Esto debe saber sobre sus compañeros de trabajo que nunca admiten un error
Mark Travers Psicólogo estadounidense egresado de la Universidad de Cornell y la Universidad de Colorado Boulder.
Mark Travers Psicólogo estadounidense egresado de la Universidad de Cornell y la Universidad de Colorado Boulder.
Para muchos, la idea de estar equivocados es una píldora imposible de tragar. Pueden ir a terapia diciendo cosas como:
"No puedo decir que me equivoco" es una frase que refleja una lucha a la que se enfrentan muchas personas a la hora de admitir sus faltas. Ya sea que neguemos, justifiquemos, culpemos o ignoremos, enmascara una verdad inviolable: al igual que todos en el mundo, nosotros también cometemos errores y metemos la pata a veces.
Puede ser un reto reconocer cuando hemos cometido un error o hemos albergado una creencia incorrecta. Para algunos, la dificultad para admitir la propia culpa puede convertirse en un patrón recurrente que impide el crecimiento personal y entorpece las relaciones. En lugar de reconocerlo, intentamos salvar la cara negándolo o ignorándolo.
La palabra latina "ego" se traduce por "yo". Como humanos, es natural actuar en nuestro propio interés y protegernos de las amenazas, tanto físicas como psicológicas. Sin embargo, cruzar la línea que separa la conciencia del ego del "egoísmo" (es decir, un ego inflado que se centra únicamente en satisfacer los propios deseos y necesidades) puede ser más perjudicial para uno mismo que una autoprotección.
Cuando cruzamos esta línea, empezamos a vivir en la burbuja del perfeccionismo asumido, diciéndonos cosas como: "Siempre tengo que tener razón y no puedo cometer ningún error". Admitir que te equivocás puede alterar tu sentido del orgullo y hacerte pensar que parecés débil, lo que te llevará a nuevos comportamientos de autosabotaje, como:
Nuestras experiencias pasadas desempeñan un papel importante en la formación de nuestras creencias y comportamientos actuales, incluida nuestra capacidad para asumir la responsabilidad de nuestros errores. Hay al menos tres razones por las que ciertas experiencias de la infancia pueden hacer que no te sientas seguro reconociendo tus errores y defectos:
Un entorno infantil insolidario, que despreciaba el error humano, puede enseñarnos a ocultar nuestras locuras y a desarrollar pautas de afrontamiento poco saludables en la edad adulta. Esto hace que nos defendamos en lugar de aprender de nuestros errores.
Sin embargo, hay un rayo de esperanza.
Un artículo publicado en el Boletín de Personalidad y Psicología Social muestra que cuando las personas se dan cuenta de que la personalidad es una entidad maleable (no fija), es más probable que admitan sus errores, ya que entienden que los errores son un peldaño hacia una personalidad mejorada.
En otras palabras, asumir la responsabilidad es el primer paso hacia el cambio, y creer que el cambio puede producirse es el precursor de asumir la responsabilidad.
Explorar las razones por las que le resulta tan difícil admitir sus defectos es una excelente manera de iniciar el camino de la superación personal. Con amor, apoyo y ayuda profesional, uno puede desarrollar la humildad necesaria para reconocer y aprender de los contratiempos.
Recordá que disculparse, admitir un error o cambiar una creencia errónea no te hace menos persona. Demuestra valentía, honestidad y fuerza de carácter.
*Con información de Forbes US.