En los albores de la campaña electoral, el expresidente Julio María Sanguinetti divisa un escenario con dos coaliciones de equivalente porte en 2024. Analiza el peso de las encuestas, el triunfo del liberal Javier Milei en Argentina, la pérdida de liderazgos, los logros del gobierno y la interna del Partido Colorado. Entiende que detener la reforma educativa sería nefasto y que el desafío básico del país en el próximo gobierno pasa por mejorar la competitividad.
—Queda el último año de gobierno, ¿qué tanto se hizo del compromiso por el país que firmaron todos los integrantes de la coalición?
—Este gobierno ha llenado las expectativas fundamentales que creó, pese a que tuvo que enfrentar una situación inédita porque la coyuntura histórica no lo puso delante de aquello que estaba previsto, sino de lo imprevisible, que fue la pandemia, la guerra europea, la inflación universal, la sequía. No obstante el desvío que generaron estas situaciones, se llega al último año del gobierno con la recuperación del salario real y del empleo. De modo que se puede mostrar un gobierno en actividad.
—¿Tendrá que hacerse otro compromiso por el país?
—Eso se verá, pero este gobierno inició dos grandes reformas estructurales, una es la reforma de la seguridad social y la otra de la educación. Pienso que eso son cosas que van a estar muy en juego en la próxima elección o en el próximo período. La reforma de la educación es inevitable. Uruguay había llegado a una situación de crisis de los resultados y está haciendo un intento; sería nefasto detener o paralizar un proceso de cambio civilizatorio como el que estamos viviendo.
La reforma de la seguridad social también es inevitable. El Pit -Cnt está haciendo un intento de un plebiscito constitucional, que creo que no va a tener éxito, pero aunque lo tuviera lo va a enfrentar de nuevo al mismo tema, porque la demografía nos está imponiendo una actualización del sistema de seguridad social como pasa en el mundo entero.
—¿Cuáles son los temas críticos para el próximo gobierno?
—En cuanto a transformaciones estructurales, esos son los dos más importantes. En cuanto al desafío básico es la competitividad. El Uruguay tiene hoy un crecimiento de Producto Interno Bruto (PIB), que lo ubica en una posición comparativamente muy favorable. Para sustentarlo en el futuro hay que mejorar la competitividad. Con este país tan caro difícilmente podamos sostener este crecimiento y eso también estará en juego.
—Es un reclamo de los empresarios desde hace varios años.
—Más que un reclamo de los empresarios es una necesidad del crecimiento. A nuestro sindicalismo le cuesta entenderlo, pero es al primero que le va la vida en esto, porque en un cambio de sociedad postindustrial a digital, porque la primera variable que está en juego es el empleo. De lo contrario, a estos sectores se les va a ir disminuyendo la capacidad de competencia hacia el mundo.
—¿Cómo observó el triunfo de Javier Milei en Argentina?
—El triunfo es la resultancia de una profunda crisis económica y social, que mide el fracaso del kirchnerismo en el gobierno y al mismo tiempo un rechazo difuso y generalizado sobre la política, algo parecido al que se vayan todos del 2001. De modo que se inicia una nueva navegación incierta en la medida en que es un outsider de manual, no tiene partido, no tiene bancada, no tiene sede y no tiene gobernadores.
—¿Cómo incide esa victoria en la previa de una elección en Uruguay?
—No creo que haya una afectación directa, porque la política argentina y la uruguaya no son un espejo. Han sido siempre bastante dicotómicas, lo que sí está claro que el Frente Amplio (FA) había hecho una apuesta por Sergio Massa, que marca una sintonía equivocada con el sentimiento abrumador del pueblo argentino.
—¿Sigue pensando que es un salto al vacío Milei?
—Sin dudas es un salto a lo desconocido, porque Milei tiene una propuesta tan profunda como difícil de realizar. A su vez ha cultivado un rechazo a toda la dirigencia política, a la que llama la casta, pero para gobernar va a tener que convivir con el sistema político. Hay una navegación incierta, pero tenemos la esperanza de que le vaya bien, por supuesto. Para los uruguayos una Argentina próspera es la mejor noticia siempre.
—Usted fue artífice de la coalición de gobierno, ¿qué tanto desgaste hay producto del mal relacionamiento entre los socios, por ejemplo, con Cabildo Abierto?
—La coalición ha tenido una apariencia de equilibrio inestable y una realidad de estabilidad. Es decir, siempre ha habido ruido en la línea, pero al final los programas de gobierno se han llevado adelante y las votaciones parlamentarias fundamentales han funcionado.
—Cabildo ha votado con el FA en varias oportunidades
—Es verdad, pero vuelvo a decir que el rumbo general no se ha torcido.
—¿Cómo toma las declaraciones del senador cabildante Guido Manini Ríos en el libro de Fernando Amado, donde dice que usted hace determinadas cosas para quedar bien parado?
—Me cuesta imaginar un político, un escritor o un periodista que haga las cosas para quedar mal (risas).
—¿Cómo es la relación con Manini?
—En lo personal es una relación cordial, en lo político tenemos nuestras diferencias.
—¿Qué piensa que puede pasar con Cabildo en la próxima elección, teniendo en cuenta que las encuestas lo dan bastante bajo en intención de voto?
