Ignacio Zuasnábar analizó el “efecto Astesiano” y “el momento de tensión” que se vive en la esfera política
Puntos fuertes y débiles del gobierno, cómo valora la ciudadanía los problemas del país, las señales de que en Uruguay pareciera que estamos siempre en campaña electoral y el rol de las encuestas, bajo la mirada de Ignacio Zuasnábar, director de Opinión Pública de Equipos Consultores.

Lleva 30 años en el mundo de las encuestas y asegura que se ha aburrido de explicar que no se hacen “pronósticos infalibles” con una “bola de cristal”. 

Para Ignacio Zuasnábar, director de Opinión Pública de Equipos Consultores, en la esfera política se vive un “momento de tensión”, pero no hay una grieta instalada. En entrevista con Forbes, el politólogo evalúa cómo incidirá en el país la nueva ola ideológica de izquierda que emerge en la región, cómo se están preparando los partidos políticos para los comicios de 2024 y opina sobre si en Uruguay la campaña electoral es permanente.

Al cumplirse más de la mitad del mandato de Luis Lacalle Pou, el ambiente político entre el gobierno y la oposición es cada vez más tenso

Ignacio Zuasnábar, director de Opinión Pública de Equipos Consultores. Foto: Nicolás Garrido

¿Se puede decir que ya estamos en campaña electoral?

No la campaña propiamente dicha, para eso obviamente falta aún, pero creo que por las características que tiene el país en Uruguay se podría decir que estamos permanentemente en campaña. Se habla a veces de la campaña como algo negativo; no lo veo así. Si la entendemos como un proceso en el cual los partidos se conectan con los ciudadanos buscando sus adhesiones, es positivo.

Agradezcamos que en esta democracia hay partidos que se preocupan de los ciudadanos, no solo en los seis meses previos a las elecciones. Con respecto a la tensión, estamos en un momento particularmente negativo en la forma del vínculo entre gobierno y oposición. 

No lo generalizaría. No estoy hablando de todo el gobierno y de toda la oposición, pero sí de algunos actores. Es cierto que no es la primera vez que ocurre en la historia, pero creo que es preocupante, porque cuando hay formas de relacionamiento que se rompen, después es más difícil buscar consenso sobre algunos temas.

Entonces, no creo que en Uruguay estemos con una grieta instalada todavía, pero sí cierto que estamos en un momento de tensión.

¿La gente no se cansa de esta campaña permanente?

La gente no necesariamente está cansada de la campaña electoral, sí está cansada del tono de confrontación.

¿Ya se observa eso en las encuestas?

Empieza a aparecer esto, que a la gente no le gusta la forma de vínculo entre los líderes políticos, sobre todo cuando se entra en descalificaciones personales.

Según Equipos, al terminar octubre la aprobación a Lacalle Pou pasó del 49% al 47%, aunque se habla de cierta estabilidad. ¿En qué se basa esta aceptación?

La aprobación del presidente ha mostrado hasta ahora dos fases largas, y un quiebre más reciente: una luna de miel extraordinariamente alta, con un pico de aprobación de 65% al principio de gobierno y luego un promedio de 60%. Esto duró hasta mitad de 2021, entre mayo y julio cayó 13 puntos de aprobación en dos meses asociado a un doble aumento de los combustibles. 

Luego tuvo un año y pico largo de estabilidad en niveles algo por debajo al 50% y, más recientemente, esta caída en el marco del episodio Astesiano, a 44%, que no sabemos aún si se trata de una nueva fase o no.

¿Cómo se explica que no afectara tanto ese polémico caso del exjefe de custodios del presidente?

Algo afectó, sobre todo en el incremento de los niveles de desaprobación, que alcanzaron al 40%. Pero en el balance, la base de sus niveles de aprobación, que siguen siendo altos tanto en perspectiva histórica y en comparación internacional y con otros presidentes, tiene que ver fundamentalmente con el reconocimiento que una parte de la sociedad uruguaya tiene de cómo se manejó la pandemia.

Ese es el punto fuerte. ¿Y el débil?

Hoy las principales preocupaciones ciudadanas tienen que ver con la economía y la inseguridad. Pero el núcelo de la población que aprueba al presidente (que es casi la mitad de la población) si bien reconoce que estos problemas existen, siente que el gobierno ha hecho y está haciendo esfuerzos en estas materias, o que hay explicaciones externas a su persistencia.

¿Le dan crédito?

Le dan crédito. En seguridad, muchos entienden que es una problemática estructural que trasciende al gobierno actual. En economía, la pandemia y ahora la guerra permiten a su electorado relativizar las responsabilidades directas del gobierno. 

Obviamente, la parte de la población que no aprueba tiene visiones diferentes, más críticas, y siente que el gobierno es responsable en ambos planos. Entonces, no tenemos una sociedad uruguaya que sienta que no hay problemas, que sienta que el país marcha fantástico, sino que la valoración política de estos problemas es distinta.

Hacer una reforma de la seguridad social implica un costo político. ¿Le puede costar al Partido Nacional volver a ser gobierno?

En la reforma de la seguridad social siempre puede haber ganadores y perdedores, y tener costos y beneficios. Creo que al final del día Uruguay ha mantenido hasta ahora una virtud muy fuerte, que cuando los presidentes son electos intentan cumplir con lo que prometieron. 

