10 años, algo que podría trasladarse perfectamente a los negocios que están muy incentivados por el corto plazo. Sin una mirada de largo plazo, no hay cultura o propósito posible, manifiesta Colla: “Si no está el propósito de largo plazo, todas las situaciones coyunturales del momento son muy difíciles de controlar. Si podés mirar ciclos de largo plazo, podés desarrollar lo más valioso, que es la cultura”.
Esta disciplina entiende que los momentos de dolor o sufrimiento son parte del proceso de aprendizaje y crecimiento, y alienta a no desistir en estas situaciones. “Es frustrante irse en el momento malo. Creo que es en los momentos difíciles que hay que tratar de conservar la calma, no buscar culpables y volver a hacer más o menos lo mismo que hiciste siempre”.
El karate inculca la resiliencia, la reacción rápida y el ejercicio del foco entre tantos estímulos, algo muy necesario para los negocios y el emprendimiento, señala Chebi. “Hay que ser flexible y adaptarse a las circunstancias. A veces, igual que en el karate, no tenés tiempo y hay que reaccionar rápido. Te tenés que concentrar, no hay más remedio”, indica.
Agrega que en el arte marcial, al igual que en las organizaciones, hay que ser creativos para poder avanzar a pesar de las limitaciones que puedan existir: “En karate es mente y cuerpo, y en las organizaciones es dinero, tiempo y gente”.
CULTURA DE LA HUMILDAD
Cuando piensa en los valores que absorbió de este arte a la hora de liderar, a Colla se le viene a la mente la imagen de su maestro limpiando el piso antes de recibir a los alumnos.
La humildad y el respeto son otros dos principios elementales: “Entre un maestro de muchos años y un principiante, las ceremonias que se le hacen son muy parecidas. No hay grandes distinciones”, dice Colla, y admite que estos valores son igual de importantes en el liderazgo empresarial y en los equipos de trabajo.
“Gente sencilla, humilde; para mí eso era una condición necesaria para que pudiéramos trabajar juntos. Después un tema de méritos, que valoro más al que hace que al que dice”, explica. Aunque entiende que en el mundo de los negocios también es importante el marketing y “venderse”, considera que lo ideal es encontrar a quien cuente una historia y a la vez pueda llevarla a la práctica.
En la misma línea, Chebi plantea que la filosofía del karate conduce hacia la humildad.
“Se saluda cuando se entra y se sale, nunca te la llegás a creer, porque en el momento menos pensado ligás una, y eso está bueno para llevarlo a la vida, porque nadie es más que nadie”.
DIVERSIDAD PARA INNOVAR
Una clase de karate es compartida por personas de diferentes contextos, clases sociales, religiones, ocupaciones, edades —desde 18 hasta más de 60—, pero dentro del dojo (como se le denomina al salón de clases) no parece existir ninguna de estas diferencias.
“Hay todo tipo de gente, de todas las edades, clases sociales y backgrounds, todos convivimos, eso te agrega mucho valor, conocer otras realidades, abrazar la diversidad”, subraya Chebi.
Lo mismo nota el fundador de Infocorp, empresa de tecnología con más de 200 empleados entre Montevideo y Colonia, Argentina, Chile, República Dominicana, Colombia y Puerto Rico. Colla explica que el sistema está basado en méritos, y que no hay diferencias de clases sociales ni de ningún otro tipo cuando los karatecas entran al dojo.
También se desincentiva la comparación. “Cuando estás ahí adentro son todos iguales, las cosas se comparten por igual. Se limpia el piso entre todos. Lo que te diferencia es tu evolución con respecto a vos mismo, dedicando horas, esfuerzo”.
En la empresa, Chebi busca que sus equipos sean casi tan diversos como en una clase de karate. Sin diversidad no hay innovación posible, afirma.
“La innovación viene de aplicar cosas que son de un mundo a otro mundo, entonces, cuanto más diversidad, mejor. Si todos pensamos igual, nos formamos igual, vivimos dentro de la misma burbuja y leemos las mismas cosas, no hay innovación”, enfatiza.
Entre todas las comparaciones y posibles metáforas, a Colla le gusta resaltar la concepción del karate y las empresas como obras de arte, es decir, esa idea de lograr que exista un conjunto de detalles sutiles que trascienden al producto y la marca, y que generen un impacto profundo: “El karate es un arte y, cuando te das cuenta, empezás a ver un montón de cosas de la naturaleza, lo sutil y no obvio, como la mano, la fuerza, pequeñas cosas que hacen la gran diferencia. En las empresas, cuando hablás de marca, cultura o un equipo, tiene que haber algo que trasciende, desde la manera en que te atienden o contemplan los detalles. Eso va transformando a la empresa en algo mucho más parecido a un arte y le da una trascendencia que va mucho más allá de una innovación”.
FOTOS: LEONARDO MAINÉ
*Esta nota fue publicada en Forbes Uruguay de Mayo de 2023