¿Aceptás cualquier trabajo extra que tu jefe te eche encima incluso cuando estás al límite de tu capacidad? Cuando tu carga de trabajo supera tu capacidad, puede provocarte ansiedad, estrés e incluso agotamiento.
De hecho, el agotamiento por estrés en el lugar de trabajo está en su punto más alto: un 42% de los trabajadores dice que lo padece, según el último informe Future Forum Pulse. En particular, un grupo especialmente susceptible al agotamiento son las mujeres.
Esta distinción se debe a que las mujeres se agotan más rápido que los hombres, ya que habitualmente son las responsables del hogar y de las tareas de cuidado (además de mantener su trabajo a tiempo completo).
En un revelador estudio del Centro de Investigación Pew, incluso las mujeres que son el sostén de la familia realizan más tareas no remuneradas, como las labores domésticas y el cuidado de los niños. Cuando se combina llevar una carga pesada en casa con la falta de límites en el trabajo, es fácil entender por qué muchas mujeres luchan por mantener su salud mental.
Afortunadamente, no necesita aceptar todas las presiones de trabajo para mantener su seguridad laboral. Siguiendo estos consejos, pronto convertirá el «sí» en un «no» confiado sin poner en peligro su carrera.
Cambiá tu mentalidad
El primer paso para crear límites es cambiar tu mentalidad. Establecer límites no es egoísta. Es una necesidad. En lugar de ceder el poder a tu jefe, reuperalo estableciendo límites saludables.
Los límites son imprescindibles porque crean seguridad, protegen tu bienestar, promueven relaciones sanas y mejoran tu autoestima.
Sin ellos, podés sentirte agotado y resentido. Vivir sin límites es vivir sin el respeto que merecés. Una vez que reconozcas tu derecho a expresar tus necesidades directamente, estarás listo para dar el siguiente paso.
Definí tus prioridades
Antes de establecer límites en el trabajo, definí tus valores y prioridades. Preguntate si cambiaron con el tiempo. Por ejemplo, puede que hayas pasado de no tener hijos a criar gemelos en el lapso de un año. O quizás te encuentres cuidando de una persona mayor. Otra prioridad podría ser tu propio bienestar.
¿Estuviste peleando contra el insomnio y los dolores de cabeza debido al estrés asociado a tu trabajo? Si la falta de límites en el trabajo te está causando graves problemas de salud, es hora de hacer cambios inmediatos.
Determiná tus límites
Una vez que definas tus valores y prioridades, es hora de establecer tus límites. Para empezar, diferenciá tus límites como rígidos o blandos. Los límites rígidos son aquellos con los que no vas a ceder. Los límites blandos son flexibles. Se consideran «agradables de tener» pero no imprescindibles.
Por ejemplo, si necesitás pasar las tardes con tus hijos, puede que prefieras no consultar el correo electrónico después de las 6 de la tarde. Si surge un asunto urgente de trabajo, esto podría considerarse un límite flexible.
O supongamos que tu mamá necesita que la lleves al médico todos los lunes y miércoles. Eso significa que necesitarás flexibilidad para ajustar tu horario o trabajar desde casa esos días. Como considerás que esta responsabilidad no es negociable, puede ser un límite rígido.
Comunicá tus necesidades y sé coherente
Los límites en el trabajo deben comunicarse con claridad, seguridad y frecuencia. No expliques solamente cuáles son tus límites, sino también por qué los necesitás. Sé sincero para que tu jefe y tus colegas comprendan tu perspectiva. Definí también tus términos.
Por ejemplo, si no querés que se pongan en contacto con vos en vacaciones a menos que sea urgente, definí qué constituye una urgencia. Por último, tus límites serán inevitablemente quebrados en algún momento. Cuando eso pase, atenete a lo conversado.
Hablá claro y decile a la persona cuál es el problema y cómo querés proceder. Aunque al principio pueda resultar incómodo, es mejor reforzar tus límites en el momento que esperar.
Practicá decir que no
Si te sentís incómodo diciendo que no, no pasa nada. A veces, sólo hace falta practicar. Empezá probando tu músculo del «no» en situaciones menos intensas. Algunos ejemplos incluyen decir que no al vendedor ambulante que intenta venderte algo o avisar a tu amiga de que no vas a poder ir a su fiesta. Incluso podés subir a escenarios o practicar en casa.
Acá algunos ejemplos apropiados para decir que no en un entorno laboral (sin utilizar la palabra «no»):
- “Me encantaría acompañarte a la conferencia, pero es el cumpleaños de mi hija y no puedo faltar”.
- “Desgraciadamente, estoy ocupada esos días. ¿Podrías enviarme algunas franjas horarias alternativas para programar una reunión?”.
- “Gracias por pensar en mí, pero mi jefe me pidió que dé prioridad a otros dos proyectos antes de ocuparme de algo nuevo”.
Establecer límites en el trabajo es esencial para el bienestar a largo plazo y el éxito profesional. Cuando los dejás pasar, cedés tu poder y respeto. Reforzarlos es una forma de mostrarle a los demás cómo deben tratarte.