Tabaré Vázquez decía: “con el programa y la Constitución, todo” y Lacalle Pou prometió que iba a proponer una reforma de la seguridad social. Creo que está bien lo que está haciendo, porque está cumpliendo la promesa. Si después la reforma es buena o es mala eso es harina de otro costal. 

En la región hay un cambio de signo político con la elección de Luiz Inácio “Lula” Da Silva en Brasil y Gustavo Petro en Colombia. Se habla de una segunda ola del progresismo, ¿cuánto puede incidir esto en 2024?

En Uruguay siempre lo que han sido las grandes olas ideológicas llegaron, más temprano o más tarde. Todas esas olas pasaron en una versión más a la uruguaya. Desde ese punto de vista, uno no puede decir que Uruguay es una isla; simplemente lo más probable es que haya efectos sobre el país. ¿Pero esto es suficiente para hacer un pronóstico para el 2024? Por supuesto que no; sin dudas es parte del contexto, pero no lo suficiente de por sí para hacer el pronóstico.

“Agradezcamos que en esta democracia hay partidos que se preocupan de los ciudadanos”  asegura Ignacio Zuasnábar. Foto: Nicolás Garrido

El Frente Amplio lidera las preferencias de votos, hizo autocrítica, recorre el país para recomponer lazos que había perdido. ¿Está bien parado para 2024?

Creo que el Frente está haciendo exactamente lo que los partidos tienen que hacer, los políticos tienen que ponerse a hablar con los ciudadanos: escuchar sus problemas, entenderlos.

¿Qué tanto puede complicar a la izquierda la definición de una fórmula?

Pienso que es inevitable, y creo que también es positivo para los partidos políticos que haya mucha gente queriendo ocupar lugares de relevancia. Los partidos empiezan a tener problemas cuando no tienen gente que quiera agarrar la bandera. Cuando hay mucha gente queriendo determinados lugares va a haber conflicto, lo que deben hacer es evitar que esta competencia genere heridos severos.

A la interna del Partido Nacional el principal candidato es el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado. Ahora asoma Laura Raffo, ¿puede llegar a complicar una candidatura de Delgado?

También el Partido Nacional se enfrenta a un período de recambio de candidaturas. Hay muchas aspiraciones personales de mucha gente y todo eso habla de un partido vivo. Siempre y cuando se produzca dentro de parámetros razonables, es un juego más positivo que negativo.

Colorados y cabildantes no están creciendo. ¿Esto puede ser una luz amarilla para la coalición?

Sí. Creo que el hecho que no estén creciendo en intención de voto es una luz amarilla para el Partido Colorado y para Cabildo Abierto. No implica que no tengan oportunidades de crecimiento en 2024. La baja figuración en las encuestas se explica por razones distintas: en el caso del Partido Colorado al electorado cercano le cuesta hoy visualizar candidaturas.

¿Que crezca el Partido Colorado depende del retorno de Pedro Bordaberry?

No necesariamente; es de todos los precandidatos el más conocido. Sería si se quiere un fast track, una vía rápida para generar un proceso de ese tipo.

¿Y Cabildo?

La explicación de por qué Cabildo marca entre 3% y 5% tiene que ver con que se pregunta por partido y no candidato. Cabildo, a diferencia de blancos, colorados y Frente Amplio, todavía no es una marca instalada. No hay tradición de cabildantes. Una vez que avance el proceso de candidaturas y se vean fortalezas y debilidades, Cabildo puede tener oportunidad de crecer. 

Hay una dinámica que se ha dado, que es la construcción de una identidad de bloque en términos de la coalición multicolor que no existía con esta magnitud ni siquiera en 2019. Hoy hay mucha más gente que dice: yo de los partidos de este lado del bloque podría votar a cualquiera.

¿Se conformó una identidad de coalición?

Se empieza a conformar. O sea que los núcleos duros de cada partido se han achicado y crece la torta común. 

“La encuestadora de Torre Ejecutiva se sigue ensañando con Cabildo”, tuiteó el diputado Álvaro Perrone.¿Cómo toma las críticas del sistema político?

Las encuestadoras son incómodas para mucha gente, no solo para los políticos, porque todos tendemos a rodearnos en nuestra vida de personas que tienden a pensar más parecido a nosotros y sobredimensionamos nuestras creencias. A las críticas las tomamos como parte del paisaje. 

Equipos es una empresa que tiene 40 años de trabajo y hemos tenido como política no salir a contestar. 

Las encuestadoras están en la picota en cada elección. ¿Cómo maneja esa presión?

A nivel profesional, el sistema encuestador uruguayo tiene de los mejores niveles de la región. Hay gran desbalance entre las expectativas y  o posible, porque la gente espera que la encuesta sea una especie de bola mágica o de cristal y no lo es.

Es un instrumento para entender la realidad, para que algunos puedan transformarla; da herramientas para modificar la foto y en eso conspira contra sí misma. La encuesta no es una herramienta de pronóstico infalible; si la gente espera que sea eso habrá enojos y frustraciones. 

A nivel personal, sí, la presión es mucha. Tengo 30 años en esto y por momentos se volvió un poco intenso y desgastante. También es cierto que si llevo 30 es porque también le encuentro muchas cosas positivas. Al final del día, es satisfactorio.

FOTOS: NICOLÁS GARRIDO