Consejos prácticos para darle un descanso al correo electrónico (y a vos mismo)
Responder correos al instante no es un mérito. Esta práctica, impulsada por la urgencia, erosiona nuestra capacidad de concentración y bienestar. Es hora de recuperar el control de nuestro tiempo.

La rapidez en responder correos electrónicos no es un motivo de orgullo, ni refleja el compromiso de un empleado. Muchas veces, es un comportamiento condicionado por un sistema que opera con una sensación exagerada de urgencia. A menos que seas un paramédico o un bombero, nadie va a morir si no respondés a un mensaje en los próximos 10 minutos.

El correo electrónico es altamente seductor por varias razones:

Es un sistema de recompensa variable perfecto. Como demostró la investigación de BF Skinner hace más de 70 años, los ratones (y las personas) están mucho más motivados cuando las recompensas no son constantes. El correo electrónico es una bolsa de sorpresas. Puede contener más trabajo o feedback, o ser completamente inútil. Pero de vez en cuando, trae un "sí" de un cliente potencial o un elogio de un gerente. Nuestro cerebro no puede esperar para descubrir cuál será.

Tenemos una necesidad profunda de ser relevantes. Ser copiado en una cadena de correos sirve como un indicador de nuestra importancia (muy parecido a ser invitado a todas esas reuniones a las que no necesitamos asistir). Cuanto más grande y urgente sea nuestra bandeja de entrada, más centrales parecemos ser.

A menos que seas un paramédico o un bombero, nadie va a morir si no respondés a un mensaje en los próximos 10 minutos.

Los humanos deseamos la gratificación instantánea y un sentido de logro. Sacar un correo de nuestra bandeja de entrada y enviarlo a la de alguien más se siente como un logro. Por eso observamos tantos malos hábitos en torno a respuestas apresuradas y poco claras. No importa que el correo confuso que enviaste regrese a vos como un boomerang...

A pesar de sus cualidades adictivas, hay buenas razones para tomarse el correo electrónico con calma. La distracción es ampliamente citada como una epidemia. Debido a que muchos de nosotros cambiamos continuamente de una tarea a otra y consumimos información en pequeñas dosis, estamos perdiendo la capacidad de hacer un trabajo profundo y enfocado. 

Probá este experimento: poné un temporizador durante 20 minutos y contá cuántas veces mirás el correo electrónico, personal o profesional, mientras intentás concentrarte en otra cosa. El resultado puede asustarte.

Acá hay una estadística triste de los autores de The Friction Project: "Más del 50 por ciento de los empleados en Estados Unidos envían o responden correos de trabajo fuera del horario laboral, y el 76 por ciento de los destinatarios responden dentro de la hora". 

Y como confirma la información de Microsoft Workplace Analytics, cuando los gerentes envían correos fuera del horario laboral, quienes están bajo su dirección asumen que deben responder. ¡No es de extrañar que estemos todos agotados todo el tiempo!

¿Listo para resistir la tentación del correo electrónico? Acá te recomendamos lo siguiente:

  • Comenzá por desactivar las notificaciones.
  • Luego, establecé un horario para leer correos en bloques.
  • Recomendamos hacerlo a las 10 a. m., 2 p. m. y al final de tu jornada laboral. Consejo: si comenzás tu día con el correo electrónico, es probable que te pierdas en él.
  • Configurá un canal secundario, ya sea de IM o texto, para que el equipo pueda comunicarse con vos en caso de algo urgente. Por cierto, "¿Leíste mi correo?", no es un asunto urgente.
  • Si querés un verdadero descanso, dale un impasse al correo electrónico. Tu cerebro cansado te lo va a agradecer.

 

Nota publicada por Forbes US