—Cada día a las encuestas las tomo menos en cuenta.
—¿Por qué?
—Porque fracasan constantemente. No hay ningún lugar donde tengan éxito desde el Brexit en Inglaterra, pasando por Trump, Bolsonaro y ahora creo que Milei, porque no creo que haya habido esas oscilaciones fantásticas en virtud de las cuales hace dos meses que Milei perdía lejos, como dijeron en las PASO, y después sale de un día para el otro ganando abrumadoramente.
Hay que tener una relatividad muy grande en cuanto a los análisis, yo siempre he tenido una posición no de desprecio a las encuestas, pero sí de tomarlas como un dato de una enorme relatividad. La experiencia me indica que una encuesta política donde haya un 15% de indecisos no es una encuesta, no se debería publicar si quiera, porque el resultado es totalmente incierto. No estoy hablando de Uruguay, estoy hablando del mundo.
—Las encuestas en Uruguay dan primero al FA en intención de voto y la coalición viene bastante más atrás.
—Las encuestas si uno las lee puede interpretarlas de muchos modos. Para mi interpretación da un empate, porque el 15% de indecisos creo que es una gran mayoría de los partidos de la coalición y no de un FA que está eufórico como diciendo que va a ganar y todos están gritando su pertenencia. Entonces, si proyecto imaginariamente el porcentaje de indecisos creo que hay un empate, esa es mi interpretación.
—¿Ve eufórico al FA pensando que va a ganar?
No hay duda. Equivocadamente eufórico, porque está mostrando una agresividad que no le hace bien al país. El FA hoy no tiene un liderazgo político como tuvo, fuerte, en lo político con Tabaré Vázquez y en lo intelectual con Danilo Astori. Como consecuencia, el Pit -Cnt es el que marca el ritmo y por eso se lo lleva por delante en el plebiscito constitucional o en marchas sobre la democracia.
En consecuencia, se asume un radicalismo, que incluso le hemos visto su rostro en la inauguración de un hospital en el Cerro, donde estuvimos y vimos un foco de agresividad. Creo que eso no es bueno para el país y tampoco para el FA.
—¿Dónde ve la falta de esos liderazgos de Vázquez y Astori?
—No hay liderazgos parecidos. Hay sí candidatos, pero ni Yamandú Orsi, ni la ingeniera Carolina Cosse, con toda la buena opinión pública que puedan tener, son hoy líderes como lo fueron los anteriores.
—La coalición de gobierno tampoco tiene líderes fuertes, si se lo compara con otros períodos.
—La coalición de gobierno tiene un liderazgo político claro en el Partido Nacional, pero el presidente no puede ser candidato. También hay un liderazgo claro en Cabildo Abierto. No hay un liderazgo claro en el Partido Colorado porque mi generación no ha logrado ser sustituida, pese a nuestra voluntad. Hubo una etapa de Pedro Bordaberry que se puso en pausa, hubo una etapa de Ernesto Talvi que se puso en exit y hoy estamos con un conjunto de candidatos, todos muy buenos, pero sin que aparezcan esos liderazgos hegemónicos o predominantes de otros momentos.
—¿Tener tantos candidatos no debilita? Son seis…
—Al no haber liderazgos predominantes es una respuesta razonable que haya una competencia variada y que a su vez se exprese en candidatos de calidad como los que están.
—¿Lamenta que no volviera Bordaberry a la cancha?
—Naturalmente, lo hemos dicho.
—¿Ve mejor parada a la coalición de gobierno que al FA para las próximas elecciones?
—La coalición está bien parada porque hay gestión de gobierno sólida y resultados tangibles, de modo que soy optimista, pero el análisis político me indica que es una elección que se va a resolver por poca distancia, como se resolvió la anterior, o la Ley de Urgente Consideración. Acá hay dos coaliciones de equivalente porte.
—¿A la coalición la ve reeditándose?, ¿no incide el desgaste?
—No veo desgaste al concepto coalición, veo una fuerte ratificación. La coalición nació con una precariedad de acuerdos electorales, pero a mi juicio en este período ha logrado consolidarse pese a los ruidos en la línea que se han visto. Repito: una cosa son los ruidos y otra son los resultados.
—Varios ministros colorados debieron renunciar por diferentes asuntos polémicos, ¿quedó golpeado el Partido Colorado?
—Todos los conflictos políticos son penosos y no deseables. Imaginar una vida política sin ellos es soñar despierto.
—¿Piensa que pueden tener costo político el caso Marset y el de Astesiano? El FA habla de corrupción.
Pienso que no, porque no hay ninguna evidencia de fenómenos de corrupción política. Hay otra cosa. Es corrupción individual, situaciones individuales, no corrupción política.
—¿Qué legado siente que deja a la política uruguaya?
—Como buen aficionado a la historia sé que cada generación mira el pasado con más luces o más sombras según su propio criterio. Una gente podrá mirar lo que pudimos hacer para la recuperación democrática. En otra visión, están la creación de los centros CAIF en la primera presidencia o de las escuelas de tiempo completo en la segunda son lo más importante que uno puede dejar. De modo de que todo depende dónde se pone el acento.